María Luisa Zevallos V. -
Es Miembro de la Sociedad de Historia y Geografía Oruro - Miembro del Comité
del Bicentenario del 6 de octubre de 1810 / La Patria, 14 de Noviembre de 2010.
El Alto Perú, hoy
Bolivia, inicialmente correspondía al Virreinato del Perú hasta el año 1776,
luego se constituyó en parte del Virreinato de La Plata y fue el primero en
lanzar ideas insinuativas de independencia, el 25 de mayo en Chuquisaca y el 16
de julio en La Paz, el mismo año de 1809. Al siguiente año el escenario cambió.
El ambiente general que se vivía en el Alto Perú, en 1810 era ya tenso e
inseguro por la vacilante actitud de los españoles en esta parte del mundo,
hacía prever que se avecinaba grandes acontecimientos, que iban a sacudir los
cimientos del poderío español.
El año 1810 es el segundo año de las revoluciones en el Ato Perú, mientras es
el primero en otras regiones, sujetas a la corona de España.
Cinco insurrecciones revolucionarias en un solo año y dos combates victoriosos
son la pauta del espíritu libertario, que surgió del conflicto entre los
virreinatos del Perú y Buenos Aires.
Las revoluciones de Cochabamba el 14 de septiembre, Santa Cruz el 24 del mismo
septiembre, Potosí el 10 de noviembre, la revolución de Moxos en 28 de octubre
junto a la revolución de Oruro el 6 de octubre todas en el año de 1810.
La Gloriosa Batalla de Suipacha y la Victoria de la Batalla de Aroma, que
conmemoran su Bicentenario de aporte a la causa de la Independencia que culminó
el 6 de agosto de 1825.
La ubicación geográfica del Oruro, fue importante y, mucho más la revolución
del 6 de octubre, por el respaldo que le impulsó a la avanzada del Ejército
Auxiliar que venía de Buenos Aires, que después de la derrota patriota en
Cotagaita el 28 de octubre de 1810 por el jefe realista José de Córdova, para
vencerlo en Suipacha, el 7 de noviembre de 1810.
El Cabildo revolucionario de Oruro, cumpliendo con las resoluciones Tomás
Barrón, José Mariano del Castillo, junto a Esteban Arze, Melchor Guzmán
"El Quitón" que en 22 de octubre organizaron un ejército de paisanos
orureños y cochabambinos, para enfrentar al ejército realista comandado por el
Cnl. Fermín Piérola a 800 soldados experimentados y bien armados, para detener
al Ejército Auxiliar del Norte. Los patriotas los batieron en Aroma el 14 de
noviembre de 1810, con muy poca munición y armamento, pero blandiendo sus
garrotes y macanas, hicieron proezas de coraje y valor junto a la caballería
cochabambina, sumados al ardor y bizarría de las montoneras orureñas, al mando
del Capitán Gregorio Sempértegui, Teniente Miguel Aparicio Rocha, Subteniente
Juan Pablo Lira Sargentos Ventura Quevedo, Manuel Mendieta, José Rodríguez que
dieron cuenta del ejército realista.
Allí en Aroma fue el campo de la hazaña altoperuana.
Sin duda alguna, fue importante la Revolución del 6 de octubre de 1810 para que
triunfara el ejército patriota en Aroma.
El siguiente artículo publicado en el Periódico "LA PATRIA" en 1923,
por el historiador orureño don Marcos Beltrán Ávila, el que recuperó los
sucesos del 6 de octubre de 1810 y del 14 de noviembre de 1810 en Aroma,
Consideramos que es importante volver a leer el significado y la importancia de
su visión crítica, que nos permitirá comprender mejor la Victoriosa Batalla de
Aroma y es como sigue":
"Debido al afán del Director de "LA PATRIA", don Demetrio
Canelas, tomamos la pluma complacidos, aunque abandonamos ya el campo de la
investigación histórica y revolveremos el laberinto de nuestros conocimientos
para traducir el concepto que en otra hora nos formábamos de lo que era la
Batalla de Aroma.
En la primera época de la guerra de independencia, es, seguramente este
singular episodio el que atrae la atención de cronistas e historiadores; pero,
estudiados ellos, en ninguna sorprendimos el significado de esta lid, a pesar
de que varios de los historiadores acometieron la empresa con sanas
intenciones, más pudo en ellos el entusiasmo patriótico que el criterio
histórico de investigación.
