DEL RITMO AFRO-BOLIVIANO Y DE LA SAYA A LA ESTILIZADA DANZA DE LOS "CAPORALES"



Este artículo fue publicado en el suplemento del carnaval de Oruro del año 2002 junto al periódico La Patria de Oruro.
Tuvo sus inicios con el forzado traslado de la raza negra en jornadas nocturnas.
La expresión corporal, con el canto, la copla y el baile alrededor de una fogata o pira de fuego, animados por instrumentos de percusión, bombos de diferentes tamaños, tambores, cajas, reco-recos y reje-rejes, transmiten sentimientos y estados de ánimo de dolor, sufrimiento, en las minas de Oruro y Potosí, pero también de felicidad y prosperidad en Chicaloma, Tocaña y Coroíco, poblaciones de los yungas paceños.
Al pasar el tiempo, la raza negra junto a la cultura nativa que los cobijó y amparó, sembró la herencia afro-yungueña, fruto del encuentro de dos culturas étnicas; la primera plagiada y sometida al trabajo de la "mita" y la "encomienda" en las minas de plata de Potosí, cuyos ritos de desahogo por el dolor fúnebre, se convierten en una festividad religiosa de fecundidad y reproducción y la segunda, una raza de bronce, conservadora de sus tradiciones, costumbres y creencias religiosas y naturales, sensible al sufrimiento y dolor de la raza negra, adopta una simbiosis cultural con ella para dar fuerza a una rebeldía contenida por ser ambas culturas, víctimas de la opresión y represión.
FIGURA DESPRECIABLE
En medio de esta suerte de opresión inhumana de la raza de color y la nativa, surge un personaje, "el caporal", que representa al mulado soberbio y vanidoso (etnia híbrida), que al asumir su labor opresora de "capanga" (preferido del patrón), con el látigo en mano, resentido y "desclasado", se convierte en el verdugo de su propia raza, que cumple el trabajo de "bedel" o "capataz" para controlar la producción de cítricos y cocales, esa actitud prepotente da lugar a la figura despreciable del caporal.
MICRO MONARQUIA
La historia del Rey Negro en Bolivia se origina en 1517 con el tráfico y contrabando de gente de color por los denominados "negreros", quienes comercializaban el "producto humano" con destino a los centros mineros argentíferos.
Los hombres de color fueron llevados a los Yungas de La Paz para su adaptación, donde se dio lugar al nacimiento de la cultura afro-boliviana. En el siglo XVII, en la hacienda Misuri y Mururata (Coroíco Nor Yungas, La Paz) de propiedad del Márquez Ignacio de Pinedo y Zabala de Muztafar del Haro, fue reconocido entre los negros un Príncipe de la Realeza Negra, gracias a un tatuaje en forma de serpiente que tenía en la cintura.
Cuenta la historia, que el consejo de ancianos (awichos, en quechua), se entrevistaron con el Márquez Ignacio para solicitar la libertad del Príncipe Negro, bajo la promesa de duplicar las jornadas de producción. En respuesta a este clamor esclavo, se fijó la festividad de Pascua y Resurrección y la Coronación de Bonifacio I Benjamín Pinedo, todo en homenaje a San Benito, patrono de los negros, dando lugar de esta manera a una micro monarquía afro-yungueña, evento que se reeditó el 1 de abril de 1992 en la propiedad de Martín Cariaga Osorio con la coronación de Bonifacio II Julio Pinedo.
En esta jornada de coronación, la magia ancestral-mítica-pagana negra, seduce al Mururata y luego del acto religioso, el Rey es llevado en hombros y escoltado por su guardia y el pueblo, seguido de jóvenes de ambos sexos que imponen el marco musical con cánticos ceremoniales dando origen al baile de linaje y tradición africana "La Zemba", danza individual exclusiva del monarca, quien munido de un mortero, contorsiona el cuerpo y gesticula un dialecto congo al compás de instrumentos de percusión, que al mismo tiempo motiva la participación de los ancianos y de hombres y mujeres jóvenes, que en actitud sensual y de coqueteo inician el contrapunto de canto y baile.
AMERICA MORENA
Consolidar una danza estilizada entre la juventud, defenestrando el snobismo alienante de la cultura enlatada, es revalorar la identidad a través de la música y ritmo, del movimiento carismático afro-andino-mestizo que  cultiva el "Lando" en el Perú, el "Candombe" en Uruguay, la "Saya" en Bolivia, la "Lambada" en el Brasil, el "Blue" en el Missisipi (Norte América), la "Zemba", "Kikongo", "Morongo", "Mouchi" (danza fúnebre) y "Calenda" en Haití, el "Bantú" que predominó en Bolivia en un principio y toda la música y danza negra; que sufrió persecuciones, críticas y toda una suerte de temores y susceptibilidades de buen y mal augurio por su connotación de predicciones, como la "Macumba" en el Brasil y el "Budú" en Haití.
