ESTADOS UNIDOS; NARCOTRÁFICO
Y POLÍTICA EN BOLIVIA
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1. Víctima y Culpable
Bolivia es acusada insistentemente por los Estados
Unidos de ser el principal proveedor de la pasta básica, que después, a través
de la conexión colombiana, entra en ese país ya en forma de cocaína. Las
presiones, tanto económicas como políticas, se hacen cada vez más insistentes y
radícales. Se quiere, ante todo, que Bolivia reduzca sensiblemente su
producción de hoja de coca. Pero la solución no es tan sencilla ni tan justa
como a algunos políticos y a algunos altos funcionarios de DEA les parece. En
el fondo no es más que el reconocimiento de la incapacidad en el propio Estados
Unidos para controlar a los poderosos grupos de la mafia organizada.
Un periodista, refiriéndose al tráfico y al abuso que
actualmente se hace de la cocaína dice: «Este es un problema netamente
norteamericano, por cuanto las mafias principales son manejadas por
norteamericanos, los grandes especuladores son norteamericanos; los
laboratorios son inventados, manejados y reparados por norteamericanos; los
consumidores son norteamericanos... » Lo cierto es que todo gira alrededor del
crecimiento geométrico, tanto del consumo como de los precios, que la cocaína
ha tenido en ese país. Las diferencias exorbitantes que existen entre el precio
de la hoja de coca en Bolivia y el de la cocaína en los Estados Unidos hacen
que el tráfico, la corrupción y la violencia adquieran proporciones espantosas.
Un número, cada vez mayor, de norteamericanos manifiestan como causa primaria
del consumo de drogas el «stress» o sobrecarga emocional psíquico-patológica
producto de las tensiones que crea la sociedad de consumo. Es un problema no
inducido desde afuera, sino subproducto de las sociedades superdesarrolladas.
Es bien sabido, por otro lado, cuánto se propagó el uso de la droga (y muy
especialmente la cocaína) entre los soldados norteamericanos que participaron
en la guerra de Vietnam. La corrupción y la organización de las mafias
narcotraficantes en Bolivia no son más que una mala copia de las que existen en
los Estados Unidos.
Sería imposible el internar al mercado norteamericano
cantidades tan grandes de drogas sin la colaboración directa y total de las
mafias norteamericanas y sin la complicidad de los agentes encargados de la
represión del tráfico de las drogas.
En la ardua discusión que se ha entablado entre
Estados Unidos y algunos países latinoamericanos, Washington no quiere
reconocer responsabilidad ninguna de este aspecto. Ellos creen que países como
Perú, o Colombia o Bolivia están envenenando su sociedad.
El conocido periodista Jack Anderson publicó, hace
unos meses, informaciones según las cuales existía en el propio Congreso de los
Estados Unidos tráfico y uso de drogas. En las investigaciones que hizo la FBI
en torno a este asunto pudo comprobar que estaban implicados seis miembros de
la Cámara de Representantes, un senador y dos ex diputados.
En Los Angeles y en otras ciudades de los Estados
Unidos se venden libremente equipos denominados «keep cocaine», que sirven para
medir el grado de pureza de la droga.
Algunas ciudades de los Estados Unidos y muy
especialmente Miami viven dentro de un clima de violencia desatado entre las
distintas mafias.
El vicepresidente de los Estados Unidos, George Bush,
que preside la Comisión Especial creada por el gobierno de Reagan para combatir
el crimen, ha señalado que el Sur de Florida se ha convertido en el lugar donde
más ha aumentado la delincuencia. Para tratar de atajar esta marea de delitos
el año 1981 se decidió aumentar el número de efectivos policiales. Se enviaron
a la región 130 nuevos agentes de aduana, 43 nuevos agentes del FBI y 20
expertos del Departamento del Tesoro. También se han enviado a esta zona los
supermodernos aviones AWACS.
El vicepresidente Bush decía: «Quiero destacar este
punto lo más que pueda: Nuestras investigaciones van a ser tan intensas con los
banqueros y con los comerciantes que logran ganancias con la delincuencia, como
lo hacemos con los asesinos y otros delincuentes.» («USICA» número 59,
17-11-82).
El porcentaje de homicidios en el Distrito de Dale
(incluida la ciudad de Miami) fue un 61 % más elevado el año 1980 que lo que
había sido el año 1979.
Según el Procurador General del Estado de Florida, Jim
Smith, el tráfico de drogas es el comercio minorista más grande de este Estado.
El tráfico de drogas en los Estados Unidos, qué según DEA sobrepasa en su valor
de reventa los 50.000 millones de dólares (entre cocaína y marihuana) va
acompañado de violencia y corrupción. Esta afecta aun a los propios organismos
de Seguridad. Actualmente 20 policías y funcionarios públicos de Cayo Hueso
están siendo interrogados por implicaciones en el tráfico de drogas. El
Comandante de Marina, con base en Marathon, ha sido acusado de aceptar 50.000
dólares por dejar pasar un cargamento. En el distrito de Dade, 15 policías y
detectives han sido suspendidos o cambiados de puesto por aceptar favores
-incluso cocaína- de los traficantes de drogas.
El jefe regional de DEA dice: «La corrupción es uno de
los mayores problemas con que nos enfrentamos.» Y esa corrupción no se limita a
los empleados públicos. Los representantes de DEA dicen estar enterados de que
algunos Bancos de Miami han recibido gratificaciones de hasta 500.000 dólares
por remesa, para después transferirlas, falsificando los depósitos, hasta
Bancos del exterior. En 1980 los agentes de DEA siguieron la pista de 2.000
millones de dólares que eran producto de la venta de cocaína y marihuana,
destinados a los Bancos de Miami hasta llegar a cuentas de Bancos extranjeros.
Se comprobó que 31 de los 250 Bancos de Miami daban servicio a 1.300 cuentas
sospechosas, muchas de ellas abiertas bajo nombres falsos. Cinco Bancos eran
propiedad de los narcotraficantes. Sin embargo, muchas de las inversiones que
se hacen en Miami se deben al narcotráfico. En el primer semestre de 1980 los
narcotraficantes habían invertido 192 millones de dólares en el Sur de Florida.
De todas las drogas que ingresan a Estados Unidos, la
cocaína es, con mucho, la que deja mayores ganancias. Algunos investigadores
calculan que son más de 20 millones de norteamericanos los que consumen cocaína
con regularidad. Según las encuestas realizadas por el Instituto Nacional para
el Estudio de Abusos de las Drogas, cerca del 28% de los adultos jóvenes (de 18
a 25 años) informaron que habían usado cocaína. Esta encuesta fue realizada en
1979. En cambio, la misma encuesta realizada dos años antes, en 1977, dio sólo
un 19% de adultos jóvenes que habían usado la cocaína.
El consumo de la cocaína en los Estados Unidos crece
en forma incontrolada. Algunos hablan de un crecimiento en proporciones de un
20% anual. La cocaína, hasta hace poco tiempo droga de las clases adineradas y
símbolo de prestigio social, actualmente se ha extendido a todas las clases
sociales, sobre todo entre estudiantes y profesionales jóvenes. Pero el crimen
crece también en proporciones aún mayores. En el año 1980 se cometieron en el
Distrito de Dale 135 asesinatos relacionados con la droga y la mayoría de ellos
tenían relación con el tráfico de la cocaína que es la que mueve intereses más
altos. («Selecciones Reader's Digest». «Miami: Drogas y Crimen». Mayo, 1980.)
El tráfico de droga en los Estados Unidos ha alcanzado
proporciones enormes: Los embargos de cocaína en el sudeste de Norteamérica
durante el año 1978 duplicaron el total de los de 1977. En la zona de Miami,
sólo las cifras del tráfico de marihuana y cocaína en 1978 alcanzaron la cifra
de 7.000 millones de dólares, cantidad muy superior a la derivada del turismo,
con lo que el tráfico de drogas se convierte en la principal industria de la
ciudad. Con 260 pistas de aterrizaje y más de 1.500 kilómetros de costa,
Florida ha sido siempre uno de los lugares favoritos de los contrabandistas y
de los narcotraficantes. Por el sur de este Estado entra del 60 al 80% de todo
el tráfico de cocaína y marihuana a los Estados Unidos. Los sitios de
aterrizaje son, por lo general, aislados trechos de playa o caminos desiertos.
Los contrabandistas conocen a menudo las frecuencias de radio que usan la DEA y
la Aduana y así logran eludir a las fuerzas empleadas contra ellos.
Según ciertos cálculos del gobierno, 160 barcos
costeros van y vienen desde Colombia tocando puntos secretos de reunión en
aguas internacionales cerca de Florida, justo donde terminan las aguas
jurisdiccionales de los Estados Unidos. Allí estos barcos trasladan sus
cargamentos a embarcaciones pequeñas y de alta velocidad que transportan la
droga hasta la costa.
Si los riesgos de los narcotraficantes son pequeños,
también lo son las penas que les imponen. En el sur de Florida, las condenas
aplicadas en casos graves de narcotráfico son un 20% menores que el promedio
nacional. Muchos contrabandistas extranjeros obtienen la libertad bajo fianza y
logran escapar. Tal sucedió con Alfredo Gutiérrez, a pesar de que su fianza era
de un millón de dólares.
