Hugo Mendoza y la China, Hugo Valdivia, en 1951
Por: Fabrizio Cazorla Murillo
/ Este articulo apareció publicado en el periódico La Patria (Revista
Dominical) el 28 de
febrero de 2010
Una invasión
de luces paseaba por las calles de Oruro. Era el reflejo del sol que reverbera
en los espejos del pollerín. Máscaras "horriblemente hermosas"--como
diría Luís Bullaín-- impresionaban a los espectadores que perseguían a la
Fraternidad hasta la plaza del Socavón. "Esos diablos daban unos saltos y
unas vueltas impresionantes", contaba la declamadora Esperanza Llanque,
recordando a la Diablada de los "Pijes".
Hoy esos diablos ya no están por las calles.
Muchos dejaron la danza hace más de 30 ó 40 años. La careta está colgada y
recostada en el salón. Los pañuelos bordados perdieron su color como las
pequeñas fotografías ajadas por el tiempo. Sin embargo, la Fraternidad aún vive
en el corazón de aquellos antiguos danzarines como Hugo Mendoza, Eduardo
Veneros, Harry Gamarra y Julio Vargas. Este el testimonio de cuatro diablos en
homenaje a los 66 años de la Fraternidad Artística y Cultural La Diablada,
fundada el 25 de febrero de 1944.
Hugo Mendoza, su máscara y víbora en mano
HUGO MENDOZA ZAPATA
Hugo Mendoza lleva 87 años y mucho vigor para
recordar inolvidables momentos junto a su Fraternidad. Ingresó a la institución
en 1946, en el segundo carnaval de los "pijes".
"Tuve una devoción muy especial a la
Virgencita del Socavón. Me animé ingresar a la Fraternidad porque vi algunos
amigos fundadores bailando, como Héctor Gutiérrez, José Encinas y Leopoldo
Egido, pues, ingrese por intermedio de don José Niño de Guzmán", recuerda
Hugo Mendoza al señalar que en los años cuarenta el Sábado de Peregrinación
comenzaba del Parque de la Unión, 6 de Octubre, Cochabamba, Washington y templo
del Socavón.
El "Mozo del 900" --como también los
conocen los fraternos-- comenzó a bailar en la "Cola" y conforme
pasaron los años ascendió hasta guía de la fila roja y después de la verde.
Hugo Mendoza nos cuenta aquella anécdota cuando la
Frater viajó a los centros mineros de nuestro país. Fue en Huanuni en la
representación del Relato de los Siete Pecados Capitales. "Entonces el
papel de ira lo hacía Walter Siles y nuestro ángel Guillermo Arias. Resulta que
una alevosa intervención, la ira provoca tanto al ángel que éste toma su espada
y golpea fuertemente al pecado hasta romper su espada de madera; no obstante,
ante el siniestro, nuestro recordado ángel logró reemplazar su espada por otra
de metal. Todo bien, cuando, en Uncía, en una nueva representación del Relato,
nuestro pecado vuelve a arremeter con toda su ira contra el ángel, sin
percatarse que esta vez la espada era una indestructible espada de metal. El
ángel respondió con dos, con tres golpes contra la humanidad del furioso diablo
que solo atinó a decir "ata tau", "ata tau", retirándose
sin antes haber terminado siquiera su papel".
El diablo Hugo Mendoza dibuja en la mente varios
recuerdos, mientras enseña su primer pañuelo bordado de 1946 o aquel otro de 1950.
Conserva hasta la primera casaca de ensayo de la década de los cuarenta.
Tantos recuerdos, como la oportunidad en que
salieron disfrazados de los vagones del tren para bailar desde la estación de
Cochabamba hasta el teatro Bustillos para la proclamación de la Hermana
Predilecta de 1952. "Nos atrasamos por culpa del tren pero no fue
inconveniente para cambiarnos y salir bailando por las calles, la gente nos
siguió hasta el teatro, éramos la noticia del día por la novedad de nuestra
Diablada", cuenta Hugo Mendoza al referirse a las sonadas y bien
organizadas proclamaciones que la Fraternidad realizó desde 1945 en el teatro
Gran Rex o el Cine Imperio.
Fueron muchos años cuando la devoción prohibía
sacarse la careta el Sábado de "Entrada" o la vez que los fraternos
asistían a las actividades católicas como Semana Santa. "Los fraternos nos
reuníamos a las seis de la tarde cada Viernes Santo para una procesión hasta el
Corazón de Jesús. Salíamos de San Francisco con nuestras velas incluso con una
banda de música, lloviera o no, no importaba".
"No puedo dejar a la Frater…" relataba
Hugo Mendoza mientras apretaba el botón de un grabadora con el casete de la
orquesta Cosmos con casi todos los temas cantados de la Diablada. "A veces
cuando estoy solo escucho este casete y me pongo a bailar" nos decía.
