Por: Roger Milton Frontanilla Ch. – Periodista / La Patria
de Oruro, 1 de Noviembre de 2017.
Hablar de diablada es hablar de orureñidad, porque solo el
buen orureño tiene el ritmo y la fuerza necesaria para aguantar dentro de esos
aparatosos trajes y ostentosas caretas, adornadas con sapos, víboras, lagartos
y hormigas; haciendo el sonido del "chill chall" o "chull"
que provoca la faja de monedas que circunda su vientre, cual si fueran gotas de
lluvia, y recorren la ciudad con imponentes pasos de baile.
Soportar eso no significa nada, cuando de fe y devoción a la Virgen del Socavón
se trata, eso piensan hoy en día los fieles devotos a la "Virgen
Morena", y eso pensaron los mineros de esta región cuando se disfrazaron
de diablos para parecerse al "Tío" de la mina, y rendir homenaje a su
protectora.
En el siglo XVII, tras la fundación de Oruro, la imagen de la Virgen de la
Candelaria fue pintada en yeso, en la pared de adobe, en una ermita en los pies
del cerro Pie de Gallo, ese lugar era especial para los mineros de la villa,
pues los acogía para un pequeño descanso y oración antes de entrar a interior
mina; ese panorama cambió a finales de ese siglo por la decadencia de la
minería, pues el silencio y la soledad se adueñó del lugar, ya que solo servía
para el pernocte de aquellas personas que no tenían un techo que los cobijara
en las frías noches de invierno.