Miles de millones de dólares en utilidades obtenidas
por narcotráfico se transfieren de cuentas de Miami a Bancos de las Bahamas, de
Panamá o de Suiza. Gran parte, sin embargo, se invierte en Estados Unidos. Un
importante narcotraficante descubierto por DEA tenía en propiedad 30 negocios
en Miami.
La corrupción ha infectado a un amplio sector de la
población de Miami. Los dueños de las mansiones de la costa alquilan sus
muelles a los narcotraficantes por sumas de hasta 100.000 dólares por
cargamento. Algunos directivos de los Bancos aceptan sobornos del 2 % en
grandes depósitos en efectivo, a cambio de falsificar informes de
transferencias económicas internacionales.
La DEA tiene un archivo con informes de 300 pilotos,
sólo del sur de Florida, que han hecho viajes a la Guajira. Con ganancias de
hasta 40.000 dólares por viaje, los pilotos están dispuestos a correr tremendos
riesgos. Con frecuencia cargan hasta tal grado los aviones que les es difícil
despegar. Esto explica la elevada cantidad de accidentes. («Selecciones del
Reader's Digest»: «Narcotráfico en América: Itinerario siniestro», V-79.) Los
norteamericanos consumen entre doce y veinte toneladas de cocaína por semana.
Ha llegado a tener tanta aceptación la cocaína en ese país que un psiquiatra de
la Casa Blanca admitió que recetaba cocaína a los más cercanos colaboradores
del Presidente de los Estados Unidos para que aliviaran su tensión en las horas
de crisis.
En el Estado de Massachusetts existe ya un precedente
judicial que impide a los policías detener a nadie por posesión de cocaína.
Los norteamericanos han inventado su propio estilo
para consumir la cocaína. Si en otros países se empleaba simplemente el hueco
de la mano para su inhalación, en Estados Unidos se inventó el cristal oscuro y
el sorbete nasal, aparte de los más sofisticados instrumentos para colocar la
cantidad deseada en el centro mismo de la pituitaria. Todo ello se puede
encontrar muy fácilmente, ya que se hace propaganda abierta en las revistas y
en los periódicos. Así, por ejemplo, en la «Alpine Creations» de Miami se
ofrece por ocho dólares la «flauta mágica» que controla la cantidad inhalada e
impide la exageración y el desperdicio. Ha proliferado en todo Estados Unidos
la venta de balanzas de precisión, lupas para examinar el brillo de los
«cristales», coladores microscópicos, e instrumental muy delicado para analizar
la pureza de la cocaína antes de comprarla. El más popular de estos
instrumentos es la «Hot Box», del que una empresa en la ciudad de Santa Bárbara
ha vendido medio millón al precio de 179 dólares. Su funcionamiento es
sencillísimo: el clorhidrato de cocaína se sublima a relativamente baja
temperatura, por ejemplo en las zonas más calientes del cuerpo humano. La «Hot
Box» consiste en un termostato y una pequeña placa donde se coloca la cocaína.
Si desaparece entre 38 y 39 grados centígrados, la cocaína es pura. Si queda
intacta, es una falsificación.
La revista «Life» catalogó como uno de los objetos
característicos de la última década en Estados Unidos el «Cocaine kit», un
estuche con espejo, navajita para «peinar» la cocaína, inhalador y cristal para
extenderla en montoncitos muy precisos. Se lo puede adquirir aun por correo
postal.
La civilización del ocio y de la angustia lleva, en
los países superdesarrollados, a muchas personas hacia las ilusorias soluciones
que ofrece la cocaína.
2. ¿Quien Corrompe a Quien?
En el mes de marzo de 1982 el embajador norteamericano
en Bolivia, Edwin Corr (un hombre profesionalmente vinculado a la DEA) viajó
hasta la zona del Chapare (Departamento de Cochabamba), donde existe una alta
producción de hoja de coca.
Los campesinos de la región se acercaron a dialogar
con el embajador para exponerle sus puntos de vista. La charla fue cordial,
pero los criterios permanecieron irreconciliables. En los hechos la posición
del embajador Corr expresaba los intereses de la nación más poderosa del mundo
y con el consumo más elevado de cocaína, en cambio, los campesinos eran la
expresión de su propia pobreza y de la dependencia de su país. Los campesinos
insistían en la necesidad del desarrollo agroindustrial de la zona, así como en
la creación de nuevas fuentes de trabajo para que ellos fueran disminuyendo
paulatinamente la producción de la coca. Pero el embajador no estaba dispuesto
a soltar prenda. Cuando insistían, por ejemplo, en la urgente necesidad de que
fuera electrificada la región, el embajador, encerrado en sus propias ideas,
contestaba: «La electricidad servirá para que los narcotraficantes trabajen
también de noche...»
El gobierno de los Estados Unidos insiste en que el
medio más efectivo, más barato y más lógico para acabar internacionalmente con
el narcotráfico es el de la erradicación de las plantaciones de coca. Sin
embargo, son muchos los argumentos que los campesinos andinos pueden esgrimir
en contra de tan drástica medida.
La producción de la coca data de mucho tiempo atrás,
siglos antes de que se descubriese la cocaína y sus efectos euforizantes. Por
otro lado, según los estudios más serios sobre la materia, la masticación de la
coca produce efectos positivos y suple las deficiencias alimenticias de los
indígenas quechuas y aymaras, dándoles renovada energía en su trabajo. La coca
está relacionada con todo su mundo social y religioso, constituyendo un
componente básico de su cultura.
La plantación de la coca, así como su
comercialización, es algo legal, tanto en Bolivia como en Perú. Los ingresos
que esa comercialización legal de la coca aporta al erario público son muy
altos.
La profunda postración económica en la que ha vivido
siempre el campesinado indígena andino se ha visto aliviada, en parte, gracias
al mejoramiento progresivo del precio de la hoja de coca, pero es precisamente
en estos momentos cuando, por presiones del gobierno de los Estados Unidos, las
autoridades bolivianas comienzan a exigir la limitación y hasta la erradicación
de las plantaciones de coca. Los distintos proyectos elaborados para la
suplantación de la coca por otros cultivos, como es el cacao o el café, no
convencen a los campesinos. Y tienen sus razones para ello. La planta de coca
es original de estas regiones y, por lo tanto, perfectamente adaptada a sus
condiciones climáticas y orográficas. La hoja de coca se da tres y hasta cuatro
veces al año; por lo tanto, el trabajo que implica y sus ingresos están bien
repartidos. Las plantas tienen un promedio de vida entre 15 y 20 años. El
comercio es seguro y perfectamente organizado. La práctica de los campesinos y
sus conocimientos con respecto al cuidado, recolección, selección y
comercialización de la hoja son muy completos. Toda la familia puede trabajar
por igual en la recolección. Las enfermedades de la planta son pocas y fáciles
de controlar. Los rendimientos son superiores al de cualquier otra producción.
El humilde campesino que produce la hoja se limita, por lo general, a venderla
en el mercado, sin tener parte alguna en la elaboración de la cocaína y menos
en el narcotráfico. Por lo tanto, ¿por qué razón se le va a exigir a él que
deje de producir la hoja de coca...?
Pero el gobierno de los Estados Unidos y sus emisarios
en Bolivia no parecen dispuestos a revisar sus criterios. El Consejo Nacional
de la Lucha contra el Narcotráfico, bajo la continua presión de los Estados
Unidos, ha declarado al año 1982 como «el año de la sustitución de la coca».
Con este motivo llegó a Bolivia el 7 de marzo de este
mismo año el señor Dominick Di Carlo, Secretario Adjunto del Departamento de
Estado para el Control del Narcotráfico. «El tema único para abordar es el
reemplazo de la coca.» Así lo comunicó la embajada norteamericana en Bolivia.
En realidad, desde que el General Torrelio asumió la
Presidencia de la República en septiembre de 1981 ya la Drug Enforcement
Administration (DEA) se hizo cargo del asesoramiento y la supervisión de la
institución oficial encargada en Bolivia del control del narcotráfico.
En fecha 11 de marzo de 1982 el Consejo Nacional de la
Lucha contra el Narcotráfico presenta al señor Di Carlo un plan de destrucción
sistemática de los cocales. Dice así:
«En lo que respecta a los cocales clandestinos que son
todos los situados fuera de los Departamentos de La Paz y Cochabamba, las
acciones que ha previsto realizar el Consejo Nacional de la Lucha contra el
Narcotráfico se sujetarán al cronograma siguiente:
Entre el 10 de marzo y el 30 de abril, cumpliendo lo
dispuesto por el artículo 19 del Decreto Ley 18714 y siempre que esté
disponible el herbicida adecuado, se procederá a la destrucción de los cocales
ubicados en la región de Yapacaní del Departamento de Santa Cruz.
Hasta el 15 de mayo se ubicarán y se destruirán otros
cocales ilegales ubicados en el Departamento de Santa Cruz.
Hasta el 30 de junio se ubicarán y se destruirán otros
cocales ilegales ubicados en el Departamento del Beni.
Entre el 30 de junio y el 31 de diciembre se procederá
al descubrimiento y destrucción sistemáticos de todos los cocales ilegales
ubicados en los Departamentos de Santa Cruz y del Beni.
Asumimos que el 50 % de los costos totales de esta
labor de detección y destrucción de los cultivos ilegales de coca será cubierta
por el gobierno norteamericano. Si así no fuera, dada la escasez de recursos
del Consejo y la crisis económico-financiera que confronta el país, el
cronograma expuesto sufriría recortes y retrasos considerables.» («Presencia».
