Cargamento de oro milenario y acémila ingresando por la Avenida Cívica
Por: Dehymar Antezana – Periodista / Este
articulo apareció en el periódico La Patria el 5 de marzo de 2011
Todos o quienes se encargan de hacer estudios sobre el
Carnaval de Oruro, Obra Maestra del Patrimonio Oral e Intangible de la
Humanidad, siempre hacen referencia a su origen, en relación a leyendas y
mitos, los principales y conocidos son: La Mitología del Carnaval de Oruro, El
Nina Nina y El Chiru Chiru.
El término de las tres historias desembocan en que
los mineros y el pueblo Uru, determinan vestirse de diablos, para escenificar
el sometimiento de mal al bien, o en retribución al milagro de vida dado por la
Ñusta al pueblo de los Urus, por haberlos salvado de las cuatro plagas enviadas
por Huari, el semidios andino.
Es que a partir de ese momento, los sentimientos
de los habitantes de esta región hacen que confluyan en un solo fin, la
devoción a la madre de los mineros, la Patrona de los orureños, la Virgen del
Socavón.
Aspectos que desde ningún punto de vista los
deliberaremos, pero, queremos retrotraernos al Carnaval de Antaño de Oruro. Si
bien no podemos precisar la fecha de su inicio, porque no existe un dato
fidedigno al respecto, sólo podemos afirmar y con certeza que el Carnaval de
Oruro tiene más de dos siglos de vigencia, si tomamos como punto de partida la
aparición de la Virgen del Socavón en 1789, con las leyendas del Chiru Chiru y
el Nina Nina.
Ese hecho corroborado por Manuel Vargas, quien en
su nota escrita: "Oruro desfile de Tradiciones" y publicada en la
revista Etnofolk de 1992 señala que el Carnaval se inició en 1789, con el culto
a la Virgen del Socavón. De esta época datan dos tradiciones parecidas, lo que
mencionamos antes, las leyendas del Chiru Chiru y el Nina Nina.
Se cree que a raíz de esos milagros, y después de
casi un siglo de ellos, en 1881 se construyó el Santuario de la Virgen del
Socavón. Porque antes era sólo una pequeña parroquia al pie del cerro Pie de
Gallo, donde los devotos se reunían para rendirle pleitesía a la Virgen de la
Candelaria, que estaba pintada en un lienzo y cuyo fresco data de la segunda
mitad del siglo XVI.
En el Libro de Oro de las Crónicas del Santuario
se lee: "Década 80 del siglo XIX. El presbítero Francisco Cárdenas
promueve la construcción de una capilla más amplia entre los años 1881 – 1882.
El presidente de la República, general Narciso Campero ayuda (?) en su
construcción".
Una construcción que resultó ardua, pero
felizmente que culminó el ingeniero Julio Pinkas, quien fue traído desde el
Brasil por el presidente de la República, Aniceto Arce, para que se hiciera
cargo de varias obras importantes", según se publicó en el artículo
"Construcción del Santuario" escrito por fray Alfonso Masignani
Ballico, en su libro: "La Historia del Santuario Virgen del Socavón".
Pero, su origen puede ir mucho más antes, si
tomamos en cuenta la Mitología del Carnaval de Oruro, con la aparición de las
cuatro plagas al pueblo de los Urus y cuyos vestigios de tan maravilloso relato
aún son evidentes en la ciudad de Oruro, al observar los restos de las cuatro
plagas; la víbora, el lagarto, el sapo y las hormigas que un día invadieron
este territorio, convertidas por la Ñusta en roca y arena.
Obviamente, el proceso para que llegue a
consolidarse en la majestuosidad, como hoy conocemos al Carnaval de Oruro,
fueron de muchos, pero muchos años.
Al margen del aspecto religioso, también tiene que
ver aquí lo místico y lo andino, los rituales y otros aspectos espirituales,
pero que no lo son todo. Es una simbiosis de lo religioso con lo pagano.
Cultura más rica que no se la ve en ninguna otra parte del mundo, con estas
características.
Queremos compartir el criterio de Edwin Guzmán
Ortiz, quien en el artículo "El Carnaval Recóndito" que escribió para
la revista "Etnofolk" del Comité Departamental de Etnografía y
Folklore en 1992, establece:
"Si el Carnaval no es exclusivamente lo
andino, sino enfáticamente además lo mestizo, eso que aludimos con el epíteto
de "popular" cobra de pronto gran importancia. Además de la memoria
larga del Carnaval, cuyas circunstancias se remontan a la colonia e incluso al
periodo precolombino, la memoria corta forjada a principios de siglo (XX) nos
proporciona un filón riquísimo de referencias que tienen que ver mucho con la
identidad original de esta fiesta".
Guzmán asegura que el Carnaval de Oruro tiene un
origen social humilde y por ese factor es "grandioso" y
"majestuoso". Son los mineros y los gremios quienes se encargan de
recrear a través de la danza su tránsito por la historia y la cultura.
"Los gremios de matarifes, veleros, cocanis y
otros núcleos populares, a partir de la devoción hacia la Virgen del Socavón,
cumplen la peregrinación en una entrada al Santuario desde las minas (San José
e Itos) y pueblos aledaños como Machacamarca; este acto festivo devocional, es
lo que se conoce como la "Entrada del Socavón". Una fiesta popular
colmada de fe", dice Guzmán.
