Vista parcial de la ciudad de Oruro,
sector corazón de Jesús
Por: M.Cs. Lic. Jorge Llanque Ferrufino - Antropólogo,
Director de la Carrera de Antropología / Este artículo apareció publicado en el
periódico La Patria de Oruro el 6 de Octubre de 2010.
El Estado colonial español debía contar con espacios y zonas
de explotación de la materia prima, así como de explotación de los recursos
naturales de las colonias americanas. Ese fue su principio y fin. Oruro no fue
la excepción a esa regla trazada por los administradores coloniales.
La zona de asentamiento central de Oruro era precisamente
Paria (1), la actual ciudad de Oruro al parecer sólo era una zona de
explotación minera para el proceso de mita exigido por el Inca, sin embargo,
ello no le quita el carácter sacralizado que pudo tener la zona, más aún por
ello es posible inferir que era un contexto tabú simbólico por la presencia de
toda la serranía sagrada (2).
Aún ahora, sólo en Oruro se puede apreciar que zonas
consideradas sagradas como la víbora, han sido invadidas por loteadores,
picapedreros o viviendas clandestinas (3). En otros municipios de nuestro país
estas zonas son sagradas y no se permite la construcción de viviendas o
convertirlas en zonas de explotación.
En 1565 Lorenzo de Aldana es beneficiado con la Encomienda
de Paria, la cual le otorga grandes réditos, pues incluso re-descubre minas
argentíferas y las explota, fallece en 1573 en Arequipa, imbuido quizás por la
piedad cristiana y por la riqueza que consolidó estos años, en estas tierras
dona parte de su riqueza para un Mayorazgo, para la religión católica y la
asistencia a los nativos de la región. La futura Villa ya empieza a
consolidarse como una zona rica en minería de plata, motivo por el cual
empiezan a desarrollarse procesos migratorios a la zona. Una gran cantidad de
españoles, criollos, indígenas-originarios empiezan a "desarrollar"
en Oruro, destacan los hermanos Medrano y Nava de Revolledo. Sin embargo, la
creación ipso facto de San Miguel de Uru Uru no permitía gozar de ciertos
privilegios, como por ejemplo y seguramente la más poderosa razón, la
Encomienda (4).
Entre 1608 y 1675, Oruro es famoso por el proceso de
explotación de plata y otros metales, esto determina el crecimiento explosivo
demográfico de la zona (criollos, otros villeros, hasta europeos), siempre a
los ojos de las autoridades coloniales españolas que nombraban como autoridades
a favorecidos por el Virrey, chapetones y otros funcionarios españoles, que veían
a Oruro como un "corto periodo" de vida en estas frías tierras, hasta
poder acumular fortuna e irse a mejores tierras, o a las propias, pero con
bolsillos llenos.
Merced a ello, precisamente, a estas autoridades no les
interesaba el desarrollo de Oruro, al contrario, para ellos era una
"obligación" estar en Oruro, era sólo un trabajo que debían cumplir.
El paso inexorable del tiempo nos mostrará que son los criollos y los mestizos
nacidos en Oruro, quienes (poder político mediante) deseaban mandar sobre los
destinos de la Villa.
Qué mayor revelación existe, si no es precisamente el hecho
de que no existan condiciones de "desarrollo" en la villa y, que las
nombradas autoridades sólo gozaban de su "tiempo de cargo obligado" y
después desaparecían del lugar, sin haber hecho nada (5). Esa fue la motivación
precisamente para que tanto Vélez de Córdova emita su Manifiesto de Agravios o
en 1781 el 10 de febrero Jacinto Rodríguez de Herrera, otros criollos y
Sebastián Pagador protagonicen su levantamiento. Es la misma motivación para el
levantamiento del 6 de octubre de 1810 protagonizado entre otros por Tomas
Barrón.
¿Cuáles eran las características de la villa para 1810? Es
precisamente el tema que deseamos develar en este artículo. Para ello es
menester mencionar que don Marcos Beltrán Ávila en su "Capítulos de la
Historia Colonial de Oruro" nos detalla las características del Oruro de
entonces, algunos de sus principales aportes se reflejan precisamente en el
hecho de explicar que: el Cabildo se encontraba en los altos de la acera norte
de la plaza. Por otro lado el 1ro de mayo fiesta del santo patrón titular, San
Felipe (BELTRÁN, 1925), 192. Y finaliza con una sentencia terrible para la
ciudad.
Así vivió Oruro, esa su triste vida de colonia, sin un rasgo
de originalidad, sin un toque de esplendor, huérfana de todo arte, de ciencias
y letras, tal que pasado su auge material quedó reducida a un poblacho de poca
o ninguna importancia, rica en los productos que atesoraban las entrañas de su
tierra, fue pobre en espiritualidad y mísera en cuanto a producción inteligente
de cualesquier clase.