¿Por qué se combatió en Aroma? ¿Fue importante por sus resultados?
Gran mayoría intelectual ve en la porfiada lid del 14 de noviembre, el alma
libertaria en acción: el repentino impulso demoledor contra el rey, la demanda
sangrienta de los derechos del hombre; en síntesis, una de las más importantes
batallas por la libertad y emancipación. Hay también criterio nuevo que dice:
no hubo lucha con contra del rey ni de España y los combatientes altoperuanos
no sospechaban aún el verdadero fin adonde selectos y contados espíritus los
encaminaban, menos sintieron odio por el rey y por España.
Pero, entonces, ¿qué encontradas opiniones chocaron en Aroma?
He aquí las vibraciones de aquellas almas en los días de fines de 1810 según
nuestro criterio. Sin detenernos a estudiar la general sacudida hispano
americana de los años 1809 y 1810, nos concretamos al Alto Perú; sazonamos
nuestra crítica histórica con la cronología con razonamientos atendibles, con
análisis cuidoso de los hechos y por sobre todo con el contenido de los
documentos de aquella interesante época.
Probemos explicar el caso: El año 1808 se juró y proclamó rey a Fernando VII en
España y América, a la vez que la península española era invadida por las
tropas de Napoleón y aprehendido el imbécil de Fernando VII; esta situación dio
lugar a que se constituyesen varias Juntas en España que asumieron el gobierno,
inclusive el de América. En estos instantes tienen lugar los movimientos
subversivos de Chuquisaca y La Paz y su cruel calvario impuesto por el
Virreinato de Lima con Goyeneche por ejecutor, cuando un año después en 1810 la
capital del Virreinato de La Plata a donde pertenecía el Alto Perú y formaba de
él, se sublevó constituyendo una Junta que llamaron Gubernativa de Buenos
Aires, es entonces que el virrey del Perú, Abascal, dictó un decreto
segregando, quitando el territorio del Alto Perú del resto del Virreinato de
Buenos Aires y agregándolo al Virreinato del Perú o Lima. Esta inconsulta
separación del Alto Perú, nótese bien, fue la piedra de toque del escándalo
doméstico: ¿Con qué Abascal separaba el Alto Perú de la Argentina para
agregarlo a sus dominios? ¡pues no faltaba más! ¡no sería así! Aquí es que los
verdaderos conjurados, revolucionarios realmente debieron tomar parte y atizar
el descontento del pueblo contra el virrey Abascal, para obtener después
provecho en pro de sus planes secretos contra la dominación española.
Creada esta situación entre los dos virreinatos, los pueblos altoperuanos
significaron por las vías de hecho, su voluntad. Comenzó Cochabamba el 14 de
septiembre, Santa Cruz el 24 del propio mes, Oruro el 6 de octubre, Potosí el
10 de noviembre, siguiéndoles Chuquisaca y La Paz en reconocer a la Junta
Gubernativa de Buenos Aires, como única autoridad a quien obedecerían, lo que
determinó la explícita oposición del Alto Perú al mandato del virrey Abascal de
separación y anexión de altoperuano al Perú.
De aquí el conflicto y la contienda armada entre Buenos Aires y Lima, con el
Alto Perú por causa y por campo de batalla.
Oruro y Cochabamba juntaron sus tropas, en tanto que desde Buenos Aires acudía
otro ejército disciplinado, ambos contra el que aprontaba el Perú.
Así acumulábanse los acontecimientos, cuando con aquella bandera y no con otra,
vinieron a las manos los altoperuano platenses con los bajos peruanos
abasceleños, en Aroma, el 14 de noviembre de 1810; actuó la voluntad de las
juntas en conjunción campal contra la autoridad autócrata del virrey peruano.
Es inútil creer que en Aroma y otras batallas iniciáticas de la guerra, flameó
desde los primeros albores, la bandera de la libertad como compromiso doctrinal
y político entre el pueblo y los principios de libertad, emancipación y
soberanía; es pura imaginación heroica… Pero Aroma fue, dentro del orden lógico
de las leyes naturales, mejor que todo ese decantamiento, fue manifestación
ostensible del poder popular; proclamó y sostuvo el consenso de los altoperuano
contra la autocracia del representante del rey de España imponiéndole su
voluntas, en medio de la dominación española, es más significativo y valedero,
que aquel disfrazado rasgo de libertad que atribuimos con demasiado desparpajo
a todos los actos de la vida colonial que tienen ribetes subversivos.
