UNA HIPÓTESIS SOBRE EL ORIGEN DEL BAILE DE LOS DIABLOS


Por Josermo Murillo Vacarreza / Suplemento del periódico La Patria del Carnaval de Oruro 2002

Ya en un extenso trabajo mío titulado "Historia y Etnografía de la Virgen del Socavón de Oruro" aludí a la posible génesis del grupo conocido ahora como "La Diablada" y que es una de las características relevantes de nuestro grandioso y místico Carnaval.

Al parecer todavía es una incógnita ese origen, sin embargo de que el grupo folklórico tiene una antigüedad de siglos, porque ha sido calificado por un cronista de Potosí del Siglo XVII como uno de los bailes rituales más impresionantes por su música marcial y adhesiva para todos los que escuchan, por lo fantástico de su rica vestimenta, y por el mismo ritmo majestuoso de la ingenua que hace nacer en sus recónditas emociones un inagotable venero de supervivencias populares.

En sentido figurado podríamos decir que la búsqueda de esa procedencia equivale a una arqueología de la danza, ya que en el corto tiempo para la preparación de un trabajo semejante, no tenemos documentación escrita que pudiera haber llegado a nuestro alcance; como elementos de reconstrucción sólo tenemos la ilación de ciertos fenómenos místicos y el socorro de las leyendas, con cuyos elementos no atrevemos a construir hipótesis o supuestos; y por mucho que no alcancemos a una investigación profunda y sistemática, buscamos el auxilio del método deductivo, utilísimo en estos casos, que nos plantea las generalidades para llegar al análisis de lo particular, que a pesar de su aparente lógica, no nos permitiría envanecernos con el ofrecimiento de resultados definitivos, ya que como toda hipótesis es indispensable probarla en forma casi decisiva.

Lo general por su fisonomía ecuménica o universal es que la figura del Diablo, Demonio, Satanás o Lucifer, como personificación del ser maligno, aparece en lo más remoto de todas las mitologías, porque el hombre ha sentido en todo tiempo la necesidad de oponerse a todos los males, explicándose el origen de éstos en una confabulación oculta, mediante el mito del bien, antinomia o contradicción que dentro de la cultura espiritual es uno de los elementos de la religión desde la época prehistórica del hombre.  Por eso es que la figura malvada tiene esa forma tan extensiva.

En plena era de la civilización el Diablo ha sido mostrado como el causante espontáneo de todas las calamidades de la Humanidad.  La religión católica en la Edad Media, para afrontar esa malignidad le opuso varios elementos y símbolos, como la Cruz, las oraciones, los ángeles, las imágenes, etc.
Una de las armas de la conquista española fue precisamente la religión, que trajo consigo la imagen del Diablo, para mantener subyugadas las mentes, y cuyas tentaciones o maleficios terminaban cuanto más acendrada era la fe.  Para ellos todos los mitos y sus representaciones idolátricas eran condenables "herejías", y se dedicaron a destruir cuanto calificaban como tales; pero ignoraron que en el conjunto cultural del nativo supervivían muchos mitos y creencias, que existen hasta ahora.

Los mayores sufrimientos que los españoles impusieron a los aborígenes derivaron precisamente de las imposición crueles de su religión, por lo que mantuvieron en lo recóndito de su imaginación la protección de sus propios dioses a los que invocaban para el castigo de sus martirizadores; entre esos mitos supervivió el "supaya" como se lo nombraba en aimará, o el "supay" con designación quechua, Rigoberto Paredes dice que el supaya era un dios bueno, Guillermo Francovich lo describe como un pequeño dios que recorría las comarcas causando beneficios a los que sufrían daños y maldades.

Paredes Candia, documentándose en dibujos que aparecen en elementos arqueológicos, lo representa con largos afilados y paralelos cuernos, y con dentadura felina de "puma".  A este personaje mitológico se le rendía culto de agradecimiento cuando el ganado se multiplicaba, las siembras florecían y los filones de plata refulgían entre las rocas o brillaban las pepitas de oro en las arenas de los ríos; pero todo ello se convertía en cuarzo o en guijarros cuando o ingratitud los hombres se hacían morosos en sus atributos porque esos precioso metales estaban destinados a ofrendas místicas en las grandes festividades para los dioses místicos, ya que no asomaba la menor codicia para atesorarlos como bienes privados.

Cuando el Virrey Toledo impuso la "mita" para colectar brazos destinados a las minas de plata en Potosí y Oruro que con tanta codicia explotaban los españoles, y que durante la vigencia de esa genocida esclavitud murieron más de seis millones de nativos, los mitayos de Potosí no volvían a salir de los socavones donde permanecían hasta su muerte, mientras que en Oruro surgían en ciertas fiestas, y muchos vivían en rústicas viviendas en una circunscripción entonces apartada del ámbito urbano, calificada entonces como la "Ranchería".  Esos mitayos en la fiesta de la Candelaria hacían sus ofrendas al supay para que no desaparecieran las vetas de plata, entre esos homenajes había la danza de mineros imitando ese ídolo, pero en lugar de los agudos cuernos surgieron las imitaciones de las astas de carnero, peculiares al diablo occidental; la música, la vestimenta y atributos como el tridente fueron creados por la propia imaginación de los mineros.

De acuerdo con las fotografías de un álbum de "Fiestas Danzas en el Perú", las máscaras de diablos mantienen los cuernos del supay, y aquellas no han variado, ni tampoco la indumentaria y menos la danza; en tanto que en Bolivia la máscara por la fantasía artesanal es una obra de arte, como lo es la vestimenta merced a la creación de los bordadores, y en en estos detalles ese folklore ha tenido un activísimo dinamismo; asimismo, ha cambiado el homenaje al supay y se ha convertido en el más devoto culto a la Virgen de la Candelaria, todo lo que significa la coordinación de elementos tan diversos en la coincidencia de un sincretismo sociológico, o sea la armonización de elementos de diverso origen.

La Diablada de Oruro se extendió ya en el siglo pasado en la fiesta religiosa de la Virgen de la Tirana en la zona de Tarapacá, cerca de Iquique, porque como hemos acreditado en diversos trabajos, ha sido siempre parte del hiterland  o sea región de influencia del Altiplano de Oruro.

Con el mito autóctono del supay y la imagen convencional del diablo occidental hemos elaborado la presente teoría, pero como ella nos ha servido para una hipótesis o suposición ésta requiere muchos elementos de prueba para calificarla como cierta; por eso no pretendemos otra cosa que sea una incitación para investigaciones mejores y más amplias.


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