Solicitada 11-III-82.)
Con esas medidas, el Consejo Nacional de la Lucha
contra el Narcotráfico piensa que, para fines del año 1983 la producción de
hoja de coca en el Chapare se habría reducido en un 30 % en la superficie
cultivada. Es decir, unas 4.000 hectáreas menos. Para el año 1984 se habría
disminuido la extensión de los cocales en otras 3.000 hectáreas.
Sin embargo, existen profundas divergencias al respecto
entre las autoridades bolivianas y los representantes de los Estados Unidos
para el control de las plantaciones. El principal punto de fricción radica en
la diversidad de opiniones con respecto a la extensión y a la producción actual
de los cocales. Según los datos aportados por las autoridades bolivianas en el
año 1971 la producción de coca del Chapare era de 2.666 toneladas métricas y en
el año 1980 ha alcanzado las 24.146 toneladas métricas, siendo la extensión
cultivada en el año 1971 de poco más de 3.000 hectáreas y en el año 1980 de
12.370 hectáreas. Pero la delegación norteamericana presenta otros datos muy
distintos, basados en la información «vía satélite». Según las cifras
contenidas en el estudio elaborado por la Earth Satellite Corporation y
publicado en abril de 1981, el área de cultivo de coca del Chapare en 1980 fue
de 27.500 hectáreas con una producción de unas 50.000 toneladas métricas. Ese
mismo estudio proyectó una producción de 64.000 toneladas métricas
en el Chapare para 1981 y de 82.000 para 1982.
Como se puede apreciar, las diferencias, tanto en los
datos de la extensión de los cocales como en los de producción de coca, son
enormes. El Consejo Nacional de la Lucha contra el Narcotráfico de Bolivia ha
rechazado, como totalmente inexactas, las cifras aportadas por la delegación
norteamericana que se basan en los datos proporcionados por el satélite
Landsat, ya que esos datos están proporcionados a una escala de 1:100.000 y no
han sido comprobados después sobre el terreno.
Sin embargo, y a pesar de tener criterios tan
dispares, el 23 de abril de 1982, el Ejército y la Policía se movilizan para
poner en ejecución el plan norteamericano de erradicación de la coca.
3. La Erradicacion de la Coca: Solucion
Imposible
El gran operativo para la erradicación de la coca
comenzó el 23 de abril de 1982, en el que participaron cinco compañías del
Ejército con el apoyo de la Fuerza Aérea y la policía de narcóticos. La acción
se desarrolló simultáneamente en el área de influencia del río Ichilo y en la
región de Puerto Grether, abarcando una extensión de 1.100 kilómetros
cuadrados. Participaron en ella efectivos de la Séptima y la Octava División,
así como el Regimiento Ránger «Manchego».
Se encontraron 283 pozos de maceración de coca y fueron
destruidas 30 fábricas de cocaína. En la región de Yapavaní y de Puerto Grether
causó gran preocupación la constatación de que se estaban usando herbicidas
para matar las plantas. Según las primeras denuncias de algunos periodistas, se
trataba del herbicida «2-4ST» que Estados Unidos utilizó en la guerra del
Vietnam para destruir las selvas, y denominado popularmente como «Agente
Naranja». Algunos funcionarios de narcóticos insistieron en que se trataba del
herbicida conocido como «2-4-D».
Sin embargo, en los letreros que los funcionarios de
narcóticos pusieron en las zonas afectadas por el herbicida se podía leer esta
advertencia: «Este cocal ha sido extinguido mediante la aplicación de
herbicidas. Se recomienda no aproximarse y menos tomar contacto con los
residuos durante 40 días.» Esta advertencia parece insinuar que el herbicida
usado ¡es bastante más nocivo que el «2-4-D»!
En el comunicado oficial que en fecha 26 de abril
emitió el Consejo Nacional de la Lucha contra el Narcotráfico, después de afirmar
que se está usando el herbicida 2-4-1) «con el fin de evaluar su costo y
eficacia en comparación con la destrucción manual»... se dice que «el suelo
quedará afectado por espacio de cuatro a ocho semanas». Esta afirmación es
avalada por el científico norteamericano Fred Tachirley. Lo que hace suponer
que las autoridades bolivianas no conocen con exactitud ni la calidad real del
herbicida que se está usando, ni cuáles son sus efectos sobre los terrenos,
sobre los animales y sobre las personas.
El Instituto Nacional de Colonización, pocos días
después, advirtió sobre el grave peligro que entraña la destrucción de las
plantaciones de coca con herbicidas tóxicos.
En una reunión con la prensa, los representantes de
este organismo oficial, encabezados por su Director Ejecutivo, refiriéndose a
la campaña iniciada en algunas regiones del país para la eliminación de las
plantaciones de coca por medio de herbicidas tóxicos, indicaron que ello
destruiría la tierra totalmente por varios años, ya que desaparecerá la materia
orgánica, los nutrientes químicos y microorganismos que nitrogenan la tierra.
El uso de estos herbicidas tóxicos convertirá estas zonas en verdaderos eriales
que sólo podrán ser rehabilitados con el trasplante de «humus» desde otras
regiones no afectadas lo que implicaría millones de toneladas métricas.
Los técnicos del Instituto Nacional de Colonización
indicaron, además, que incluso los plagicidas de uso muy común en la
agricultura tienen graves consecuencias sobre la tierra, a pesar de que su
toxicidad es mucho menor que la que tienen los que se están utilizando para
erradicar la planta de coca. Por lo demás, afirmó el ingeniero Hernán Mufloz
Durán, «en el caso de tener que usar herbicidas tóxicos, corresponderla al
Instituto Boliviano de Tecnología Agropecuaria realizar las investigaciones del
caso y superar los posibles desajustes que se puedan producir con los
campesinos que trabajan esas tierras». También manifestó que en la zona del
Chapare no se han hecho estudios de suelos para que los campesinos puedan
diversificar su producción agrícola en sustitución de la coca. («Presencia»,
28-IV-82.)
Pero el Coronel Raúl González Ferry, Director Nacional
del Consejo para la Lucha contra el Narcotráfico, se mostraba mucho más
optimista al respecto. En declaraciones formuladas a la prensa, el día 29 de
abril de ese mismo año, decía: «El Consejo garantiza que las tierras donde se
están utilizando herbicidas para destruir plantas de coca, no sufrirán
alteraciones de ninguna clase, puesto que el producto '2-4-D' ha sido probado
científicamente. La Embajada de los Estados Unidos garantiza que no hay peligro
si se lo maneja dentro de los consejos que dio el científico Fred H. Tachirley,
quien llegó a Bolivia expresamente para asesorar en el uso de herbicidas.» («Presencia»,
29-IV-82.) Pocos días más tarde los campesinos de la zona de Yapacaní, cuyos
locales habían sido totalmente exterminados, presentaban pruebas fehacientes de
que sus plantaciones eran legales, ya que contaban con la autorización
respectiva del Departamento de Registros y la propia Dirección Nacional de
Control de Sustancias Peligrosas había autorizado esas plantaciones cobrando
anualmente 2.000 pesos por cada parcela de 20 metros por 100. Los campesinos
expresaban: «Estamos desorientados y terriblemente afectados porque la hoja de
coca era nuestra principal fuente de ingresos. No lo hubiéramos hecho si
hubiera sido ilegal; el hecho de contar con autorización oficial nos da derecho
a reclamar ante el gobierno y ante DEA, que dirigió estas operaciones de
destrucción de los cocales. Queremos que se nos indemnice por las pérdidas y
que se nos ofrezca un programa efectivo para continuar viviendo de la
agricultura.» («Presencia», 4-V-82.)
El mismo día 4 de mayo se publicaba en la prensa del
país un comunicado titulado: «El Gobierno del Presidente Torrelio y el
Narcotráfico.» Dice este importante documento: «Desde la Presidencia de la
República, el tristemente célebre 'Consejo Nacional de la Lucha contra el
Narcotráfico' lanza sus comunicados pagados y permite que el herbicida '2-4-D'
(Dichlorophenoxyacetic acid) se utilice en la zona de Yapacaní. El científico
americano Fred Tachierley dice que dicho veneno es inofensivo, sabiendo
perfectamente que no lo es. Le pedimos que lea el mejor libro americano de farmacología
e insecticidas, 'The Fharmacological Basis of Therapeutics, de Goodman y
Gilman, en el que dicen claramente: 'El 2-4-D con sus sales y ésteres son los
herbicidas más familiares y potentes, que matan las plantas y arbustos
provocando el crecimiento de hormonas; los animales expuestos a estos venenos
mueren en forma instantánea y masiva de fibrilación ventricular. Los que no
mueren instantáneamente, por haber sido expuestos a menor cantidad de
herbicidas presentan rigidez en sus extremidades, entran en parálisis, caen en
coma y mueren lentamente. En el hombre, además de lo anteriormente expuesto,
pueden presentarse severas dermatitis de contacto, cambios irreversibles en el
hígado y en los órganos reproductivos.'» («The Farmacological Basis of Therapeutics», Goodman y Giman. Mac Millan
Publishing Co.N.York. p. 1.653, cita solicitada. «Presencia», 5-V-82.)
