ARGENTINOS EN LA
GUERRA DEL PACÍFICO
Por: Mario Castro Torres - historiador,
psicólogo y docente de las carreras de Historia, Psicología y Turismo de
la Universidad Mayor Real y Pontificia de San Francisco Xavier de Chuquisaca. /
Este artículo apareció publicado en el periódico Página 7 el 1 de Marzo de 2015
En este artículo sobre la Guerra del
Pacífico mostramos a dos personajes olvidados de nuestra historia a pesar de su
comportamiento heroico. Se trata de un par de militares llegados desde
Argentina para ayudar a la Alianza Perú-Boliviana y arriesgar su vida por
amor a esta tierra. Sus biografías son realizadas por Jacinto Yaben entre 1938
y 1940, luego de una exhaustiva investigación, y fueron publicadas en la
monumental obra Biografías argentinas y sudamericanas, de donde resumimos lo
más relevante.
Pedro Toscano Azurmendi (1857-1925)
Nace en Malvinas, población de la Provincia del Tucumán, el 24 de octubre de
1857. Es hijo de Bernardo Toscano y de Vicenta Azurmendi. Al estallar la Guerra
del Pacífico, se incorpora al ejército peruano como sargento primero del
Batallón Ayacucho Nº 3 de Infantería de línea. Al hacerlo, pierde
automáticamente la nacionalidad argentina.
Participa en varias acciones, destacándose en la batalla de Tarapacá (27 de
noviembre de 1879). Durante el combate, Toscano guarnece el sector central,
asaltado frontalmente por los chilenos, que capturan el estandarte de su
cuerpo. Poco después, el coronel peruano Francisco Bolognesi ordena un
contraataque, Toscano recupera el estandarte tomado poco antes por los
chilenos; además, los peruanos logran apoderarse de la artillería y del
estandarte del enemigo, que se da a la fuga. Por su actuación, Toscano es
ascendido a subteniente.
También tiene un comportamiento destacado en la batalla del Alto de la Alianza
(26 de mayo de 1880), donde su cuerpo combate en el sector central, peleando
hasta quemar el último cartucho. Durante el ataque final chileno, Toscano es
herido por un casco de metralla. Por su valor en la batalla, alcanza el grado
de capitán en el Ejército peruano.
En 1881 regresa a su país natal, pero no se le reconoce los ascensos logrados
en la Guerra del Pacífico, por lo que regresa al Ejército argentino sólo como
teniente primero, aunque recupera su nacionalidad argentina.
Carrera militar en Argentina
Entre 1882 y 1885 participa en la Expedición de los Andes, destacándose en la
exploración de Yaimá y Lonquimay –en la zona de Ñorquín, Provincia de Neuquén–
por lo que en julio de 1885 recibe una medalla de plata. En 1887 es destinado a
la zona andina de San Juan, siendo ascendido a mayor el 26 de julio de 1888.
Dos meses después, es nombrado segundo comandante del Batallón 10º de
infantería de Buenos Aires. Probablemente entonces se casa con María Teresa
Inés Austin.
Combate a la Revolución del Parque (26-29 de julio de 1890) en la capital
argentina y dirige improvisadamente a 150 policías hasta la rendición de los
insurgentes. Por su destacada actuación es ascendido a teniente coronel el 16
de agosto de ese año. Un mes después pasa al Estado Mayor y al siguiente es
destinado a Resistencia, en Salta.
Sin embargo, la situación política en Argentina se va deteriorando
paulatinamente, por lo que Toscano es enviado a Córdoba, donde el 21 mayo de
1891 sofoca un intento de revolución. Entre marzo y mayo de 1892
participa en maniobras militares y retorna luego a Buenos Aires. Luego
del estallido de una nueva revolución en Córdoba y Rosario, en septiembre de
1893, Toscano es incorporado a las fuerzas que parten contra la primera ciudad,
siendo el encargado de recuperar el control de la cárcel. Luego es
enviado contra los insurgentes de Rosario. Vencida la insurrección, regresa a
Buenos Aires y es destinado a Santa Catalina, en la provincia de Jujuy. Allá,
el 20 de septiembre de 1895, es ascendido a coronel.
Algún tiempo después, en mayo de 1901, el Perú le otorga una medalla por su
actuación en la batalla de Tarapacá, y recibe la autorización argentina para
usarla dos años después.
Prisión y exilio dorado
Durante la Revolución Radical (4 de febrero de 1905) recupera a mano armada un
cuartel sublevado en Córdoba y mata a un sargento. Sin embargo, el 27 de
febrero de 1905 es condenado a ocho meses de prisión por "abandono del
servicio”. Un posterior decreto presidencial del 20 de mayo del mismo año sube
la pena a diez meses de prisión y a la pérdida de su empleo en el ejército.
Ante esta situación, varios políticos protestan contra la injusta medida. Por
ello, al salir del presidio, Toscano es reincorporado a la Lista de Oficiales
Superiores y retoma su actividad militar.
Sin embargo, nuestro héroe decide buscar otros rumbos y pide licencia para ir a
Europa, porque es designado agregado militar en Italia y Suiza. Luego de varios
años en esas funciones, regresa a Argentina en 1910 y se reincorpora al
ejército al año siguiente. Poco después obtiene permiso para estudiar en Francia.
En septiembre de 1912 pide desde París pasar a retiro, lo que se le concede en
octubre de ese año.
Toscano permanece allá probablemente hasta el final de la Primera Guerra
Mundial (1918) y retorna luego a su país natal. Dos años después
vuelve a Europa por razones de salud. Al parecer, se establece
definitivamente en Francia. Fallece en París el 7 de diciembre de 1925 y
tuvo la dicha de festejar en agosto de ese año el Primer Centenario de Bolivia,
la patria por la que luchó en su juventud.
