Diablos de la Auténtica en su viaje a Francia el año 1997
Por: Mónica V. Aramayo Quinteros - Editora General de La Patria /
Este articulo apareció publicado en el periódico La Patria el 5 de marzo de 2011
Con más 106
años de tradición y ante todo devoción a la Virgen del Socavón, o Virgen de la
Candelaria es la Gran Tradicional Autentica Diablada Oruro, identificada con el
gremio de los matarifes o "mañazos", y reconocida como el conjunto
folklórico más antiguo de la fiesta devocional que desde Oruro, se muestra al
mundo como una verdadera Obra Maestra del Patrimonio Oral e Intangible de la
Humanidad.
Siendo un conjunto de tradiciones familiares, cuyas costumbres, leyendas y ritos han sido transmitidos de generación en generación, en la actualidad cuenta entre sus principales patrimonios con un disfraz de diablo de 1938 que forma parte del tesoro custodiado por la familia Nina Carpio, siendo su poseedor el abogado Alfonso Nina Carpio, pues la reliquia fue lucida por su padre hace más de siete décadas.
La vestimenta está confeccionada en base al bordado con hilos de plata, y por el peso de dicha prenda se aprecia que el metal es el principal componente. Se trata de una pechera y un pollerín, que además de llevar bordados de plata, luce atractivos diseños combinados en base a hilo mechilla que a pesar de los 73 años transcurridos desde la última fecha de su uso, lucen radiantes y casi intactos. La laboriosidad de la obra se completa con adornos de pedrería, lentejuelas opacas y diseños diferentes en botones.
En la memoria de Nina Carpio, todavía queda el recuerdo de cómo su padre lucía el disfraz, que además llevaba unos cascabeles fabricados aparentemente con tapa coronas de refrescos o cerveza.
Las fajas que en la actualidad se aprecian con monedas contemporáneas, en la mayoría de las diabladas; en la antigüedad y como consecuencia del auge minero los diablos mañazos a pesar de ser considerados como gente de la "clase baja" y por consiguiente pobres, se daban el lujo de bailar vistiendo fajas elaboradas con "ch’askas" de plata, sobresalía entre ellos el "kory toro" Don Timoteo Juaniquina, que lucía una faja diseñada en base a libras esterlinas.
Dentro su patrimonio familiar, Nina guarda una réplica labrada en plata de una imagen del cóndor alado, que portaba otro de sus familiares como parte del diseño de su pechera. Sus pañoletas que llevaban en la espalda eran de seda, una por danzarín, ahora una triada y fabricadas en telas variadas. El disfraz se completaba con un buzo de algodón de color blanco, pero ahora los mañazos lucen esta misma prenda, pero de color naranja.
DIABLADA
Afirmó que por testimonio de antiguos danzarines se sabe que en sus orígenes eran denominados sólo como la danza de los diablos, pero, desde Oruro se gestó y se acuñó el término de diablada.
"Lamentablemente estos grupos de danzarines no eran bien vistos por la sociedad de entonces y como una especie de menosprecio a esta gente que llegaba hasta el Santuario de la Virgen de Socavón, por entonces sólo capilla, de forma despectiva se denominaba la diablada. ¡Esta diablada!, les decían. Esto quiere decir que la palabra propiamente -diablada- nace en Oruro, producto del trato despectivo hacia los diablos devotos, que hasta entonces se la conocía como la comparsa de diablos", dijo.
Ahora las diabladas tras su evolución en la vestimenta, máscaras, innovación de danza y música, se constituyen en el ícono de Oruro y del folklore boliviano.
"Por referencias se sabe que cuando por primera vez bailaban aquí, copiaron la imagen del demonio que llegó con la conquista, es decir uno en forma de humano de color rojo, con una barba de macho cabrío, pero ya luego la creatividad popular impuso cambios", relató.
GUIÓN DE PLATA
Un joya que ostenta esta diablada es un guión de plata (especie de estandarte) fabricado en 1913, según se puede apreciar en dicho objeto, que a principios del siglo XX, fue "obrado" en honor de la Virgen del Socavón por los esposos Mariano Ramos y Bictoria Acarapi (sic) y fue confeccionado por un anónimo orfebre, en la localidad de Toloma, cantón Caracollo de la provincia Cercado de Oruro.
La presea cada año era portada por los pasantes o la cofradía de la diablada de los "mañazos", que además cada 6 de enero se trasladaban a la localidad de Toloma para bailar como devotos de la Virgen de la Candela y luego los tolomeños, en retribución, hacían que la joya sea portada en cada Entrada de Carnaval. Esta costumbre se cortó en 1970, pero el 2009 fue repuesta siendo Don Demetrio Alcalá quien portó dicha reliquia junto a la cofradía que encabeza el paso de la diablada.
