UNA REFLEXIÓN PARA LOS ORUREÑOS. ORURO, ¿CUÁNDO VOLVEREMOS A TENERTE COMO ERAS?

Por: Dehymar J. Antezana A. - Periodista / La Patria de Oruro, 14 de Noviembre de 2010.

Había una vez un ciudadano que llevaba en su espalda dos pequeños baldes, en uno de ellos tenía hormigas procedentes de Santa Cruz, cuyo recipiente estaba completamente tapado. En el otro recipiente había hormigas orureñas, pero el balde no estaba tapado y menos sellado. 
Cuando el ciudadano caminaba a su destino, se encontró con un amigo, a quien le llamó la atención al ver que uno de los recipientes estaba sellado y el otro no. Le preguntó - ¿Por qué llevas un balde tapado y el otro no? – a lo que respondió: "Tapé uno de ellos porque las hormigas que llevo de Santa Cruz trabajan en equipo y tengo miedo que se escapen, por ese motivo cerré el balde, mientras que en el otro recipiente llevo hormigas de Oruro y no me preocupa taparlas, porque cuando una intenta salir, las otras se oponen y hacen hasta lo imposible para bajarla".
Si bien esa historia trae mucha reflexión, que se entienda previamente que no se trata de discriminar a los orureños, esto en aplicación de la Ley 045 vigente en el país, por si acaso. Lo que se trata, es de hacer ver cuánto los orureños hemos perdido el Norte de lo que realmente deberíamos hacer por nuestra tierra, ya que en este tiempo no hemos hecho nada y lo vamos a comprobar más adelante.
A este hecho se suman otras reflexiones, de lo que Oruro era en su momento, una ciudad pujante con ciudadanos que realmente querían a su tierra y trabajaban por ella. 
Por eso quisimos recuperar, las observaciones de un ciudadano que sin ser nativo de esta tierra, el vivir por décadas hicieron que quiera a la Alta Tierra de los Urus, como un orureño más, incluso más que un verdadero orureño.
Nos referimos a don Marcelo Barrero apodado cariñosamente como "socio", quien constantemente se preocupa por el desarrollo de la región y quien a través de esos pensamientos dijo: 
"Qué bueno es recordar momentos que vivimos en Oruro en la década del 50, linda ciudad, sus calles limpias, aceras expedidas a los transeúntes, lujosos escaparates, una plaza principal que adorna a nuestra ciudad, micros y colectivos que tenían un lugar indicado para recoger a pasajeros sin causar perjuicio, no teníamos semáforos pero existía un verdadero orden en el tráfico vehicular, en la calle no se veían vendedores de comida y de otros, teníamos conteiners para depositar la basura, sus calzadas y aceras en buenas condiciones, nuestras plazuelas muy bien cuidadas".
También recordó que las fiestas empezaban a las 20:00 horas y terminaban a la 01:00 horas del día siguiente como máximo.
"Se consumían bebidas alcohólicas pero con mucha prudencia, al terminar las fiestas podíamos encontrar los rostros asados que se constituyeron, en una tradición de nuestro querido Oruro. Se bailaba por el espacio de cuatro a cinco horas, hasta quedar exhaustos pero satisfechos y sin problemas".
"Cómo no recordar la tradicional mascarada del CAN, fiesta que recordamos con ganas que vuelva. A esta fiesta se ingresaba con invitación y sobre todo, bien disfrazado ya en grupo o en forma individual, quienes después de la calificación de un jurado, recibían premios otorgados por empresas de nuestra ciudad y casa comerciales ¡qué fiesta! y ¡qué premios!".
Lamentablemente, todos esos recuerdos, quedaron guardados en el baúl de la historia, porque a la fecha todo, pero todo ha cambiado. 
Pero, ¿por qué ha cambiado todo?, existen varias respuestas y entre ellas, podemos mencionar, la globalización, la influencia de los comportamientos extranjeros a través de los medios de comunicación; la política que se instaura en el país, cada vez de menos oportunidades para los muchos y de beneficio para los pocos.
Los orureños en su mayoría, perdieron el conocimiento de que viven en una tierra que les ha dado todo, pero que ese todo no se retribuye debido a la indiferencia que reina en nuestros corazones, porque realmente somos esas hormigas de uno de los baldes del ciudadano, ya que no dejamos surgir, ni hacer nada a nadie. Somos egoístas, malos, perversos, destruimos lo poco que tenemos, nos gusta el desorden y sobre todo, no nos gusta vivir en armonía, nos gusta crear problemas y sacar beneficio de ello. Eso es lo que somos ahora y no hablamos en señal de resentimiento, por el contrario, es el reflejo de lo que el orureño ha sido en esta última etapa de la vida. Ojo y no es que nos estemos discriminando o estemos actuando en forma racista.

LO POLITICO

Lo político es otro factor que divide a los orureños y de gran manera, una clara muestra de ello, es lo que pasa entre amigos, y me imagino que nos sucede a todos, porque al no ser tolerantes con el modo de pensar de una determinada ideología, preferimos la enemistad que conservar ese legado y tratamos de defender a "raja tabla" el color partidario. 
"Si tu eres azul, no te puedo hablar porque soy negro" "Si soy rojo no te puedo hablar, porque soy verde" y entreverado.
Ese pequeño gran detalle afectó a la unidad. ¿Somos unidos?, ¡pues no!, no lo somos, porque si lo seríamos trabajaríamos para plasmar grandes proyectos, conseguiríamos de acuerdo a las potencialidades que tenemos el desarrollo de una ciudad pujante.
Cuando alguien trata de llevar la iniciativa de algo, rápidamente es observado por los demás que cuestionan: "Seguramente está haciendo eso por tener protagonismo", "Algo quiere conseguir de lo que hace", y definitivamente eso no es así, así no debe marchar nuestro modo de pensar. 
Ahora estamos más sometidos que antes por lo político, la pregunta del millón es ¿hasta cuándo?, al paso que vamos, creemos que será por mucho tiempo y lo único que nos toca será continuar viviendo en el letargo, en la indiferencia y otros dirán "ni modo, así somos y así seguiremos, qué más da".
Eso no puede ser así, dejemos de pensar que nuestra ciudad, nuestro departamento no tenga autoridades. Ahora las personas que nos gobiernan son orureñas, y dependerá de ellos, despojarse de sus colores políticos, para pensar en su tierra y para todos deberá ser lo mismo.
Pensemos que la tierra es nuestra madre que nos engendró y demos todo por ella, para hacerla feliz. Tomemos el reto de que somos sus hijos y obviamente a ningún hijo le gustará ver sufrir a su madre, por lo tanto, es hora de cambiar, pero no el cambio que se habla a nivel nacional, sino un cambio verdadero y que no sea solo un "proceso".

No es difícil, no es imposible, todo está en nuestras manos y ojala que de aquí a poco tiempo, con el ánimo siempre optimista, seamos la ciudad de antes, moderna, pujante, limpia, ordenada y con sus habitantes un ejemplo de trabajo, unión y armonía.
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