En el simposio sobre «Ecología y Recursos Naturales»,
realizado en la ciudad de Cochabamba, llegó a establecerse que el uso del
«2-4-D» es totalmente ilegal en Bolivia ya que, según el Decreto-Ley número
10283 de fecha 30 de mayo de 1980, se prohibe la importación de insecticidas
clorados, debido que afectan a la persona humana por ingestión oral, entre los
cuales está comprendido el «2-4-D» cuya fórmula química es Cl-Cl-Och2-COOH.
Pero hay más: Según los participantes a ese simposio
«la Ley de asistencia extranjera de los Estados Unidos prohíbe a las
autoridades de la Dirección General de Estupefacientes de ese país exportar, e
incluso aconsejar, a los gobiernos extranjeros el uso de herbicidas.
Tanto el Colegio de Ingenieros Agrónomos de Bolivia,
como las organizaciones sindicales campesinas y hasta representantes de la
Iglesia, se opusieron al uso del herbicida. Los campesinos exigían que se actúe
«con justicia y honestidad en todo este problema, pues si el narcotráfico está
creciendo esto se debe a aquellos que se han desplazado hasta el Beni y que
producen grandes cantidades de cocaína y de esto está bien informado el
gobierno... Ellos saben dónde están los grandes. ¿Por qué solamente los
pequeños están siendo atacados...?» (Federación Especial de Campesinos del
Norte. «Presencia», 4-V-82.)
También la Academia de Ciencias de Bolivia toma parte
en la discusión y, por medio de una carta al Ministro de Asuntos Campesinos y
Agropecuarios, señala: «Preocupa a la Academia Nacional de Ciencias de Bolivia
los posibles efectos, por ahora no bien conocidos y estudiados, de estos
productos químicos que se están aplicando y, en especial, aquellos fenómenos
que producirán, a corto o largo plazo, sobre la ecología de las regiones
contaminadas.» («Presencia», 7-V-82.)
La Federación Sindical de Campesinos, consciente de
las presiones internacionales a las que se ve sometido el gobierno de Bolivia,
dice en un comunicado público: «Solicitamos al Gobierno el que se investigue
las actividades desplegadas por algunos funcionarios de la embajada de los
Estados Unidos en calidad de agentes de represión, que es totalmente ajena a
las funciones diplomáticas. Exigimos al gobierno de los Estados Unidos de
Norteamérica que si desea la destrucción o el control de la producción de la
coca, pague el valor correspondiente de los ingresos que significa para un país
subdesarrollado este producto, cancelando por hectárea 100.000 dólares Us.»
(«Los Tiempos», 7-V-82.)
4. ¿Hacia la Legalizacion de la Cocaina?
La solución a los problemas sanitarios y delictivos
que crea la droga no es claro que se pueda alcanzar por la vía de extremar el
rigor de la ley. La despenalización de la droga en cierto grado podría implicar
un acercamiento más coherente y eficaz al problema.
En muchos países se ha despenalizado el consumo y, en
cuanto a el tráfico, se hace una clara distinción entre drogas duras y drogas
blandas. Se trata entonces de distinguir, en primer lugar, entre el toxicómano
y el traficante mafioso que ha elegido esta actividad para enriquecerse a costa
de la salud, e incluso, la vida de sus semejantes. El narcotraficante es
tratado, en casi todas las legislaciones, como lo que realmente es: un vulgar
delincuente.
Aunque muchos penalistas y médicos son partidarios de
la despenalización total de la droga blanda (hachís, marihuana, cocaína...)
surge el inconveniente de que su consumo «se dispare» hasta proporciones que
son inadmisibles desde todo punto de vista. Porque no se penalice un
comportamiento esto no quiere decir que se favorezca su difusión. Hay que
reconocer que el abuso, aun de las drogas más blandas, es perjudicial, por más
que su nocividad no sea penalizada por la ley. La coacción penal es útil para
conseguir algunas cosas, pero ha sido totalmente ineficaz para controlar el
tráfico y el consumo de estupefacientes. Aún se podría afirmar que ha sido
contraproducente, ya que ha generado nuevos tipos de delincuencia. Año tras año
van aumentando los consumidores de drogas. Estamos en una situación muy
parecida a la que se generó en Estados Unidos por la llamada «Ley Seca».
El año 1919 se dictó en los Estados Unidos la
«Volsteacd Act» prohibiendo el comercio y el uso de todas las bebidas alcohólicas.
A raíz de esta ley se creó una verdadera mafia, generando una pavorosa
corrupción en la policía. Después de varios años se llegó a constatar que había
aumentado el consumo de bebidas alcohólicas en la juventud. La prohibición
genera un mercado negro ilegal basado en la brutal diferencia de precios, tanto
al por mayor como al por menor. Como en el caso de la «Ley Seca», el
contrabando de drogas está generando delincuencia que, por la propia dinámica
económica, tiende a constituirse en grandes monopolios capaces de desafiar a
las personas y a las instituciones que traten de oponérseles, así como a los
propios organismos del Estado. Estos monopolios tienen poder también para
contener la oferta, haciendo subir los precios a su voluntad. Como, por otro lado,
todo acuerdo que se haga entre las distintas mafias y los compradores, caso de
no ser cumplidos, no pueden alegarse ante los tribunales, éstas se ven
impulsadas a recurrir a la violencia como medio para imponer el cumplimiento de
lo acordado. De este modo, la prohibición genera no sólo delincuencia, sino
«delincuencia organizada» y tremendamente violenta. Una delincuencia, que,
además, se desarrolla en espiral en la medida en que crecen constantemente los
intereses económicos. Es muy difícil saber cuáles serían las restricciones
ideales con respecto a las drogas y muy especialmente con respecto a uso de la
cocaína, si tenemos en cuenta las circunstancias en las que se desenvuelve la
vida actualmente. Muchos de los sufrimientos que se padecen en nuestra sociedad
no tienen relación con agentes patógenos específicos, sino que son generados
por causas mucho más generales. Gran parte de nuestra sociedad padece de
«stress» físico o psicológico, de fatiga, de depresión, de dolor de cabeza,
dolor de espalda, ansiedad... frente a los cuales no se encuentra remedio
eficaz en la farmacopea tradicional. Todo esto hace pensar que la gente se vaya
inclinando, cada vez más, a uso de las drogas y, muy especialmente hacia la
cocaína, como solución, siquiera pasajera, a sus males. Por otro lado, no hay
mucha diferencia entre el médico que receta un valium como sedante y la del
profano que decide, por sí mismo, fumarse un cigarrillo de marihuana o una
dosis de cocaína.
Sin duda que no se pretende con esto una liberación
total que podría traer otros males, pero lo cierto es que no se resuelve el
problema optando por un endurecimiento excesivo de la ley. Y menos todavía
hacia una droga que, como la cocaína, ha cumplido una función positiva hacia
muchas personas. Hay que insistir en que el problema principal que crea su
ilegalidad es el que nutre un «mercado negro» que genera fabulosas ganancias,
mafias poderosas y una espantosa secuela de crímenes.
Es, justamente, el aspecto de la criminalidad y la
violencia lo más negativo y condenable de las drogas. Pero esto está más
relacionado con su ilegalidad que con su contenido euforizante.
Con respecto a la cocaína cabe hacer, en primer lugar,
una distinción que por obvia no deja de ser muy importante: la diferenciación
fundamental entre coca y cocaína. Fuera de las distancias que separan contextos
culturales profundamente distintos, el «coqueo» es algo legal y
tradicionalmente aceptado. Aunque ha sido duramente criticado por personas e
instituciones que lo han hecho desde contextos culturales muy diferenciados,
cada día son más los científicos que ven la costumbre de «mascar coca» como
algo fisiológicamente muy positivo. Nadie, por otro lado, ha podido constatar
que «el coqueo» sea responsable de crímenes, actos violentos, o de pérdida del
autocontrol. Algunos, eso sí, han relacionado el «coqueo» con la
subalimentación del indígena altiplánico, como si aquella fuera la causante de
la mala alimentación del indio. Habría que analizar más detenidamente «si no
comen porque mascan coca o mascan coca porque no tiene qué comer». Parecería
más bien que es la falta de alimentos la que induce a mascar más coca.
Entre los efectos negativos de la cocaína el más
grave, sin duda, es el que ha generado toda una ola de criminalidad y
violencia. Aunque no se dé una relación directa e intrínseca entre cocaína y
violencia, es esto lo que ha justificado las medidas legales para restringir,
no sólo el tráfico, sino también su uso moderado en muchas legislaciones.
Con respecto a la criminalidad o violencia que puede
generar el uso mismo de la droga no existen estadísticas que nos puedan llevar
a una conclusión definitiva.
Es cierto que muchas veces se ha hecho referencia a la
cocaína como generadora de violencia. Sin embargo, siempre ha habido una gran
dosis de sensacionalismo y de prejuicios en ello. El miedo al «toxicómano
violento» fue el argumento más usado para legitimar la prohibición de muchas
drogas.
El uso de la cocaína puede comportar un cierto peligro
de violencia al ser un estimulante del sistema nervioso que aumenta al
confianza en sí mismo y disminuye las inhibiciones. Si alguien es de
temperamento violento o tiene tendencia a encolerizarse, el uso de la cocaína
puede actualizar esa tendencia o agravarla, ya que incita más a la acción que a
la reflexión. Se han cometido crímenes por adictos a la cocaína, pero han sido
personas que tenían marcadas tendencias criminales. Es posible, sin embargo,
que el uso de la droga excitase esas tendencias.