El guión tiene una dimensión de 31,5 centímetros de ancho y 49 centímetros de largo en el que se advierte la figura de la Virgen Candelaria, a los costados unos ángeles alados. En la parte superior se observa la inscripción: "O birguen del Socabón"; también se nota otra inscripción que menciona a los devotos Mariano Ramos y Bictoria Acarapi.
Los mañazos, y su diablada se constituyen en la primera institución folklórica reconocida como protagonista del Carnaval de Oruro.
Siendo un conjunto de tradiciones familiares, cuyas costumbres, leyendas y ritos han sido transmitidos de generación en generación, en la actualidad cuenta entre sus principales patrimonios con un disfraz de diablo de 1938 que forma parte del tesoro custodiado por la familia Nina Carpio, siendo su poseedor el abogado Alfonso Nina Carpio, pues la reliquia fue lucida por su padre hace más de siete décadas.
La vestimenta está confeccionada en base al bordado con hilos de plata, y por el peso de dicha prenda se aprecia que el metal es el principal componente. Se trata de una pechera y un pollerín, que además de llevar bordados de plata, luce atractivos diseños combinados en base a hilo mechilla que a pesar de los 73 años transcurridos desde la última fecha de su uso, lucen radiantes y casi intactos. La laboriosidad de la obra se completa con adornos de pedrería, lentejuelas opacas y diseños diferentes en botones.
En la memoria de Nina Carpio, todavía queda el recuerdo de cómo su padre lucía el disfraz, que además llevaba unos cascabeles fabricados aparentemente con tapa coronas de refrescos o cerveza.
Las fajas que en la actualidad se aprecian con monedas contemporáneas, en la mayoría de las diabladas; en la antigüedad y como consecuencia del auge minero los diablos mañazos a pesar de ser considerados como gente de la "clase baja" y por consiguiente pobres, se daban el lujo de bailar vistiendo fajas elaboradas con "ch’askas" de plata, sobresalía entre ellos el "kory toro" Don Timoteo Juaniquina, que lucía una faja diseñada en base a libras esterlinas.
Dentro su patrimonio familiar, Nina guarda una réplica labrada en plata de una imagen del cóndor alado, que portaba otro de sus familiares como parte del diseño de su pechera. Sus pañoletas que llevaban en la espalda eran de seda, una por danzarín, ahora una triada y fabricadas en telas variadas. El disfraz se completaba con un buzo de algodón de color blanco, pero ahora los mañazos lucen esta misma prenda, pero de color naranja.
DIABLADA
Afirmó que por testimonio de antiguos danzarines se sabe que en sus orígenes eran denominados sólo como la danza de los diablos, pero, desde Oruro se gestó y se acuñó el término de diablada.
"Lamentablemente estos grupos de danzarines no eran bien vistos por la sociedad de entonces y como una especie de menosprecio a esta gente que llegaba hasta el Santuario de la Virgen de Socavón, por entonces sólo capilla, de forma despectiva se denominaba la diablada. ¡Esta diablada!, les decían. Esto quiere decir que la palabra propiamente -diablada- nace en Oruro, producto del trato despectivo hacia los diablos devotos, que hasta entonces se la conocía como la comparsa de diablos", dijo.
Ahora las diabladas tras su evolución en la vestimenta, máscaras, innovación de danza y música, se constituyen en el ícono de Oruro y del folklore boliviano.
"Por referencias se sabe que cuando por primera vez bailaban aquí, copiaron la imagen del demonio que llegó con la conquista, es decir uno en forma de humano de color rojo, con una barba de macho cabrío, pero ya luego la creatividad popular impuso cambios", relató.
GUIÓN DE PLATA
Un joya que ostenta esta diablada es un guión de plata (especie de estandarte) fabricado en 1913, según se puede apreciar en dicho objeto, que a principios del siglo XX, fue "obrado" en honor de la Virgen del Socavón por los esposos Mariano Ramos y Bictoria Acarapi (sic) y fue confeccionado por un anónimo orfebre, en la localidad de Toloma, cantón Caracollo de la provincia Cercado de Oruro.
La presea cada año era portada por los pasantes o la cofradía de la diablada de los "mañazos", que además cada 6 de enero se trasladaban a la localidad de Toloma para bailar como devotos de la Virgen de la Candela y luego los tolomeños, en retribución, hacían que la joya sea portada en cada Entrada de Carnaval. Esta costumbre se cortó en 1970, pero el 2009 fue repuesta siendo Don Demetrio Alcalá quien portó dicha reliquia junto a la cofradía que encabeza el paso de la diablada.
El guión tiene una dimensión de 31,5 centímetros de ancho y 49 centímetros de largo en el que se advierte la figura de la Virgen Candelaria, a los costados unos ángeles alados. En la parte superior se observa la inscripción: "O birguen del Socabón"; también se nota otra inscripción que menciona a los devotos Mariano Ramos y Bictoria Acarapi.
Los mañazos, y su diablada se constituyen en la primera institución folklórica reconocida como protagonista del Carnaval de Oruro.
