LA MENTALIDAD USURPADORA DE
CHILE GERMINÓ EN 1824
La antiquísima foto muestra a soldados antes de partir a la
Guerra del Pacífico en 1879.
Por: / 23 de marzo de 2014
Mientras Simón Bolívar
propugnaba la conformación de la Patria Grande o la Gran Colombia en
Sudamérica, en los albores de 1824, un año antes del nacimiento de Bolivia a la
vida independiente, desde Chile ya se oían voces en contra del sueño del
Libertador y en pos de hallar una forma para salir de la pobreza en la que se
sumía su población.
Los trasandinos, que en
1818 se declararon libres del yugo español, no pensaban como Bolívar. “Ellos
veían un peligro (en la eventual constitución de la Gran Colombia) porque Chile
hubiese sido otra vez la cenicienta de América, fue la sociedad pobre de la
colonia, por eso sus líderes empezaron a trabajar por sus propios intereses”,
sostiene el general Edwin De La Fuente, expresidente de la Academia Boliviana
de la Historia Militar.
El chileno Mariano Egaña
(1793-1846) que en 1824 era Embajador Plenipotenciario en Inglaterra, y que
formaba parte de ese grupo de políticos, advirtió en esa época—según De La
Fuente— que era “hora de pensar en Chile y solamente en Chile, si no pensamos
así, no les estamos garantizando el futuro a nuestros hijos”.
De La Fuente cita también a
Diego Portales (1793-1837), otro político que años más tarde se opondría a la
Confederación Perú-Boliviana incluso antes de la independencia de Bolivia: “No
podemos permitir, por ningún motivo, que Alto Perú (la futura Bolivia) se
independice unida a la Argentina y tampoco que sea libre unida al Perú. “Eso
sería un peligro inminente para el futuro de Chile”. Así, 55 años antes de la
invasión chilena que dio pie a la Guerra del Pacífico (1879-1883), Chile tomó
una posición.
El historiador Fernando
Cajías al referirse a Portales añade que éste puso las bases de lo que
pretendía ser la “República Portaliana, porque así era su ideología, y tenía
una posición contraria a cualquier intento de unidad americana, era enemigo de
Simón Bolívar, y por eso cuando el Mariscal Andrés de Santa Cruz intentó
unificar Bolivia y Perú, fue el más grande opositor afirmando que había que
mantener el equilibrio americano y que cualquier unión de dos estados rompía
ese equilibrio y los haría más fuertes que Chile”.
En la colonia, Santiago era
un fuerte militar de los españoles para repeler a los ingleses que deseaban
ingresar a Sudamérica. Sus pocos habitantes vivían de la guarnición y luego del
envío de algunas mercaderías a la gran ciudad de Potosí. “Lo poco que llevaban
lo hacían con mucho esfuerzo y de ahí viene el título que le dieron los
potosinos, el ‘del roto chileno’, porque venían con sus pantalones remendados,
era gente muy pobre, pero muy laboriosa”, dice De La Fuente.
POBREZA. Citando al
historiador paceño Édgar Oblitas (1935-2004), De La Fuente expone que durante
los primeros años de independencia chilena había en ellos una enorme aflicción
por la situación de pobreza que vivieron en la colonia, lo que les obligó a
decir basta. “Como dice Oblitas, de ahí viene su consciencia de usurpador,
ellos ven que el futuro de Chile no está en otras manos que en la usurpación”.
El nacimiento de la
Confederación Perú-Boliviana (1836-1839) crispó a los chilenos. Portales
insistía en que la unión de dos países ponía en peligro al resto de Sudamérica,
por eso Chile promovió la disolución del emprendimiento, lo que se dio tras la
derrota de la Batalla de Yungay, el 20 de enero de 1839, cuando los hombres al
mando del Mariscal Santa Cruz cayeron ante las fuerzas del chileno Manuel
Bulnes. Santa Cruz huyó a Ecuador y el presidente del senado boliviano, José
María Serrano—de acuerdo con De La Fuente— se levantó en su contra y en un
discurso afirmó: “Nos hemos salvado de ese abominable hombre”; incluso envió
una carta al Gobierno chileno en Santiago felicitándolo por el triunfo de
Yungay.
El exdirector de la
Academia Boliviana de Historia Militar identifica este momento, la década de
los 30 y 40 del siglo XIX, como otro en el que aparecieron políticos bolivianos
que comulgaban con la filosofía chilena. “Estos líderes bolivianos, a quienes
les faltaba amor por Bolivia, son captados por los chilenos, van claudicando y
sometiéndose a Chile”.
El 6 de diciembre de 1848,
Manuel Isidoro Belzu (1808-1865) llegó al poder y casi de inmediato tuvo como
oposición a políticos prochilenos, entre ellos Serrano y Casimiro Olañeta.