Un estimulante del sistema nervioso como es la cocaína
puede dar al consumidor la voluntad necesaria para el cumplimiento de cualquier
acto que necesita, ante todo, seguridad en sí mismo, ya sea un discurso, un
presentarse en escena o un robo... El alcohol da un valor parecido, pero el
sujeto que ha bebido no conserva el control de sí mismo a nivel psicomotor e
intelectual. En cambio la cocaína da coraje y no quita, en lo más mínimo, el
dominio pleno de las propias facultades. Esta, sin duda, es la razón para que
tantos artistas del cine y del teatro hayan sido adictos a la cocaína. Si se
compara la cocaína con el opio también se encuentran grandes diferencias:
mientras el opio y la heroína dejan al consumidor insensible ante el dolor o al
deseo de cualquier cosa, la cocaína reafirma en el consumidor su propia
voluntad y le puede inducir a realizar actividades hasta el límite mismo de la
propia capacidad. Si los consumidores de heroína o de morfina tienden a verse
como monjes budistas que alcanzan el nirvana, el adicto a la cocaína se parece
más al «superhombre» de Nietzsche que realiza su voluntad de poder. Pero no es
evidente que de esa seguridad egocéntrica se pase a la violencia física como
tal.
En un estudio de DEA realizado entre presos
toxicómanos que habían cometido crímenes, eran mucho más numerosos los que
habían tomado otras drogas que no cocaína. El expediente de crímenes contra
personas es mucho menos voluminoso que el de otras drogas. («Drug Usage and
Arrest Charges», 1971.)
Es la ilegalidad de la cocaína la que ha dado lugar a
numerosos crímenes y actos de violencia. Esa ilegalidad, instrumentalizada por
la alta oficialidad militar de Bolivia es la que ha generado los más grandes
negociados y la más inhumana violencia. Contrabando, asesinatos, corrupción,
tráfico de armas, compras de conciencias, complot, asaltos, golpes de
Estado..., acompañan al tráfico de la cocaína. Una decena de «familias»
relacionadas con el tráfico de la droga han convertido a Miami y a otras
ciudades de Estados Unidos en sangrientos campos de batalla. Igual se puede
decir de las ciudades colombianas como Medellín, Bogotá, Cali o Leticia. En
Bolivia cada vez se hace más violenta la lucha entre las distintas mafias por
llegar al control total del narcotráfico. Esta lucha se ve aún más agravada por
la presencia de los paramilitares y por la impunidad con la que pueden actuar
los grandes traficantes amparados por la protección oficial.
Epilogo
El análisis de los nexos que imbrican al narcotráfico
con el poder político en Bolivia nos ha llevado a formular algunas conclusiones
que se desprenden lógicamente de él.
La primera y más elemental de las conclusiones es la
de dejar claramente establecida la distinción entre coca y cocaína. Gran parte
de la polémica que aún rodea al consumo de la hoja de coca por parte de las
grandes mayorías de aymaras y quechuas de Bolivia tiene que ver con los
prejuicios y el desprecio colonialista con que el «hombre blanco» ha mirado
desde siempre el fenómeno del coqueo. El «colonialista» (sea europeo, norteamericano
o, incluso, boliviano) denigra y ataca lo que no conoce, lo que está fuera del
radio de sus valores culturales. Debe quedar, pues, bien claro que los
habitantes autóctonos de lo que hoy es Bolivia, que han cultivado cocales y han
practicado el coqueo desde antes de la invasión del colonialismo español, no
son responsables del uso y abuso que nuestra sociedad haga de la cocaína y, por
lo tanto, no son responsables del tráfico de la misma. Pretender ver en la
erradicación de los cocales la solución al tráfico de la cocaína es, pues, algo
no sólo injusto, sino también totalmente equivocado.
Por otra parte, no es nada claro que los graves
problemas delictivos y sanitarios que generan el narcotráfico y el uso
incontrolado de la droga vayan a encontrar remedio en un mayor rigor de la ley
y en una mayor represión. Habría que ver si, al contrario, una despenalización
de las drogas consideradas como «blandas» no significaría una aproximación más
realista, fecunda y eficaz al problema. Es verdad que una despenalización total
podría provocar que el consumo «se dispare», causando estragos en la salud.
Pero también es cierto que la penalización legal,bien es útil en algunos
aspectos, ha resultado ser completamente incapaz de controlar el tráfico y el
consumo de la droga. Lo que si parece indudable es que la violencia y la
criminalidad, que suelen acompañar con frecuencia al uso de la cocaína, tienen
mucho más que ver con su ilegalidad que con su contenido euforizante.
El uso y el abuso de prácticamente todas las drogas
conocidas, y muy especialmente de la cocaína, es un problema esencialmente
norteamericano. Estados Unidos es, de lejos, el mercado de drogas más poderoso
del mundo; su existencia se debe no sólo al elevado nivel de ingresos y de
consumo que han alcanzado sus habitantes en promedio, sino también al tipo de
sociedad que allí se ha creado. Este tipo de sociedad genera no sólo tensiones
y angustias, que buscan alivio en el consumo de las drogas, sino también un
afán y ansiedad desmedida de lucro. Mucho se ha insistido en el superpoder de
las mafias de narcotraficantes colombianos o bolivianos, pero está claro que
éstos nada podrían hacer sin la complicidad directa y colaboración decisiva de
las mafias norteamericanas que operan fuera y dentro de los Estados Unidos.
Cada vez aparece más claro que la impunidad con que operan los grandes
narcotraficantes se debe, ante todo, a la corrupción imperante en los servicios
aduaneros y en los organismos policiales, incluidos los que están encargados de
la lucha contra el narcotráfico, de ese país (1).
Otra conclusión importante que se desprende del
análisis llevado a cabo es que todo indica que las poderosas organizaciones de
narcotraficantes que actúan dentro de Bolivia nada serían y nada podrían si no
fuese porque cuentan con la complicidad directa de las Fuerzas Armadas o, al
menos, de los altos jefes militares de ese país. Las Fuerzas Armadas ocupan el
poder en Bolivia, casi ininterrumpidamente, desde 1964. El poder militar en
Bolivia ha sido y es, en la actualidad, esencialmente fascista. El
enriquecimiento más fácil y más rápido posible, a cualquier precio, es su
finalidad primordial. El narcotráfico ha crecido bajo la protección de la
dictadura militar y en él se originan las escandalosas fortunas de las que hacen
ostentación muchos militares. El poder militar no sólo es ilegal en su origen,
lo es también en todo el curso de sus actividades y quehacer
políticoadministrativo. cuando asumen el poder, los militares imponen sus
criterios o sus intereses por encima de toda ley. No hay poder capaz de
controlar ni de juzgar su comportamiento. Unicamente el retorno al imperio de
la ley podrá acabar con la impunidad de que goza el poder militar. Por lo
tanto, sólo una auténtica democratización del poder político en Bolivia podrá
poner coto al creciente poder del narcotráfico, hasta erradicarlo. Pero la
condición para ello es que las Fuerzas Armadas dejen de protegerlo, regresen al
cumplimiento de sus específicas funciones militares y, por lo tanto, se
subordinen al poder civil democráticamente elegido por el pueblo.
Por último, no se puede dejar de ver que el poder
militar en Bolivia ha terminado engendrando una criatura monstruosa, que ha
crecido y se ha desarrollado a sus expensas y bajo su protección: los
«paramilitares». Estos son como una deformación interesada del poder militar.
Tienen el poder de las armas, pero lo camuflan bajo ropajes de civilidad. Gozan
del anonimato de los civiles, pero también se benefician con la organización y
la impunidad de los militares. Son «profesionales de la violencia», una
verdadera máquina de destrucción, terror y muerte. Se alimentan con las
fabulosas ganancias y aportaciones de los narcotraficantes a cambio de la
escolta armada que les dan para garantizar la impunidad de su actividad delincuencial.
Su total desaparición es el más urgente de los requisitos para emprender la
erradicación del narcotráfico y poder alcanzar la paz social en Bolivia.
Londres, octubre de 1982.
Lista parcial de paramilitares
bolivianos y de mercenarios extranjeros
Esta es, evidentemente, una lista muy incompleta, pues
el número total de paramilitares en Bolivia suele cifrarse alrededor de los
tres mil. Sin embargo, en ella figuran los nombres más notorios y los que se
destacan por su influencia política o su poder de mando. Para confeccionarla se
han compulsado numerosas y variadas fuentes de información, habiéndose
preferido aquéllas de carácter público, de tal forma que la gran mayoría de los
nombres aquí publicados está respaldada documentalmente en recortes de la
prensa tanto boliviana como no boliviana. En el diario «Presencia», de La Paz,
apareció, el 23 de mayo de 1982, una larga lista de presuntos paramilitares
bajo la original cobertura de «Deudores morosos de la Compañía
importadora PARA MI Ltda. con sede en Buenos Aires y sucursal en Bolivia».
De ella, sólo una veintena de nombres coinciden con los aquí publicados, lo
cual no quiere decir que el resto sea considerado apócrifo, sino sólo
insuficientemente garantizado por tratarse de una fuente anónima. Por otra
parte, el hecho de que la mayoría de los nombres aquí publicados provengan de
La Paz, Santa Cruz y Cochabamba no significa que en el resto del país no
existan también grupos paramilitares, sino sólo que la información disponible
al respecto es más deficiente. Por lo demás, aquí podrá observarse que, aunque
entre los paramilitares abundan los elementos antisociales, esa no es su
característica predominante, sino el hecho de que son elementos infiltrados (ya
sea como informantes, como enlaces o como saboteadores) en una buena parte del
tejido social boliviano: el Gobierno, la Administración Pública, las Fuerzas
Armadas, la Policía, las aduanas, los partidos políticos, los sindicatos, el
Magisterio, la Universidad, la Iglesia, la empresa privada.