Manuel Isaac Córdoba Jerez (1857-1907)
Natural de Santiago del Estero. Es hijo de Isaac A. de Córdoba y de Luisa
Jerez. Ingresa al Ejército argentino el 1 de septiembre de 1874. Recibe su
bautismo de fuego al combatir a los revolucionarios dirigidos por Bartolomé
Mitre.
En enero de 1875 es enviado a Rosario y poco después a Soledad, en la frontera
del Chaco. Participa en la campaña de conquista organizada por el
ministro Adolfo Alsina. El 31 de agosto, Córdoba es ascendido a cabo segundo y
el 15 de noviembre a cabo primero. Posteriormente, es enviado a Rosario y luego
al fuerte General San Martín, en la frontera sur de la Provincia de Mendoza.
Allí solicita su baja, que le es otorgada el 20 de febrero de 1877.
Participación en la Guerra del Pacífico
Cuando estalla la Guerra del Pacífico, se enrola voluntariamente en el Ejército
boliviano y perde su nacionalidad argentina. Obtiene el grado de teniente de
artillería en el regimiento comandado por el coronel Adolfo Flores.
Posteriormente, es destinado al Regimiento Colorados, con el que participa como
artillero en la frustrada campaña de Camarones, a fines de 1879, durante la
cual el Ejército boliviano no consigue reunirse con el peruano para derrotar a
los chilenos en San Francisco.
Córdoba participa junto a los Colorados en la batalla del Alto de la Alianza
(26 de mayo de 1880), cuando muestra toda su valía. Con ellos captura
tres banderolas a los chilenos. Además, en un alarde de coraje y habilidad,
junto a un sargento y a un soldado, arrebata un cañón Krupp al enemigo. Esta
gesta es inmortalizada en la base del monumento al general Francisco Bolognesi,
en Lima. En total, los Colorados se apoderan de cinco cañones, tres banderolas,
una ametralladora y muchos prisioneros. Además, los Colorados logran rechazar a
la caballería chilena y forman cuadros. Durante la posterior retirada,
Córdoba salva la vida de su compatriota Pedro Toscano Azurmendi. Como se ve,
Córdoba sin duda es de los más destacados guerreros del combate.
De regreso en La Paz, es destinado al 7º Regimiento, comandado por el coronel
Lisandro Peñarrieta. Poco después pasa al cuerpo de edecanes del nuevo
presidente, Narciso Campero. El 27 de mayo de 1881 es ascendido a teniente
primero. Sin embargo, es posible que no esté de acuerdo con EL cese de
hostilidades de facto que se produce entre Bolivia y Chile, por lo que en junio
de 1881 pide licencia indefinida del Ejército boliviano, que se le otorga en
Potosí.
De regreso en Argentina
Córdoba vuelve al Ejército argentino pero no se le reconoce los grados
alcanzados durante la guerra, por ello se reincorpora solo cómo alférez,
aunque recupera su nacionalidad argentina. Pasa por Santiago del Estero y
Tucumán y es destinado a la caballería en el Chaco, donde permanece hasta 1887.
Participa en la conquista de la región, destacándose en varias acciones. Por
ejemplo, el 12 de agosto de 1883 en Rastrillada mata a seis guerreros indios y
hiere a varios otros; y en marzo de 1884 hace una incursión de casi 200
km con sólo seis hombres y quita ganado a los indios en Dos Lagunas. Por
ello es ascendido a teniente segundo el 28 de febrero de 1885.
Desde septiembre de 1887 es nombrado agregado de la Embajada Argentina en
Uruguay. En cumplimiento de esas funciones, el 12 de enero de 1888 es ascendido
a teniente primero y a capitán el 2 de marzo de 1889.
Posteriormente, regresa a Argentina y se incorpora en diciembre de 1888 al
Estado Mayor. En 1890 es ayudante del Comisionado Nacional en Rosario. El 17 de
abril de ese año se casa con Leonor Real Dequín. Dos meses después regresa a
Uruguay como edecán del embajador argentino, Roque Sáenz Peña, antiguo
compañero de armas. En febrero de 1892 retorna nuevamente al Estado Mayor y el
2 de noviembre es designado edecán y jefe de escolta del presidente Luis Sáenz
Peña (padre de Roque). En esas funciones, el 7 de marzo de 1893 es ascendido a
mayor.
El 6 de mayo de 1895 es designado jefe de escolta de la Comisión de Límites con
Bolivia, cargo que ocupa por más de siete años, hasta el 27 de noviembre de
1902. Así retorna cerca a la amada tierra por la que arriesga su vida tiempo
atrás. Cumplida la misión, retorna a Buenos Aires.
En febrero de 1905 es nombrado presidente de la Junta de Excepciones de Rosario
y desde julio de 1906 cumple iguales funciones en Santiago del Estero. Es
posible que entonces desarrolle alguna dolencia grave, pues se traslada a
Buenos Aires, donde su vida se extingue a las 6:50 del 10 de mayo de
1907, con apenas 50 años de vida.
De esta manera mostramos la vida de dos héroes de la Guerra del Pacífico, que a
la larga obtienen más reconocimiento en su país que en el nuestro. Son también
una muestra muy elocuente de la simpatía que despierta la Alianza
Perú-Boliviana en Argentina. Conviene rescatarlos del olvido para conmemorar
los éxitos alcanzados durante una contienda que es recordada principalmente por
sus derrotas.
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