MELGAREJO. Belzu conocido
como el Tata Belzu por los indígenas, fue asesinado en 1865 por Mariano
Melgarejo (1820-1871). El abogado y exjuez Juan Lanchipa, en un artículo
publicado en La Razón en 2013, titulado El nefasto gobierno de Melgarejo,
recuerda que el tarateño fue usado por los chilenos. “Los acólitos bolivianos
de los intereses oligárquicos chilenos lograron la firma del Tratado de Alianza
del 19 de marzo de 1866, con el que se introdujo el ‘caballo de troya’ a
nuestro territorio para ejecutar el plan más depredatorio que haya sufrido
Bolivia, que consistía en arrebatarle a corto plazo territorios costeros”.
En 1866, el canciller
Mariano Muñoz (aliado interno de Chile) le presentó a Melgarejo—según Lanchipa—
“el infame documento mediante el cual se cedía parte del territorio. En 41 años
de vida republicana, ningún boliviano se había permitido poner en duda los
derechos de Bolivia sobre sus territorios en el Pacífico, pero Muñoz se
permitió desconocer los derechos y títulos de nuestra patria, y comprometió la
soberanía del Litoral”.
Melgarejo —agrega— midió en
el mapa con el pulgar la zona que debía transferirse y dijo: “Apenas mide una
pulgada, ¡no merece la pena de pleitear por tan poca cosa!”. Y dio por aprobada
la flagrante traición. La pulgada abarcaba 30.000 km2, desde el grado 25º31’36”
hasta el 24º. Trece años después, el 14 de febrero de 1879, Chile invadió
Antofagasta y usurpó territorios bolivianos.
La versión de que Daza
ocultó la noticia es falsa
El mito de que el
presidente Hilarión Daza (1840-1894) ocultó en febrero la noticia de la
invasión chilena a Bolivia por las fiestas del Carnaval es totalmente falsa,
según el historiador y general Edwin De La Fuente, exdirector de la Academia
Boliviana de Historia Militar.
En la antesala de la
invasión chilena “se construye una serie de mentiras, la primera y la más
grande es que Daza ocultó la invasión chilena por las fiestas de Carnaval, una
falsedad creada por este grupo de políticos que eran los olañetistas y que se
sometieron a los intereses chilenos”, denuncia el general en retiro.
Citando al recordado
escritor Hugo Roberts Barragán, historiador y autor del libro La gran traición
en la Guerra del Pacífico, entre otros, De La Fuente revela que hubo una
confabulación contra Bolivia. En su libro, Roberts reivindica la figura de
Daza. “Los acusadores decían que (Daza) había ocultado la noticia de la
invasión, por el Carnaval.
Años más tarde conocí en
Santiago (de Chile) a una Sra. Raquel Daza, hija del Gral. Daza y ella me refirió
que en la Guerra del Pacifico hubo una traición con el concurso de varias
personas confabuladas con el enemigo y que habían derrocado a su padre de la
presidencia”, escribe el autor.
De La Fuente añade que
después que el chasqui Gregorio Collque ubicó a Daza y le informó sobre la
invasión, el Presidente, que se encontraba en la vivienda de un coronel, salió
del inmueble y se dirigió al Palacio. “Se reunió con todos los miembros de su
gobierno hasta las seis de la mañana y planearon la defensa del territorio que
había sido invadido. Por eso, es una mentira de que él ocultó la noticia y que
hubiera dicho que siga la fiesta”.
El estudioso sostiene
además que fueron los historiadores chilenos —uno de ellos Benjamín Vicuña
Mackena— que tramaron el ‘relato carnavalesco’, de que Daza se guardó la
información. “La mentira tuvo sus efectos en algunos sectores de la sociedad
boliviana y quedó como un mito que a raíz de esa invención se había perdido el
Litoral. Semejante patraña fue parte de una campaña de desprestigio en contra
de Bolivia”, formula el General.
Daza fue víctima de un
golpe de estado en 1879 que propició Narciso Campero (1813-1896), el comandante
que pese a los pedidos y varias cartas del presidente Daza nunca movilizó a la
Quinta División, por ello Daza se retiró a Europa. Cuentan que en pleno
conflicto y ante la negativa de los peruanos de apoyar a los bolivianos pagó
incluso los sueldos a los oficiales, para que nos respaldaran, recursos que
salieron de sus bolsillos.
Carrasco, el héroe
olvidado del Pacífico
El 6 de diciembre de 1879
se registró la única victoria boliviana en la Guerra del Pacífico. Un escuadrón
de 70 francotiradores de la vanguardia de la Quinta División del Ejército
Boliviano derrotó a los Cazadores del Desierto de Chile, que los superaban en
número en el desfiladero de Tambillo.