Eduardo Veneros, diablo
EDUARDO VENEROS ARIAS
Eduardo Veneros Bustillos ingresó a la Fraternidad
en 1956, motivado por sus padres que estuvieron a cargo de los cargamentos de
oro en acémilas para la Fraternidad. "Me acuerdo que mi padre César
Veneros Bustillos era un amante de la Fraternidad. Siempre me impulsó para que
ingrese a la Diablada. Mi primer Carnaval fue en 1957 y bailé hasta 1975 cuando
mi hijo bailó y se quedó como mi reemplazante". Baile ojo cerrado por la
Virgencita y siempre pedí la salud de mis padres, de mi familia y de mis
hermanos fraternos".
Eduardo Veneros bailó el año que se formó la
Diablada Ferroviaria, cuando hubo un momentáneo bajón por el éxodo de diablos
fraternos a la recién creada agrupación diablesca. "Algunos fraternos que
trabajaban en el ferrocarril se resistieron de no bailar, puesto que el
sindicato obligó a todos ferroviarios, los que no acataron fueron Tito Aranda y
Hugo Padilla, pero los castigaron y los mandaron a trabajar en los ramales por
no ingresar con la Diablada Ferroviaria" cuenta don Eduardo, al reiterar
su apasionado cariño a la entidad que le costó ingresar, porque tuvo que
cumplir requisitos como el certificado de buena conducta de la policía, el
certificado médico y dos testigos que avalen la honestidad de su persona.
Eduardo Veneros
Eduardo Veneros recordaba que el ángel Guillermo
Arias encabezaba la tropa de los diablos, precedido del Lucifer y Satanás que
eran Gualberto Herbas, Natalio Terceros, José Adrián Ocampo y las recordadas
chinas de los hermanos Blancourt, Néstor Valverde, Carlos Villegas y muchos
otros fraternos.
Era la época de las parodias de la Fraternidad.
"Teníamos dos compositores Hugo Bustillos, Serafín Delgado y nuestro
cantor Isauro Romano. Después de los desfiles del 10 de Febrero, en el bar
Huari, a través de unas cervecitas, todos estaban iluminados y de ahí salían
las composiciones de la institución" relata don Eduardo extrañando la
Comunión General que se realizaba el domingo de Ultimo Convite, cuyas damas de
la sociedad orureña ofrecían un desayuno para todos los diablos quienes
cantaban y bailaban con ellas.
El baile era también diferente. Había mayor
disciplina. "Por ejemplo la cueca bailábamos diferente levantando los
piernas hacia el costado, no ahora como una patada adelante como si estuvieran
pateando pelota. La Frater era el único conjunto que bailaba la cueca ahora
todos bailan pero mal", recuerda al destacar que se aceptaba todo menos
sacarse la careta hasta llegar al Socavón.
Harry Gamarra, diablo en 1960
HARRY GAMARRA
Harry Gamarra Durana no alcanzó a bailar para la
fundación, pero siguió de cerca a muchos "pijes" que eran sus amigos.
Ingresó a la Fraternidad en 1950 y de ahí comenzó una larga permanencia en la
institución que recuerda y que quisiera volver a bailar para la Virgen, si otra
vez fuera joven.
"Que te saquen la mugre para enseñarte a
bailar" cuenta Harry Gamarra al recordar que no fue muy difícil, porque
tenía que verlo bailar al "Quiwicha" Luis Vizcarra que era el guía de
la fila verde.
"Recuerdo que las reuniones se hacían en la sede
del CASCO que era una entidad deportiva ubicada en la calle Junín y Potosí. Ahí
nos examinaban y preguntaban por qué queríamos bailar. Ese primer año fue
difícil porque bailé con una careta de otro fraterno. Me asignaron el
decimoquinto puesto y años más tarde tras regresar de Quechisla el ángel
Guillermo Arias me puso como guía de la fila roja donde baile por quince años
para ser, más tarde, jefe de danza y disciplina en la institución" cuenta
don Harry al recordar que fue innovador de muchos elementos en la Fraternidad
como la careta y el traje iluminado en 1964; o el pañuelo central con doble
flecadura o los bordados interiores en los pañuelos laterales.
Harry Gamarra enseña la primera máscara de China Supay, para mujer
"Como jefe de disciplina adquirí por primera
vez la luz negra para la Fraternidad. No es más nos dieron seis luces negras de
alta potencia. Recuerdo que ese año apagamos toda la energía de la Avenida
Cívica e instruimos para que los diablos coloquen papel fosforescente sobre su
disfraz y su careta. Una vez prendida la luz negra el espectáculo era maravilloso.
Ahora resta saber dónde está esa luz negra", recuerda Harry Gamarra, sin
olvidar que la Fraternidad fue la primera institución que utilizó los humos de
colores en las demostraciones y fue su hija Gigi Gamarra la primera en estrenar
una máscara de China Supay para mujer.
"Ahora muchas cosas han cambiado en la
Fraternidad. No hay disciplina en la danza como las vueltas y la prosa que
antes se bailaba" recuerda el diablo también conocido como "Lata
jarro" que logró adaptar el Relato de la Diablada en 20 minutos para un
festival latinoamericano en el Sesquicentenario de la República.