Si se estudia con cuidado el rol que jugaron los cabildos coloniales al
comenzar la guerra, que debía originar seguidamente la emancipación, se verá
que éstos se dieron y atribuyeron una importancia indiscutible al retener el
mando y todo el poder político y militar encarando resueltamente en
representación de los pueblos el más difícil problema del mando y gobierno del
pueblo y por el pueblo. Los cabildos así en Juntas modificados, fueron los
focos mejor constituidos para la revolución y esta transformación fue la
primera y mejor conquista que se hizo, es verdad que hasta hoy desconocida en
medio de aquella loca palabrería de los principios que la revolución francesa
modelo para nuestros antepasados a manera de cáscaras sin sustancia.
De ahí que estamos acostumbrados a ver en el gesto más caprichoso y pasional de
los pueblos de antaño, el signo de ideas libertarias, sin abrigarlas ni dar
siquiera un paso a ellas.
Así considerado el caso histórico, la batalla de Aroma no fue contra el rey ni
contra España, fue lid entre dos virreinatos, disputa de soberanía sobre el
Alto Perú, fue demostración de innegable fidelidad de altoperuano a Buenos
Aires, fue simpatía, presentimiento de que unos pasos más iban a abrazarse en
un solo ideal y juntos ofrendarían su sangre hasta obtener una patria libre.
Entre tanto, Aroma tiene el grandísimo valor, por sobre cualquier otro que el
patriotismo mal entendido le atribuya: el tiempo del consenso popular puesto
por primera vez en acción, ejecutando con armas en la mano y disputado en pleno
acto de hombres de conciencia y de carácter. Los cabildos altoperuano en
representación del pueblo, impusieron su voluntad e imperó por esta obra, el
derecho, desconocido antes, del Alto Perú de permanecer ligado a Buenos Aires
contra el antojo del virrey Abascal. Aceptar otro criterio, es desconocer la
psicología de los pueblos, que jamás obran por saltos morales o mudanzas
repentinas arraigados, pues la cronología nos enseña el juramento de fidelidad
al rey de verdad y sinceridad poco verdad y sinceridad poco antes de los
sucesos en los cuales queremos encontrar un categórico desmentido a los
efectuados anteriormente.
En cuanto a los resultados de la victoria de Aroma, ellos son altamente
significativos: la descabellada política del virreinato peruano, la intromisión
dictatorial para apoderare del Alto Perú, con objeto de disponer de los ricos
tesoros de las Cajas Reales, fueron desbaratados con Aroma.
En efecto, las tropas reales de Goyeneche, con todas sus divisiones
distribuidas en tierras altoperuanas del virreinato de La Plata, abandonaron
totalmente el territorio y se vio el Alto Perú libre de enemigos, libre de los
propósitos de dominio de ajeno virrey, socorrido, eso sí por tropas que al sud
del territorio cobraron la victoria de Suipacha.
Así este pueblo fijó su suerte de permanecer libre de tributaje del virreinato
peruano, junto a Buenos Aires y fiel, todavía al rey.
La primera faz de la guerra quedó así felizmente terminada por un momento
renació la tranquilidad en los espíritus, más los errores de Castelli, jefe
impolítico que a nombre de la Junta de Buenos Aires gobernaba el Alto Perú,
iban luego a producir nuevos disturbios con fatales consecuencia para el Alto
Perú, víctima cómoda y fácil. Pero de aquí surgió el cambio en sus ideas y en
su corazón: ni con el virreinato del Perú, ni con el rey de España, proclamó.
El método practicado y la consiguiente evolución política operada en el
espíritu popular dieron sus frutos recién entonces pelearon contra el rey y
contra España".
Marcos Beltrán Avila
Oruro, noviembre de 1923
"LA PATRIA Edición del 14 de noviembre de 1923. Páginas 5 y 6
El triunfo de la Batalla de Aroma, es un acontecimiento para el honor y
recuerdo de uno de los hechos más gloriosos, en la Guerra de la Independencia
Patria de un ejército genuinamente altoperuano, razón por la que el Ejército
Boliviano la instituido años después con Revolución del Comando General del
Ejército como el DIA DEL EJERCITO BOLIVIANO, cuyo BICENTENARIO conmemora este
14 de noviembre 2010.
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