Lista Parcial de Paramilitares Bolivianos y Mercenarios
Extranjeros
|
|
Alarcón,
Alvaro
|
Delator.
Agente del SES.
|
Alarcón,
Gary
|
Integrista
católico. Terrorista. Cabecilla de la Legión Boliviana Social Nacionalista de
Cochabamba. Responsable nacional de los mercenarios extranjeros (GOA).
|
Alarcón,
Guido
|
Hermano
del anterior y seguidor suyo.
|
Alí
Parada, José
|
Del FBJ,
apresado en Brasil.
|
Algañaraz,
Róger
|
De la
Aduana de Santa Cruz
|
Alvarez,
Alberto
|
De FSB
|
Angulo,
Hugo
|
Supervisor
de Escuelas Normales. Cochabamba
|
Aponte,
Róger
|
Narcotraficante.
Ex contador de Roberto Suárez Gómez
|
Arandía,
Jaime
|
Teniente.
Del GOESP.
|
Aranibar,
Jaime
|
Informante.
Huanuni.
|
Araoz,
Eulogio
|
Campesino.
Cochabamba.
|
Arce
Gómez, Luis
|
Coronel.
Terrorista. Narcotraficante. Ex jefe de Inteligencia del Ejército y ex
ministro del Interior. Primer responsable de la organización de los grupos
paramilitares. Cabecilla del «Grupo Armado de Lucha Bolivia Primero».
|
Arzabe,
Oscar
|
Catedrático
en la UMSA.
|
Atala,
Miguel
|
Transportista.
Santa Cruz.
|
Atala,
«Pachi»
|
Automovilista.
Narcotraficante. Santa Cruz.
|
Atala,
Sonia Sanjinés de
|
Esposa del
anterior. Narcotraficante.
|
«Atlas,
Míster»
|
Luchador
profesional. Torturador. Min. Interior. Asesino de Luis Espinal.
|
Balvián,
Jorge "Coco"
|
Delator.
Torturador. Min. Interior.
|
Ballón,
Walter
|
Maestro
rural. Guardaespaldas de Nelo Montero
|
Baptista,
José Abraham
|
Ex jefe de
la DID en Oruro, Cochabambay Santa Cruz. Agente de la Sección de Inteligencia
del II Cuerpo de Ejército y enlace entre los narcotraficantes y el Alto Mando
Militar. Asesinado en Santa Cruz en octubre de 1980 por orden de Arce Gómez.
|
Barbie (a)
Altmann, Klaus
|
Criminal
de guerra alemán. Ex jefe de la policía política nazi GESTAPO en Lyon
(Francia). Agente del Min. Interior y asesor en técnicas de represión.
Reclutador de mercenarios. Prófugo de la justicia francesa y alemana.
|
Barrenechea
Aramayo, Víctor
|
Comisario
de la DIN. Torturador. Min. Interior. Asesino de Luis Espinal.
|
Barrenechea,
"Cocacho"
|
Torturador.
Min. Interior.
|
Barrionuevo,
Eduardo
|
Mercenario
argentino procedente de la AAA.
|
Benavides
Alvizuri, Guido
|
Inspector
de Policía. Ex jefe del DOP y de la Sección de Informaciones de la DIN.
Director Nacional de la DIN. Corresponsable de la organización de bandas
paramilitares.
|
Benazzi,
Miguel Angel(a) "Manuel" o "Salomón"
|
Capitán
argentino. Torturador de la ESMA y agente de Inteligencia para operaciones en
el exterior. Funcionario de la Agregaduría Naval de la Embajada Argentina en
Bolivia desde 1978.
|
Bernal,
Juan Carlos
|
Jefe de
grupo en Cochabamba.
|
Bowles
Rivero, Rolando
|
Director
de Lotería Nacional.
|
Boza
Lizarazu, Froilán
|
Supervisor
de Escuelas Rurales. Cochabamba.
|
Bravo,
Reynaldo
|
Funcionario
en la Facultad de Economía de la UMSA. Agente del Min. Interior.
|
Buchón,
Olivia
|
Secretario
en la Facultad de Tecnología de la UMSA.
|
Caballero
Lafuente, Julio
|
Maestro
rural. Jefe de grupo en Cochabamba.
|
Caballero,
René
|
Informante.
Huanuni.
|
Callau
Justiniano, Nelo
|
Coordinador
del Min. Interior con la Prefectura de Santa Cruz.
|
Camacho,
Alberto
|
Informante.
Catavi.
|
Camacho
Chávez, Mario.
|
Maestro
rural. Cochabamba
|
Camacho
Navia, Fausto
|
Maestro
rural. Cochabamba.
|
Canelas,
Fernando
|
Jefe de
grupo en Cochabamba.
|
Carbonne,
Mario
|
Mercenario
italiano. Terrorista
|
Cassib,
Oscar .
|
Contacto
con narcotraficantes en Santa Cruz
|
Cassis,
Omar
|
De FSB.
Jefe de Seguridad y asesino del Coronel Selich, primer ministro del Interior
de Bánzer. Tercer Comandante del GEC del FBJ.
|
Castañón,
Ubaldo
|
Maestro.
La Paz.
|
Castro,
Edwin
|
Jefe del
Departamento de Bienestar de la UMSA.
|
Castro
Menacho, Jorge
|
Del
Comando "Los Albertos", asesino de Luis Espinal.
|
Céspedes,
Oscar
|
Ex
dirigente campesino. Jefe de grupo en La Paz
|
Clarós,
José
|
Campesino.
Cochabamba.
|
Clavijo,
Daniel
|
Mayor del
Ejército. Coordinador en el campo.
|
Clavijo
Molina, Valentín
|
Supervisor
de Escuelas Rurales. Jefe de grupo en Cochabamba.
|
Córdoba
Gutiérrez, Carmen
|
Informante.
Cochabamba.
|
Crespo,
Julio César.
|
De la
banda de Gary Alarcón.
|
Cuellar,
José «Palanca»
|
Asesino de
Abraham Baptista. Santa Cruz.
|
Cuentas,
Daniel «Damy»
|
Torturador.
Min. Interior.
|
Chávez,
Alberto
|
Médico.
Del FBJ. Santa Cruz.
|
Dalence,
Alfonso
|
Jefe de
grupo en Oruro.
|
Deri, N
|
Oficial de
la Policía Federal Argentina.
|
Dip,
Ricardo
|
Mercenario
argentino. Informante. Contacto con narcotraficantes.
|
Echevarría
Barrancos, Erland
|
Narcotraficante.
Ex socio de A. Baptista.
|
Eguez
Mejillones, José
|
Agente del
Min. Interior en la UMSA.
|
Elio,
Antonio "Chicho"
|
Ex
Subsecretario del Min. Interior. Jefe de grupo en Santa Cruz.
|
Escalier,
Jorge
|
Agente del
Min. Interior en la UMSA.
|
Estenssoro,
Hugo
|
Informante.
Santa Cruz.
|
Estrada,
Francisco
|
Del
Comando «Los Albertos», asesino de Luis Espinal.
|
«Fantón,
Capitán»
|
Oficial de
la Fuerza Aérea. Torturador. Min. Interior y zonas mineras.
|
Fernández
González, Carlos
|
Mayor del
Ejército. Encargado de la recaudación de impuestos y contribuciones de los
narcotraficantes.
|
Ferrufino,
José Faustino
|
Supervisor
de Escuelas Rurales. Cochabamba.
|
Fiebelkorn,
Joachim
|
Mercenario
alemán del SES. Terrorista internacional y ex miembro de la Legión Española.
Primer Comandante del GEC del FBJ. Prófugo de la justicia italiana, en Brasil
o Paraguay.
|
Forlangier,
Napoleón
|
Mercenario
francés procedente de la Legión Extranjera. Instructor militar del FBJ.
|
Fuentes,
Raúl
|
Informante.
Siglo XX.
|
Gallardo,
Juan Carlos
|
Encargado
de la imprenta en la UMSA.
|
Gamarra
Zorrilla, José
|
Jefe de
grupo en La Paz.
|
Gamón,
Pascual
|
Ex
dirigente campesino. Jefe de grupo en LaPaz.
|
Gantier
Quispe, Carlos
|
Maestro
rural. Torturador. Cochabamba.
|
García,
Juan Carlos
|
Narcotraficante.
Agente del SES.
|
García
Ricaldi, Angel
|
Teniente
Coronel retirado. Subjefe de la Sección de Inteligencia del Ejército en 1980.
Apresado por narcotraficante.
|
Gómez
Laterrada, Carlos
|
Delator.
Contraloría de Cochabamba.
|
González,
Francisco «Paco»
|
Contacto
con narcotraficantes. Santa Cruz.
|
González,
Percy
|
Guardaespaldas
de Widen Razuk.
|
González
Bonorino, Martín y «Gordo»
|
Mercenarios
argentinos del grupo de Mingolla. Terroristas.
|
Gutiérrez,
Jaime
|
Narcotraficante.
