SEBASTIÁN PAGADOR Y EL 16 DE JULIO
Por: Adhemar Avalos Ortíz – Politólogo / La Patria 25 de julio de 2010
El hecho libertario de 1809 en La Paz, si bien,
por su programa, no estaba relacionado directamente con el pronunciamiento de
Sebastián Pagador tuvo una relación orgánica profunda en el sentido de su
integración. El prócer de la tierra de tantas proezas de las pampas orureñas se
manifestó contra el dominio colonial, no obstante no adquirió la concepción de
una verdadera independencia, simplemente señaló el camino y la tierra del
Illimani la entendió en su justo nivel.
El levantamiento, importante y poco reconocido de
un mestizo como Sebastián Pagador, repercutió en la memoria de mucha gente,
especialmente con sangre española mezclada en la profundidad con el ardor de
los originarios que nunca más podrán reclamar ningún origen puro ya que están
impregnados de progenie de la península ibérica, sino, lo contrario,
significaría que desprecian un proceso natural y necesario. El colonialismo fue
cruel, injusto y bárbaro, pero entendible en el concepto de una época de poder
y atrevimiento, en la idea de Atila. No se pueden ni deben justificar los
crímenes de los españoles, pero solamente encontrar su sentido histórico,
difícil, cruento y a veces bárbaro, probablemente las más de las veces.
Sebastián Pagador se opuso a una economía que
privilegiaba a los españoles y aplastaba a los criollos y mestizos. Todavía de
una manera no tan clara, y visible, se manifestó contra la opresión y en esto
radica su contribución. Murillo solamente hizo visible con sus compañeros un
proceso indetenible. El pronunciamiento de 1809 significó el primer grito
libertario estructurado de Latinoamérica, diferente al de Haití en 1804,
similar en sus objetivos, pero que hubiera sido simplemente imposible sin el
prócer orureño, aún no tanto en su aporte material sino filosófico.
El alzamiento del 10 de febrero de 1781, y es
pertinente reconocer el aporte investigativo del productor de conocimiento
llamado Maurice Cazorla en el tema de discusión, el mismo que habla de "un
levantamiento desarrollado el 10 de febrero de 1781, justamente en el conflicto
que se tenía en la Villa de Oruro entre los europeos contra criollos y
mestizos", implicó el dilema fundamental del tiempo colonial, la discusión
entre la libertad o la opresión.
Y, no obstante, Murillo y compañía, llevaron el
proceso de Oruro de 1781 a su cumbre. Hicieron posible la independencia de las
colonias y en ello radica su importancia que no puede ser esquivada, a pesar de
15 años de lucha cruenta, pero ganadora.
Y, en este contexto, los intentos indígenas de
fines del siglo XVIII no se pueden considerar "precursores".
Simplemente reclamaron derechos económicos de mestizos o de gente que nunca ha
podido entender que vino de Asia, exactamente de su parte central. Ahora se
creen "dueños del mundo" y no son más que una parte del planeta ni
siquiera importante, la que reclama derechos cuando ni siquiera hace lo posible
por ser razonablemente independiente.
El indigenismo, como el fundamentalismo árabe, no
triunfará nunca y se acabará en su barbarie racial a la que han sido
incorporadas las etnias del Oriente, e, inclusive, reclama derechos sobre las
áreas protegidas que son patrimonio de la Humanidad lo que resulta inconcebible
con el sentido de la nueva Constitución que si bien les garantiza el acceso
parcial a la tierra, no obstante no les concede el patrimonio absoluto sobre la
propiedad de todos los ciudadanos bolivianos.
Finalmente, lo que pasó en 1781 debe ser
incorporado a nuestro saber mestizo. Con algunas acciones importantísimas se
generó la chispa de un proceso libertario fundamental. Esa es la razón de que
La Paz y Oruro no pueden vivir separadas, su historia les identifica y
concentra.
No hay comentarios:
Publicar un comentario