Sin embargo, a un principio los denominados
"k’aras" o personas de la alta alcurnia, rechazaban esta
manifestación cultural, prueba más clara de ello, son las publicaciones que
aparecen en periódicos de la época, en la que se niega el ingreso de la Entrada
por la Plaza 10 de Febrero, por una ordenanza municipal de los años 20 del
pasado siglo. Por el contrario, en los medios impresos se criticaba el desorden
y el paganismo de los "indios".
Lo que se puede recuperar de esa época son fotografías
que muestran cómo eran los trajes de los danzarines de antaño, que pese a la
pobreza reinante, sus hábiles talentos en la confección de los trajes,
dignificaban su devoción a la Patrona de los mineros.
"Sin bandas (de música), al son de aerófonos
andinos hacían su peregrinación hacia la Virgen del Socavón, mientras en otros
escenarios, los "havillés" y las noches venecianas del carnaval de la
oligarquía se desbordaba en medio de champagne, coupletistas, vestidas de
madame Adrianne y aedas perfumados en los salones del Edén y el Palais Concert.
Obreros, mutualistas, artesanos, cholos libertarios y unas cuantas mujeres,
jamás pudieron imaginar que su fervor al cabo de unos años, sería conocido en
todo el mundo", afirmó Guzmán.
Es por eso, y rescatando siempre los enunciados de
Guzmán que hoy cuando vemos el lujo, la belleza de los artesanos plasmados en
sus obras de arte, y el crecimiento que tuvo la Obra Maestra, no queremos
recordar cuál fue el origen de tan grandiosa manifestación.
Mientras que Juan Carlos Paz, en su artículo
"El Carnaval de Oruro" de la Revista Etnofolk de 1992, tras una
entrevista realizada al danzarín de la Diablada Auténtica y conocido como el
"decano de los diablos de Oruro", Camilo Paz Díaz, enfatiza que los
mineros fueron los primeros que le rindieron pleitesía la Virgen Morena del
Socavón.
"El origen de esta festividad religiosa,
arranca del temor que sienten los mineros dentro de la mina. Allí nace el
respeto a la Pachamama (madre tierra) y el miedo a los accidentes que se
producen en las labores mineras, el minero busca protección de la Patrona: La
Virgen del Socavón".
Paz afirma que los mineros fueron creadores de la
entrada del Sábado de Peregrinación. Para ganarse los favores de
"Supay" (diablo) se disfrazan queriendo representarlo, bajo la
dirección del jefe. Luzbel (príncipe de las tinieblas). Mientras que el baile de
la diablada, sería la danza de la redención, para llegar hasta los pies de la
"Ñusta", transformada en la Virgen del Socavón.
"De esto nace la entrada del sábado de
Carnaval (antes denominada de esa manera, ya que a la fecha se estableció como
la Entrada del Sábado de Peregrinación, por ser el motivo central de la fiesta
devocional dedicada a la Virgen del Socavón) con comparsas de jóvenes
entusiastas, que con el tiempo se agranda, la alegría crece en el pueblo,
muestra interés de participar formando nuevas comparsas que contraigan
entusiasmo creciente", relata Paz.
En forma ya organizada, se forman varias
instituciones folklóricas desde 1904, no cabe duda que una de ellas, sea la
Gran Tradicional Auténtica Diablada Oruro (25 de noviembre de 1904).
Luego se organizan otros conjuntos como la
Morenada Zona Norte, la Morenada del Sur, Los Negritos llamados en ese entonces
como Tundiquis, "Los 12 pares de Francia", que era un grupo que
llegaba de Chuquicamata, frontera Chile – Bolivia, bailan en pareja, el varón
vestía una camisa blanca con la manga doblada a tres cuartas, zapatilla y un
pantalón negro corriente. El ritmo que ejecutaban era al estilo del vals. La
mujer tenía un vestido largo y una túnica que le cubría desde la cabeza,
quedando descubiertos sólo los ojos.
También se crearon los Tobas, la Llamerada, los
Cullaguas, los Sicuris y otros.
ENTRADA
Cuando esta manifestación ya era aceptada por la
burguesía y clases dominantes, la entrada de antaño era corta y recorría sólo
algunas calles antes de ingresar al Santuario de la Virgen del Socavón.
Paz relata: "Los danzarines no uniformaban
los pasos, después del domingo un diablo bailaba acompañado de una China, la
cueca "Chaupinpi Misq’iyoj" (cueca mezclada con diablada); primero la
cueca al pasar la primera de ésta, se introducía la diablada y luego se bailaba
la "segundita" de la cueca hasta terminar)".
Al retorno de la casa del pasante se bailaba en la
Prefectura, allí se hacía una demostración de la coreografía de la diablada,
como el ovillo, el relato y la estrella. Luego el prefecto invitaba a los
danzantes, salteñas con cerveza. Luego los diablos bajaban bailando por la
calle Bolívar, se iban a la casa del pasante, donde eran bien atendidos.
Más tarde, la Entrada del Sábado de Peregrinación
fue creciendo y se desarrolló ya por la Avenida 6 de Octubre, como prueba de
ello existe la letra de una diablada que dice "Por la 6 de Octubre, por la
calle principal, todos a bailar, todos a cantar…".
Para una mejor organización se derivó a la calle
Pagador y con el paso del tiempo y después de varios experimentos, al fin se
estableció el ingreso por la Avenida del Folklore, conocida también como la
Avenida 6 de Agosto.
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