Segundo Comandante del GEC del FBJ.
|
Gutiérrez,
José Luis
|
Agente del
Min. Interior.
|
Gwinner,
Kai
|
Mercenario
alemán del FBJ.
|
Herrera,
Fernando
|
Director
de la TV. Agente del SES.
|
Hinojosa,
N.
|
Capitán.
Subjefe del SES, luego del DIE.
|
Hirsch,
Elías
|
Jefe de
grupo en Cochabamba.
|
Hoefle,
Franz-Josef .
|
Mercenario
alemán del FBJ
|
Hurtado de
Araoz, Manuela
|
Informante.
Cochabamba.
|
Irazoque,
Carlos
|
Agente del
Min. Interior.
|
Ivanovich,
Andrés «Flaco»
|
De FSB.
Subdirector de Lotería Nacional. Agente de Min. Interior.
|
Jordán,
Mario
|
De la
banda de Gary Alarcón.
|
Koeller,
«El Largo»
|
Cochabamba.
|
Konter,
Manfred
|
Mercenario
alemán del FBJ.
|
Kopplin, Herbert Manfred Paul «Ike»
|
Mercenario
alemán del FBJ. Ex miembro de la Legión Extranjera. Agente del Consejo
Nacional de Lucha contra el Narcotráfico.
|
Kullmann,
Willi Herbert Manfred
|
Mercenario
alemán del FBJ. Agente del Min. Interior. Apresado en Brasil.
|
Landívar,
Rodolfo «Rudy»
|
Capitán.
Ex Coordinador del Pacto Militar-Campesino en Santa Cruz. Jefe de grupo en
Santa Cruz.
|
Lauer,
Heinz
|
Ex oficial
de las Tropas de Asalto SS del Ejército alemán. Alto funcionario del Min.
Interior.
|
Leclere,
Jacques Edouard
|
Mercenario
francés. Terrorista procedente de la antigua OAS.
|
Lewandowski,
Hans Jürgen
|
Mercenario
alemán del SES. Ex soldado de las Tropas de Asalto SS nazis y ex miembro de
la Legión Extranjera. Asesinado por Fiebelkorn en Santa Cruz en noviembre de
1980.
|
Linale,
«Mimo»
|
Agente del
SES.
|
Loayza,
Rafael
|
Coronel.
Torturador. Ex jefe del DOP. Especialista en interrogatorios e investigación
política. Funcionario permanente del Min. Interior.
|
López,
Darío
|
Campesino.
Norte de Potosí.
|
Loza,
«Goyo»
|
Torturador.
Min. Interior.
|
Magariños,
Nicanor
|
Funcionario
en la Facultad de Ciencias Puras de la UMSA. Agente del Min. Interior
|
Maldonado,
Gualberto
|
Maestro
rural. Torturador. Grupo «Los Tigres» de Cochabamba.
|
Maldonado,
Ismael y Edgar
|
Hermanos y
cómplices del anterior.
|
Maldonado
Miranda, Aurelio
|
Supervisor
de Escuelas Rurales. Cochabamba.
|
Martínez
M., Pedro
|
Integrista
católico y miembro de la Liga Mundial Anticomunista-Sección Bolivia. Jefe de
la División de Personal de la UMSA.
|
Mena
Burgos, Carlos
|
Coronel.
Ex jefe de Inteligencia y de Operaciones del Min. Interior. Ex ministro del
Interior. Asesor de la Sección de Inteligencia del Ejército.
|
Menacho,
«Chicho»
|
Santa
Cruz.
|
Menacho,
Edwin Casto
|
Santa
Cruz.
|
Menacho,
Rosendo
|
Santa
Cruz.
|
Méndez
Peinado, José
|
Control
del Aeropuerto de Santa Cruz.
|
Méndez V.,
Víctor Hugo
|
Jefe de la
zona de Oruro.
|
Méndez,
Teófilo
|
Informante.
Huanuni.
|
Mendíaz,
Víctor
|
Coronel
argentino. Responsable de la represión en el norte de Argentina y de las
incursiones de comandos terroristas en el sur de Bolivia. Enlace de los
«asesores» argentinos con el Coronel Faustino Rico Toro.
|
Mendizábal,
Guillermo
|
Informante.
Colquiri.
|
Mendizábal,
Víctor Hugo
|
Del
Comando «Los Albertos», asesino de Luis Espinal.
|
Mingolla,
Alfredo Mario
|
Mercenario
argentino. Agente del Min. Interior. Terrorista y provocador.
|
Molina,
Lisandro
|
Campesino.
Santa Cruz.
|
«Mono
Relojero»
|
Del
Comando «Los Albertos», asesino de Luis Espinal. Terrorista.
|
Monroy
Munguía, Fernando «Mosca»
|
De FSB.
Terrorista. Jefe de grupo en La Paz y gangster en Santa Cruz. Asesinado en
Santa Cruz en junio de 1982.
|
Monroy
Munguía, N.
|
Hermano
del anterior. Del FBJ.
|
Montaño,
N.
|
Capitán.
Del SES.
|
Montero,
Nelo
|
Mayor del
Ejército. Coordinador del Pacto Militar-Campesino en Cochabamba.
|
Montero
Negri, Humberto
|
Norteamericano.
Traficante de armas y de cocaína.
|
Montes
Nieto, Norach
|
Agente de
la Sección II del Ejército en la UMSA.
|
Morant,
Ernesto
|
Torturador.
Santa Cruz.
|
Morato,
Oscar
|
Informante.
Santa Cruz.
|
Moscoso,
Guillermo
|
Agente de
la DIN. Torturador. Min. Interior. Asesino de Luis Espinal.
|
Moscoso,
Tomás
|
Agente del
SES. Narcotraficante.
|
Moya,
Atilio Benito
|
Mercenario
argentino. Santa Cruz.
|
Muñoz,
Lidia de
|
Informante.
Colquiri.
|
Muñoz
Torres, Weymer
|
Capitán.
De la Sección II del Ejército.
|
Nielsen,
Roberto
|
Capitán.
Jefe de Seguridad de García Meza.
|
Orellana,
Juan
|
Campesino.
Cochabamba.
|
Ormachea,
Víctor
|
Torturador.
Min. Interior.
|
Ortega,
Justo
|
Director
de núcleo de escuelas rurales. Torturador. Jefe de grupo en Cochabamba.
|
Ortega,
Víctor Hugo
|
Del
Comando «Los Albertos», asesino de Luis Espinal.
|
Ortiz
Gutiérrez, A. Ramón
|
Del FBJ.
Apresado en Brasil.
|
Osco,
Dionisio
|
Dirigente
campesino. La Paz.
|
Ostria
Trigo, Marcelo
|
Funcionario
del Ministerio de Relaciones Exteriores.
|
Otarola,
Juan Carlos
|
Del
Comando «Los Albertos», asesino de Luis Espinal.
|
Otero
Arrién, Edmundo «Piqui».
|
Jefe de
grupo en Santa Cruz. Apresado por narcotraficante.
|
Pacheco,
Alex
|
Narcotraficante.
Enlace con Arce Gómez.
|
Pamo,
Melquiades
|
Torturador.
Min. Interior.
|
Paz, José
«Pepe»
|
Narcotraficante.
Montero.
|
Paz
Hurtado, Manuel
|
Capitán de
la Fuerza Naval. Narcotraficante.
|
Penseroli,
Imelda Lourdes
|
|
y Rosa
Mariana
|
Mercenarias
argentinas. Del FBJ. Apresadas en Brasil.
|
Peredo,
Luis
|
Informante.
Huanuni.
|
Pereira,
«Mozo»
|
Santa
Cruz.
|
Pereira
Quiroga, Alvaro
|
Director
distrital de escuelas rurales. Jefe de grupo en Cochabamba.
|
Pereira
Quiroga, Elena
|
Hermana
del anterior.
|
Pernia,
Antonio (a) «Rata»«Trueno» o «Martín»
|
Capitán
argentino. Destacado torturador de la ESMA y agente de Inteligencia para
operaciones en el exterior. Agregado Naval de la Embajada de Argentina en La
Paz. Asesor del SES.
|
Perrota,
N.
|
Capitán
argentino. Agregado Naval de la Embajada argentina en Santa Cruz de la
Sierra.
|
Pinto,
Rufino
|
Dirigente
transportista. La Paz.
|
Pizarroso,
N .
|
Teniente.
Del SES.
|
Poggi de
Quesada, Rosario
|
Coordinadora
de los paramilitares en el Min. Interior.
|
Portocarrero,
Edwin
|
Agente del
Min. Interior en la UMSA a cargo de la parte docente.
|
Puyol,
Germán
|
Capitán.
De la Sección II del Ejército.
|
Quiroga,
Fernando «Freddy» (a) «Lince»
|
Coronel.
Ex jefe del SIE. Fundador y jefe del SES, luego del DIE. Corresponsable de la
organización de bandas paramilitares.
|
Quiroga,
Orlando «Caballo»,
|
De la
Aduana de Cochabamba.
|
Ramírez,
Jaime
|
Agente del
SES. Narcotraficante.
|
Razuk
Abrene, Widen
|
Prefecto
de Santa Cruz bajo Bánzer. Terrorista. Narcotraficante. Jefe de grupo en
Santa Cruz.
|
Recacochea,
Carlos
|
Santa
Cruz.
|
Rivera,
Soledad
|
Magisterio.