El épico batallón era
conducido por el coronel Rufino Carrasco que, de acuerdo con datos del Centro
de Documentación e Información en Bolivia (CEDIB), provocó a los trasandinos.
Hubo “varios muertos y heridos, aparte de capturarle 11 prisioneros. En su
precipitada fuga, las fuerzas chilenas dejaron en poder del temerario escuadrón
boliviano 18 rifles Winchester, 14 espadas, 16 bestias e incontables monturas,
correajes y municiones”, añade.
La victoria fue minimizada
por el entonces comandante de la Quinta División Narciso Campero, indica el
general Edwin De La Fuente, exdirector de la Academia Boliviana de Historia
Militar, para quien además otro coronel de apellido Ayoroa, junto a Carrasco,
logró las sendas victorias de Tambillo y Canchas Blancas. “Luego, los dos
coroneles retornaron, comunicaron de los triunfos y pidieron que salga
inmediatamente la Quinta División, pero ¿qué hace Campero? Los destituyó del
mando. Carrasco vino a La Paz a denunciar la traición y cuando pasaba por la
puerta de la iglesia San Francisco murió apuñalado”.
Poco se conoce del ignorado
coronel chicheño nacido en 1817 y probablemente asesinado en 1879. Una vieja
foto, publicada por el CEDIB, muestra al héroe olvidado como un oficial maduro,
“en cuya mirada de cazador chispeaban la perspicacia y la bravura con cierto
atavismo asiático realzado por su enrarecido bigote. Pese a su ruinoso y
deshilado uniforme militar y a sus humildes y ajadas botas, lucía con de-
senfado una prestancia tan varonil y digna, que en ese instante supo que el
aplomo y la gallardía brotan del espíritu enaltecido y no así de los ropajes”,
apunta la descripción de esa página.
El investigador cruceño
Nino Gandarilla, de la Sociedad de Estudios Geográficos e Históricos de Santa
Cruz, destaca también a Carrasco. “Eso solo fue el comienzo del silencio para
borrar de las páginas de la historia su hazaña de Tambillos”. Los restos de
Carrasco descansan en Oruro.
Colorados fueron
perseguidos y asesinados
Tras la derrota en la
Batalla del Alto de la Alianza o en los Campos de la Alianza (26 de mayo de
1880) —como precisa el coronel Jorge Camacho Salgado, director de la Academia
Boliviana de Historia Militar— los soldados sobrevivientes del Regimiento de
Infantería RI-1 Colorados de Bolivia fueron perseguidos y muchos de ellos
asesinados.
“Narciso Campero (el
comandante que nunca movilizó a la Quinta División) le dio el golpe de estado a
Hilarión Daza (presidente en 1879) y luego persiguió a los Colorados de
Bolivia, que eran los más leales a Daza”, expone el historiador Jorge Édgar
Zambrana Jiménez.
El general y exdirector de
la Academia Boliviana de Historia Militar Edwin De La Fuente agrega que
documentos históricos dan cuenta de cómo un grupo de 12 colorados fueron fusilados
y luego descuartizados en Potosí, después de que gritaran: “¡Viva! Hilarión
Daza”.
Zambrana escribe que tras
la derrota en los Campos de la Alianza, el nuevo presidente Campero decretó la
confiscación de tierras a los campesinos, decisión que agravó más la crisis
interna que vivía el país, azotada además por la falta de alimentos, epidemias
y protestas sociales. El Gobierno procedió a disolver además a los 600
sobrevivientes defensores del Litoral.
“El 8 de agosto de 1881,
despóticamente y con el pretexto de que los soldados estaban sembrando
alborotos en Sucre, reclamando irrespetuosa e insubordinadamente sus salarios
impagos de varios meses, ordenó el fusilamiento público de 8 de los 29
sobrevivientes del Batallón Colorados en esa ciudad”, puntualiza el historiador
en un artículo de 2012, denominado El heroico Batallón Colorados.
Otros 20 fueron abatidos a
puertas cerradas. “Campero es sospechoso de haber integrado además la quinta
columna chilena”, lanza el historiador Zambrana.
Al final, los cuerpos de
los Colorados fueron expuestos al público como escarmiento. 39 años después, en
1919, algunos restos de los Colorados fueron trasladados a Potosí, allí se
acercó un hombre a las tumbas. “Era el último sobreviviente del Batallón
Colorados, a quien una feliz casualidad libró de ser victimado en Sucre; era el
sargento Nemesio Miranda. Así terminó el único homenaje a aquellos héroes
épicos, cuyo asesinato ha llenado de vergüenza a toda la República”, cierra.
____________
A continuación les ofrecemos un documental dividido en 4 partes difundido por un canal boliviano
_______________
Links relacionados
-
No hay comentarios:
Publicar un comentario