Lucifer montado en caballo, una alegoría que representa a los mañazos de antaño que arreaban al ganado en su recorrido por largas distancias
PLATERÍA
Al interior de la institución existen dos personalidades de total entrega y devoción, ellos son Marcelina y Demetrio Alcalá Ramos. Doña Marcelina, una mujer de aproximadamente 80 años que es la encargada desde hace más de medio siglo de armar los cargamentos de plata, con lujosos objetos de su propiedad.
Ella estimuló a su hermano Demetrio a lucir la pechera, espuelas, pollerines, muñequeras de plata antigua, indumentaria que sin lugar a dudas no pasa desapercibida durante la presentación, esta costosa innovación con el pasar de los años se constituye en una especie de moda entre los auténticos.
RODEO
Una tradición centenaria al interior de la Auténtica, es el "rodeo", actividad que cumplían desde tiempos antiguos cuando los pasantes visitando a sus amistades llevaban un plato de masitas y bebidas para convidar y comprometerlos a bailar el próximo año.
Los diablos de principios de siglo, no lucían ropa de ensayo, como se acostumbra ahora, sino que vestían trajes y portando una cañahueca en las manos, practicaban la danza que iban a presentar en honor de la Virgen de la Candelaria.
El barrio de los mañazos, estaba asentado en el sector aledaño al actual Hospital Obrero, desde donde los devotos danzantes se desplazaban por las calles hacia el centro de la ciudad para llegar a los pies de la divina imagen. Esta danza no incluía la participación de la mujer, algunos hombres se disfrazaban de china supay y las mujeres se dedicaban a actividades menores, como acompañar y asistir en sus necesidades a los danzarines o preparar los alimentos y bebidas para la fiesta posterior.
Sin embargo, una fotografía de 1930, se constituye probablemente en la prueba de la incursión de la mujer en dicha festividad, pues en medio de las decenas de diablos aparece una niña luciendo una máscara, algo parecido a un cetro, y vistiendo pollera y blusa.
PONCHO MAÑAZO
Los auténticos a la fecha mantienen como parte del traje de ensayo un poncho y un sombrero negro de ala ancha, pues a finales del siglo XIX y principios del XX, los caballeros dedicados al derribo de ganado y venta de carne, vestían un poncho de vicuña y montados en mulos o caballos realizaban largos viajes para transportar sus productos y arreando ganado.
También lucían espuelas que años más tarde fueron asimiladas como parte de la indumentaria de la tropa de diablos.
Los mañazos acostumbraban compartir alimentos en la "mesa y once" que se realizaba el lunes conocido como el Día del Diablo, donde se distribuían masitas, con algunas banderitas, comida y bebidas.
Luego de despedirse de la Virgen del Socavón, bajaban por las calles interpretando cánticos de cacharpaya por lo general en el idioma quecha, lo que también motivaba sean despreciados por la "gente bien" que decían: "¡Estas diabladas…!".
"Nuestros abuelos, me acuerdo incluso mi papá iba al campo en caballos, llevaban un sombrero y un poncho de vicuña", recuerda Don Demetrio Alcalá que desde niño formó parte de la "Auténtica". Él afirma que los pasos, de esta diablada, un tanto más lentos que de las otras, se cimentan en el accionar de los matarifes que para verificar la calidad del ganado, tienen que mirar de un lado y otro por la parte trasera, "es decir de izquierda a derecha, para ver si el ganado es flaco o gordo", sostiene.
Los mañazos, como característica de su coreografía presentan: El saludo, la estrella (o firma del diablo), columnas, la víbora, la cadena, el ovillo además del relato, teatralización que se presenta el lunes de Carnaval, al que sólo tienen acceso los diablos privilegiados.
"Entramos en concurso y el jefe de danza ve quien tiene más prosa y mejor baile, y los toma en cuenta para la presentación", afirma el danzarín testigo de más de medio siglo como parte activa de la peregrinación.
Recuerda que el paso de los danzantes, era acompañado sólo por siete músicos que amenizaban el baile de no más de 40 personas, que recorrían a partir de las 15:00 desde el Parque de la Unión Nacional, por la 6 de Octubre, hasta la Cochabamba, Washington y luego la Junín hasta el Santuario de la Virgen del Socavón.
"Ahora nosotros entramos a las siete de la mañana, ese privilegio no queremos perder, no nos interesa si la gente nos ve o no, nuestra danza es por devoción. Hay quienes dicen que por ser los pioneros del Carnaval debemos ingresar en un horario estelar, pero, nosotros nos debemos a la virgen, ése es nuestro mayor mérito", afirma.
Una costumbre que mantienen los mañazos es el sahumerio de los trajes que serán lucidos en la Entrada de Carnaval, este acto se realiza la noche del viernes previo a la peregrinación donde además se comparte el tradicional "rostro asado" de toro o vaca.
Diablos de los años 40 y La edición de La Patria en la que salio esta nota.
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