Cochabamba.
|
Roca,
Lorgia
|
Funcionaria
del Min. Interior en Montero. Enlace con narcotraficantes.
|
Rocha,
Lucio
|
Jefe del
Departamento de Acciones y Control de la UMSA. Agentes del SES.
|
Rocha,
Oscar
|
Del
Comando «Los Albertos», asesino de Luis Espinal.
|
Rojas,
Anacleto
|
Campesino.
Cochabamba.
|
Rojas,
Marcelo
|
Oficial de
la Fuerza Naval.
|
Sagra,
Oscar
|
Mercenario
argentino procedente de la AAA. Informante.
|
Salamanca
Trujillo, Daniel
|
Subsecretario
del Min. Interior bajo Arce Gómez. Ideólogo y panfletista de los
paramilitares.
|
Salamanca
Trujillo, Hugo
|
Hermano
del anterior. Secretario privado de García Meza.
|
Salazar,
Pedro
|
Sargento.
Del GOESP.
|
Salinas,
Walter
|
Interventor
de la Federación de Maestros Rurales de Cochabamba.
|
Sánchez,
José Luis Machiavello
|
Mercenario
peruano. Del FBJ. Apresado en Brasil.
|
Sánchez de
Loria, Gonzalo
|
Catedrático
en la UMSA.
|
Sánchez
Peña, Pablo
|
Agente del
SES.
|
Sandoval
Morón, Willy
|
Encargado
de la recaudación de impuestos a los grandes transportistas de coca a nombre
del SES.
|
Santa
Cruz, Antonio
|
Jefe de
personal en unidad sanitaria de Cochabamba.
|
Saravia, N
.
|
Capitán.
Del SES.
|
Schelling,
N. (a) «Pingüino»,«Mariano» o «Miranda»
|
Capitán
argentino. Torturador. Jefe de Inteligencia del aparato represivo de la ESMA
en Buenos Aires y agente para operaciones en el exterior. Responsable del
equipo de expertos en Terrorismo e Inteligencia de la ESMA que se trasladó a
Bolivia en 1980.
|
Schelling,
N .
|
Coronel
argentino. Hermano del anterior. Profesor en la Escuela de Estado Mayor en
Cochabamba.
|
Schramme,
Jean
|
Mercenario
belga. "Coronel" de mercenarios y ex jefe de Policía en Katanga (ex
Congo belga, hoy Zaire). Beni.
|
Soto, N .
|
Capitán.
Tránsito de Cochabamba.
|
Stellfeld,
Hans Joachim
|
Mercenario
alemán del FBJ. Ex soldado nazi. Guardaespaldas de Ustarez. Muerto (por
sobredosis de cocaína) o asesinado(por Hoefle y Konter) en Santa Cruz en
diciembre de 1980.
|
Suárez,
Héctor
|
Agente del
Min. Interior.
|
Téllez
Mier, Víctor
|
Cochabamba.
|
Torres,
Hilarión
|
De FSB.
Jefe del Departamento de Inscripciones y Registros de la UMSA.
|
Torres
Vilela, Melquiades (a) «Jemio»
|
Detective
de la DIN. Torturador. Min. Interior. Asesino de Luis Espinal.
|
Torrico,
Epifianio
|
Magisterio.
Cochabamba.
|
Torrico,
Santiago
|
Campesino.
Norte de Potosí.
|
Trigo,
Raúl
|
Del
Comando «Los Albertos», asesino de Luis Espinal.
|
Trujillo,
Galo
|
Luchador
profesional. Torturador. Min. Interior rior. Asesino de Luis Espinal.
|
Urefia,
Adalid
|
Magisterio.
Cochabamba.
|
Usnayo,
Marcial
|
Agente de
la DIN y del SES. La Paz.
|
Ustarez
Ferreira, Adolfo
|
Contralor
General de la República bajo García Meza. Integrante y portavoz de los GOA.
|
Vaca,
Oscar Román
|
Presidente
del comité Pro Santa Cruz bajo Bánzer. Ministro de Salud bajo Pereda.
Prefecto de Santa Cruz bajo García Meza. Terrorista.
|
Vacaflor,
Juan
|
Teniente
Coronel. Ex jefe del SIE. Jefe del GOESP.
|
Vaca Díez
de Ortiz, Tatiana
|
Del FBJ.
Apresada en Brasil.
|
Valdivia,
Alberto
|
Oficial
del Ejército.
|
Valdivia,
Alfonso
|
Catedrático
de Metalurgia en la UMSA.
|
Valenzuela
de Alvarez, Marina .
|
Informante.
Cochabamba.
|
Valverde
Barbery, Carlos
|
Organizador
de los grupos de choque de FSB. Terrorista. Ministro de Salud bajo Bánzer.
Jefe de grupo en Santa Cruz.
|
Van de
Zande, Róger
|
Mercenario
belga. Del grupo de Schramme.
|
Van de
Zande, N. (a) «Tigre»
|
Mercenario
belga, hijo del anterior. Del SES. Torturador.
|
Van
Ingelgom, Álbert
|
Mercenario
belga. Ex oficial de las Tropas de Asalto nazis. Del grupo de Schramme.
|
Vargas,
Willy
|
Cochabamba.
|
Vázquez,
Beatriz
|
De la
División de Bienestar de la UMSA.
|
Velarde
E., Percy
|
Torturador.
La Paz.
|
Velázquez
Paz, Carlos .
|
Supervisor
de Escuelas Rurales. Torturador. Cochabamba
|
Velázquez,
Nancy R. de
|
Esposa del
anterior.
|
Vildoso,
Franklin
|
Informante.
La Paz.
|
Vollmer,
Carsten
|
Mercenario
alemán del FBJ. Ex miembro de la Legión Extranjera.
|
Valterkirche,
Wolfgang
|
Mercenario
austríaco del FBJ. Apresado en Brasil
|
Zambrana,
Jorge
|
Aeropuerto
de Santa Cruz.
|
Zanabria
Pérez, Félix .
|
Guardaespaldas
del Mayor Nelo Montero
|
Zegarra,
Walter
|
Notario en
Quillacollo.
|
Zuna,
Humberto
|
Informante.
Huanuni.
|
Principales Jefes y oficiales de las Fuerzas Armadas con poder de
mando sobre los Paramilitares
Principales Jefes y oficiales de
las Fuerzas Armadas con poder de mando sobre los Paramilitares
|
|
1. Coronel Luis Arce Gómez.
|
Ex jefe del Dep. II EMGE. Ex ministro del Interior.
Ex director del Colegio Militar. Director de la Escuela de Inteligencia
Militar.
|
2. Coronel Faustino Rico Toro
|
Ex ministro del Interior. Ex jefe del Dep. II EMGE.
Jefe de la Casa Militar de García Meza. Director del Colegio Militar.
|
3. Coronel Freddy Quiroga
|
Ex jefe del SIE. Jefe del SES, luego del DIE.
|
4. Coronel Carlos Rodrigo Lea Plaza
|
Jefe del Dep. III EMGE y del COC.
|
5. Coronel Rafael Loayza .
|
Funcionario permanente del Min. Interior
|
6. Coronel David Fernández Viscarra
|
Jefe de la Sección de Inteligencia de la Fuerza
Aérea.
|
7. General Natalio Morales Mosquera
|
Comandante de la Fuerza Aérea. Integrante del COC.
|
8. Capitán Hinojosa .
|
Subjefe del SES, luego del DIE
|
9. Coronel Carlos Mena Burgos .
|
Ex jefe de Inteligencia del Min. Interior. Ex
ministro del Interior
|
10. Teniente Coronel Juan Vacaflor .
|
Ex jefe del SIE. Jefe del GOESP
|
11. Coronel Carlos Casso Michel .
|
Jefe de Inteligencia del Min. Interior
|
12. Capitán Montaño
|
Del SES.
|
13. Capitán Saravia
|
Del SES.
|
14. Teniente Pizarroso
|
Del SES.
|
15. Capitán Weymer Muñoz Torres
|
Del Dep.II EMGE.
|
16. Capitán Germán Puyol
|
Del Dep.II EMGE.
|
17. Capitán Rudy Landívar
|
Ex coordinador del Pacto Militar-Campesino.
|
18. Mayor Nelo Montero
|
Coordinador del Pacto Militar-Campesino.
|
19. Mayor Daniel Clavijo
|
Coordinador de grupos campesinos.
|
AAA = Alianza Anticomunista Argentina o «Triple A».
COC = Comando de Operaciones Conjuntas. Dep. II EMGE = Departamento II
(inteligencia) del Estado Mayor General del Ejército. Dep. III = Departamento
II (Operaciones). DID = Dirección de Investigación Departamental DIE = Dirección
de Inteligencia del Estado. DIN = Dirección de Investigación Nacional. DOP =
Departamento de Orden Político. ESMA = Escuela de Mecánica de la Armada. FBJ
= Frente Bolivia Joven. FSB = Falange Socialista Boliviana. GEC = Grupo
Especial de Comando. GOA = Grupos Operacionales de Apoyo. GOESP = Grupo de
Operaciones Especiales. OAS = Organisation Armée Secrète SES = Servicio
Especial de Seguridad. SIE = Servicio de Inteligencia del Estado. UMSA =
Universidad Mayor de San Andrés, de La Paz. Min. Interior = Ministerio de
lnterior.
|
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