Estas danzas que derivan del vocablo africano inician una nueva identidad entre la juventud boliviana, que se encuentra desorientada por un snobismo comercial que busca la pérdida del valor cultural, tradicional y popular, que no son nada más que centinelas para la apropiación de lo ajeno logrando un grupo social alienado por la cultura enlatada.
La Saya, Tundiqui, Música y Caporales, son ritmos afro-andinos que seducen sin distinción de género, raza, clase, edad, logrando importantes espacios sociales.
LA SAYA
Es considerada en el proceso de auto identificación como representativa de la cultura negra, que permite reafirmar la existencia y significado del pasado, presente y futuro como sinónimo de integración afro-andina.
Su ritmo percutiente, coreográfico, mítico, religioso y casi humorístico, parte de la música comunicacional, vigorosa en melodía y estilo. Es la máxima expresión cultural, espiritual, de alegría y tristeza del hombre de color.
TUNDIQUIS
Es la ridiculización a la raza negra por los nativos aymaras, al mismo tiempo una expresión de aceptación de la raza andina a los hombres de color, por eso la danza se la baila pintándose la cara y las manos con carbón vegetal, cantando coplas picarescas y atrevidas casi en un tono despectivo, aporreando instrumentos de percusión en dos tiempos.
MUSICA
La Saya es una mezcla de siete diferentes ritmos de percusión, ejecutados de forma simultánea que acompañan coplas de contrapunteo cantada entre hombres y mujeres, que se inspiran en la discriminación racial, la naturaleza y el amor. Mientras los varones golpean "la caja", las mujeres danzan con pequeños saltos, y en medio de este baile sobresale la figura de un caporal a manera de capataz, denominado Jilak'ata (término andino de autoridad).
Entre tanto, la  música de caporales, tiene un ritmo de dos tiempos que se asemeja al de los Tundiquis, amenizados por una banda de música. Las mujeres bailan con pasos estilizados a manera de "ballet", luciendo elegantes y provocativos diseños que se caracterizan por la pollera corta y lencería sugestiva, en tanto los varones bailan con látigo en la mano que representan "poder", simbolizando una sociedad en la que todos mandan y ordenan, que recuerdan coyunturas políticas  caracterizadas por el desorden social implantado por continuos golpes de Estado e inestabilidad de los años 70.

La coreografía de los caporales se asemeja al paso del ejercicio militar que da lugar a la transgresión y rechazo de imposiciones impuestos por el orden establecido de ajustes y reajustes estructurales, es una rebeldía a normas establecidas por el cambio de patrones de conducta que busca nuevos mecanismos, dando lugar al escape de la realidad en busca de éxtasis. La danza del caporal resultado de un proceso de transformación, expone sentimientos autóctonos criollo-mestizos.
No tiene música propia, la actual es inspirada en la Saya en tiempo de 2/4 y 6/4 que en cierta manera caracteriza al "huayñu", por lo que la música de los caporales no tiene una identidad definida en esencia confundiendo su interpretación musical con la foránea, dando lugar a críticas de incomprensión y actitud  reprimida de constante rebeldía por la estigmatización, que tiende a la interacción y globalización de un hecho cultural de intimidad religiosa y de continua actitud creativa, pese a ciertas normas de imposición.
Por su controvertido origen, se rescata 4 versiones sobre el origen de la danza de Caporal, que forman el cimiento para incrementar la preservación y concienciación en gestores y actores.
HERMANOS ESTRADA
Hijos de Yola y Víctor Estrada Pacheco, vecinos de la populosa zona de Chijini, en La Paz, dedicados a la confección de trajes folklóricos y conocidos como "saltimbanqui" además por su actividad deportiva, reunieron en torno a ellos a un grupo de jóvenes que pronto se dedicaron a trabajos de taller de danza folklórica andina (wacas, k'usillos, negritos)
Víctor, Vicente, Jorge, Carlos, Zenón, Moisés, Eva, Remmy y Lidia Estrada Pacheco, junto a Julio Rivas, Juan Bustillos, Héctor Escalier, Félix..., Jaime Zamorano, Danny..., René Villacorta, Nicolás Uruchi, Fortunato Atahuichi y otros, fundaron la primera institución de caporales, denominada "La Juventud Artística Urus Gran Poder", el 25 de enero de 1969, hecho folklórico que muy pronto, mediante Víctor y Vicente Estrada vierten la primera versión del origen de la danza.
