Cargamentos de platería en el Carnaval de antaño
Este articulo apareció publicado en el periódico La Patria el 14 de Febrero de 2015
La devoción a la Virgen
del Socavón no solo es expresada a través de las impresionantes danzas a cargo
de los conjuntos participantes en la Entrada de Sábado de Peregrinación que con
sus 18 especialidades cautivan a propios y extraños, también se pronuncia a
través de la presentación de deslumbrantes cargamentos de platería, y otras
joyas, incluso en el siglo pasado cuando había el auge del oro, existían
carrozas con el metal más preciado.
La riqueza de ésta práctica al margen del valor
monetario cuantificado en las joyas, se centra en la tradición y la costumbre
milenaria de algunas familias que llegaron a transmitir de generación en
generación, con la misión de ser los responsables del armado de los cargamentos.
Ahora ésta práctica no es frecuente, pues las
prendas preciosas de oro y plata han sido reemplazadas por flores y los
protagonistas de la fiesta encargan la elaboración de impresionantes arreglos
florales con una caprichosa combinación de colores que identifican a cada
conjunto folklórico, en la que con absoluta reverencia instalan una imagen de
la Virgen del Socavón y con este cargamento inician su participación en el
Sábado de Peregrinación.
La presentación de las flores no está enraizada en
la tradición, porque Oruro no es una ciudad donde existen jardines con flores
multicolores, lo contrario es un centro estrictamente minero y por consiguiente
se ofrenda toda esta riqueza a la Virgen del Socavón.
Pero si retrotraemos al pasado, una frazada
criolla (phullo) servía de tendido, allí se colocaban las clásicas petacas,
esparciéndose al rededor plata labrada, joyas de oro, monedas y otros elementos.
Un cargamento era una bestia, mula asno o buey,
que llevaba sobre su lomo la riqueza de la platería boliviana. Aquello no era
una forma de presumir la fortuna familiar, sino de simbolizar un pasado
colonial hecho de esclavitud, dolor y, al mismo tiempo, una ofrenda a la Virgen.
Era una distracción y casi un compromiso contar
cuántas bestias pasaban rumbo al templo del Socavón, que en algunos casos
llegaban a 100, luego llegaron hasta 300, pero ya no eran animales los que
transportaban la platería, sino motorizados cubiertos con aguayo y cintas
multicolores.
Hermosas piezas de plata labradas a mano y de una
alta orfebrería eran expuestas en vehículos automotores sobre telas de aguayo.
Durante la década del 70 del siglo pasado, cuando
hacían su ingreso solo una veintena de conjuntos por la calle 6 de Octubre
bajando la Montesinos hacia la Pagador, formidable y sorprendente el ingreso de
cientos de vehículos con cargamentos, niños y jóvenes de esa época hallaban
distracción contando el número de cargamentos llegando a la imaginación que el
conjunto que tenía más cargamentos era el más destacado de la Entrada de Sábado
de Peregrinación.
Los cargamentos evocan el pasado, la época de la
conquista representando las caravanas que salían rumbo a España conduciendo la
contribución en piñas de plata.
El crecimiento del Carnaval de Oruro, Obra Maestra
del Patrimonio Oral e Intangible de la Humanidad, ahora, la participación de 52
conjuntos folklóricos ya no permite el ingreso de más de un cargamento por
agrupación, incluso la Asociación de Conjuntos del Folklore de Oruro (ACFO)
tiene un reglamento de carnaval que en uno de sus artículos señala: "Es
obligación de los conjuntos presentar su cargamento el Sábado de Peregrinación
con la ornamentación de platería, en forma obligatoria".
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