Julio Vargas en 1966
JULIO VARGAS
Julio Vargas es otro antiguo diablo. Ingresó muy
joven, el año de 1950. "Por entonces mi padre tenía una panadería sobre la
calle Tejerina donde los matarifes traían sus latas de alcohol para cocer
algunas menudencias de res; fue así que vi los ensayos de los matarifes en la
puerta del matadero. Recuerdo que quise ingresar al Corso Infantil con una
careta que nunca me entregó el caretero Pánfilo Flores. Poco después, ingresé a
la Fraternidad y con otros nuevos fraternos cocinamos para la banda de músicos
o atendíamos como garzones a los diablos antiguos", recuerda Julio Vargas
al apuntar que los ensayos se realizaban en la "Llama Kancha" sobre
la calle Junín, donde, antiguamente, llegaban los llameros con su carga.
La Frater llevó a cabo las mayores innovaciones.
Cuenta Julio Vargas que las botas eran trabajadas por Zenón Ayala que las hacia
especialmente para la diablada con estaquilla y maderas muy bien trabajadas
"Las botas estaban inspiradas en las zapatillas rojas del ballet de Moscú
y por eso decían las botas coloradas", indicaba sin dejar de mencionar que
las primeras manguetas con sus guantes surgieron en la Frater a mediados de los
años cincuenta.
En esos años el programa del Carnaval era
distinto. No pasaban de quince conjuntos folklóricos y la Fraternidad ingresaba
a eso de las cuatro de la tarde. "Nuestra Diablada era el número estelar,
era el conjunto más esperado, porque siempre presentábamos nuevos trajes y la
gente nos seguía por las calles hasta llegar al Socavón. Otros conjuntos nunca
fueron tan atractivos como el nuestro", cuenta don Julio al señalar que
después de la Entrada del Sábado se preparaban para la demostración nocturna en
la Avenida Cívica, porque consideraban que el "público había recibido muy
poco del espectáculo de la Fraternidad".
El fraterno Julio Vargas
Otro aspecto ya desaparecido era la Ch’alla del
Martes de Carnaval donde se cumplían ciertas tradiciones. "El martes de
Carnaval nos concentrábamos a las 9 en la casa de los pasantes y salíamos a
ch’allar nuestro lugar de ensayo que era la Velasco Galvarro en el Mercado
Campero. Ahí las caseritas nos invitaban y bailábamos con ellas y luego
visitábamos los domicilios de algunos fraternos. Jugábamos con harina y agua,
no éramos muchos alcanzaríamos todos a unos 150 fraternos"
Julio Vargas cuenta la historia del
"Mechadito" en el viaje al Perú en 1964. Resulta que los diablos
llegan a la ciudad de Puno y una vez instalados en un internado, el grupo de
los "Pomalcas" decide tomar algunos tragos en la ciudad peruana,
mientras tanto un grupo de los más jovenzuelos permanecen en el local y Julio
Vargas precavido trae una buena cantidad de panes colisas y algunos refrescos.
"Los más jóvenes no salimos y ahí el fraterno Ricardo Barrera revela que
en uno de los equipajes de un fraterno, se ocultaba una piernita de cordero. No
dudamos y dimos fin con tan suculento plato. Resulta que horas más tarde
regresan los fraternos con mucha hambre. De esta forma cada uno ofrecía lo que
tenía y el fraterno Fidel Luna ofrece su mechadito. Cuán grande fue su sorpresa
al encontrar en su equipaje los restos y el hueso de tan devorado plato. De
nada sirvieron las maldiciones y las averiguaciones. Todos callados".
Aquel viaje fue uno de los más importantes, porque
se demostró al país peruano de donde venía la Diablada y por qué esta danza era
lo más representativo del Carnaval de Oruro. "Aquel viaje fue de gratos
recuerdos y emociones. Con un poco de chispa, junto al fraterno Manuel Iriarte,
se nos pegó la música peruana y empezamos a componer y cantar el siguiente
estribillo: "Se acerca la madrugada/ se acerca el amanecer/ los diablos
están bailando por las calles del Perú/ aunque no me quieras/ ya me has
querido/ aunque me aborrezcas/ tu diablo he sido", cantaba al señalar que
en este viaje nació la banda 10 de Febrero y en 1965 la Fraternidad es el
primer conjunto que ingresa con dos bandas de música.
Julio Vargas adaptó y compuso varias parodias como
"Ovejerita", "Cunumicita" "Destacamento Diablo" y
"Caripuy Torrecita" entre otros. Hoy el antiguo diablo recuerda a su
institución y no pierde la esperanza de regresar a la danza para demostrar la
"prosa" del diablo.
Este es el homenaje a la Fraternidad, a aquellos
antiguos danzarines que hace muchos años le dieron brillo y color a nuestro
Carnaval de Oruro. Este el homenaje a recordados fraternos como Luís Vizcarra
Cruz, "Pato" Martínez, Serafín Delgado, y muchos otros que hicieron
temblar, tantos años, las calles de Oruro.
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