Cuentan que al final de los años 60, Víctor y Vicente se internaron a la localidad de Chicaloma (Sud Yungas) lugar donde despertó el interés de ambos la actividad de un anciano negro, quien recorría en la madrugada las calles de su comunidad vestido con una camisa muy peculiar y pantalón blanco ancho, botas dobladas con cascabeles y una faja al cinto, llamado por su comunidad Rey Caporal. Esta forma de vida del anciano negro, dio lugar a la creación de la futura danza de los caporales.
HECTOR ESCALIER FLORES
Protagonista junto a los hermanos Estrada y en compañía de sus primos Félix y Jaime Zamorano, de la Fundación de la Juventud Artística Urus Gran Poder, afirma que al final de los años 40 junto a sus padres y otras amistades asistieron a la festividad de Chuchulaya, cerca de Sorata, a bailar "negritos" donde llamó la atención de muchos novenantes el baile central de una figura caporal, danzado por Don René Camilas en el grupo de los negritos "Tundiquis".
Según Escalier, este personaje dio origen a la danza de Caporales, además indica ser protagonista de la fundación de Caporales Waras y Caporales Zíngaros de Villa Victoria en La Paz. Su mayor orgullo es haber fundado la Fraternidad Caporales Centralistas junto a sus primos y otros jóvenes paceños y orureños, lo que valió ser pionero en el estilo de Caporales en el Carnaval de Oruro.
FREDDY YANA COARITE
Ex presidente de la Asociación de Conjuntos del Folklore Gran Poder (ACFGP), afirma en un documento, presentado en el 1er. Encuentro del Origen de los Caporales, como el resultado de un  proceso de transformación de negritos y tundiquis de secuencia mestiza que derivó en la actual danza de los caporales, allá por los años 60 cuando la Fraternidad Negritos Illimani, invitó a un grupo de Chicaloma de los Yungas. En 1961 se unieron la Fraternidad Negritos Illimani y la Fraternidad Urus del Gran Poder, para fundar el Conjunto Caporales Tuntuna Urus del Gran Poder.
Refiriéndose a la música indica que es una innovación de adaptación del Huayñu y el Taquirari realizado por Freddy Suazo integrante del afamado grupo folklórico "Los Payas".
FRANCISCO CASTELLON HERRERA
Ex presidente de la Asociación de Conjuntos del Folklore de Oruro (ACFO), cuenta que la danza de caporales, no es producto de una investigación, sino que es el resultado de un hecho casual que se origina en la Facultad de Medicina en la Universidad Mayor de San Andrés (UMSA), de La Paz, en los años 60, en ocasión de la realización de un festival de danza folklórica, época en el que la juventud se identificaba con la "canción protesta" y de "denuncia social".
Castellón narra que un grupo de universitarios orureños "presionados" por los docentes de medicina presentaron una danza en base a la coreografía del baile ruso "Ckasachok" (danza de los kosacos rusos), nuevo estilo de danza que sobresalía por su plasticidad logrando despertar una singular preferencia y aceptación entre la juventud.
La ropa de caporal (vestimenta) se basa en la "guaradera" cubana, la bombacha del gaucho pampino, las botas del gangaceiro brasileño, la confección fue confiada a un taller de bordados de las inmediaciones de la Av. Buenos Aires, Pasaje 18, a 6 cuadras de la Garita de Lima, en dirección contraria a la Estación del Ferrocarril en La Paz.
Fue un artesano de apariencia bonachona, robusta, estatura mediana y de excesiva actitud egocéntrica, el que habría confeccionado la vestimenta de caporal. Cuenta además, Castellón, que en el grupo de estudiantes universitarios orureños, se encontraba Wálter Escóbar, quien luego sería uno de los protagonistas en la fundación de la Fraternidad Caporales Centralistas.
Las cuatro versiones, que podrían generar una polémica sobre el origen de la danza de Caporal, pero que no obstaculizan a la prosecución de las investigaciones en torno a esta danza estilizada, apuntan a que la creación de la danza de Caporal que es admirada año tras año por propios y extraños en la fastuosa entrada del Carnaval de Oruro, fue colectiva y no individual, por lo que nadie puede atribuirse autoría, pero sí invita a la protección y preservación de esta manifestación cultural.
Fuente documentos, proporcionados por el Técnico Superior Jorge Godinez, presidente de la Fraternidad "Caporales Centralistas".


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