¿Habrá sido así la coyuntura de la vida en Oruro?, habrá
sido tanto así, que como en el caso de Chuquisaca "… Las castas de
europeos, criollos, mestizos e indios formaban, por decirlo así, la urdiembre
social de estos pobladores en la capital alto- peruana; habitando los arrabales
tan solo el indio, mientras la plebe mestiza ocupaba la plaza mayor i los
barrios centrales en tiendas o cuartos a la calle bajo las habitaciones de las
clases superiores." (MORENO, 1896), 9.
Si habría que describir las estructuras sociales en el Oruro
de entonces, debamos quizás caracterizar como dice Demelas la presencia de
antiguas elites (poderosos y medianos mineros), curas acomodados en la región,
caciques para el caso nuestro representantes de los señoríos aymaras, los
mestizos (denominados cholos por Beltrán) los negros y los indios (6).
Esta urdimbre social tenía un rol y un espacio social bien
definido, comencemos con los españoles y los criollos, merced a su origen de
cuna e incluso patria, gozaban de grandes beneficios los primeros y menores
ventajas los segundos, aunque "…En la villa no existía la viciada
aristocracia que constituía la clase dominadora, no fue exajerada sino parca
hasta en sus íntimos entusiasmos, algo huraña y reservada (…)" (BELTRÁN,
1925), 199. Es el caso del ayuntamiento, a decir:
El ayuntamiento está compuesto por el cabildo que cuenta con
el siguiente personal: Alcalde ordinario de primer voto, un alcalde ordinario
de 2do. voto (los alcaldes ordinarios no reciben prestación alguna, salvo del
pago de 4 pesos reales por firma de procesos de civiles no pobres ni
criminales), un contador entre partes (fundado en el mayorazgo), un alférez
real (no tiene dotación real pero en Sucre se le otorga 100 pesos por sacar el
estandarte en la fiesta principal, el día de San Miguel), un alcalde
provincial, un regidor- fiel ejecutor (tampoco tienen dotación, solo los emolumentos
de su oficio conforme a arancel), un regidor- fiel receptor de penas de cámara
(10 por 100 de multas y condenaciones que cobrare), alguacil mayor (se le
asigna 200 pesos, para la alcaidía de la cárcel pública, pero también cobra por
derecho de ejecución, carcelaje, apremios, etc.), tres regidores anuales.
(estos pagan 500 pesos como precio de la vara de acuerdo a real cedula de San
Lorenzo de octubre 27 de 1806, es un obsequio procomunal, idealmente se deben
elegir seis aunque pueden llegar a cuatro, para 1809 los cinco regidores de
Oruro eran José de Serrano, Juan Bautista Federqui, José Mariano del Castillo,
Melchor Saavedra y Juan Manuel Porcel) (7). (MORENO, 1896), 341. Para 1809, la
administración del Partido de Oruro es: Tomás Barrón, subdelegado real y
alcalde mayor de minas y registros; José Posada y Rubín, oficial de las cajas
foráneas; José García y Mesa, Ídem. En cuanto a las cajas reales "…en 1803
la hacienda real constaba de la Caja Foránea y el estanco de tabaco". Cfs.
(BELTRÁN, 1925), 293. José María Sánchez Chávez (español) era Ministro contador
de la caja real (BELTRÁN, 1925), 310.
Entre otros de los oficios que podía tener un criollo
(minero potentado, un cargo público, autoridad eclesiástica), también podía
ejercer otras funciones es el caso de Bernardo de Ojeda (el traidor de la
revolución) que era maestro de armas (enseñaba esgrima en la villa), los
criollos constituían el "Alto Vecindario de Oruro", o "los
vecinos de honor", entre otros derechos tenían el de estar sentados en los
primeros bancos junto a los cabildantes en el templo de la matriz donde se
oficiaba la misa y el Te Deum, estar en las estructuras altas construidas para
ver las corridas de toros, o ser los primeros acompañantes del estandarte real,
cuando este era sacado de la casa del alférez. Sus casas, parcas por fuera, por
dentro debieron estar mejor dispuestas con imágenes religiosas y trabajos de
orfebrería de plata como sinónimo de distinción, el baile principal a la usanza
debía ser el Fandango (CHAVES, 1896), 296. Antiguo baile español, muy común
todavía en Andalucía, cantado con acompañamiento de guitarra, castañuelas y
hasta de platillos y violín, a tres tiempos y con movimiento vivo y apasionado.
DRAE. Otros oficios para los criollos era precisamente el de ser escribano
público y de cabildo, ningún resolución, pronunciamiento, etc., podía ser
pronunciada por el pregón (un cholo o mestizo) si no tenía las rúbricas de
estos personajes según prescripciones tradicionales de la época colonial. Ante
la falta de edificios públicos y lugares de divertimento común, buenas eran las
casas de los criollos y españoles, los amplios patios con que se contaba era
precisamente una peculiaridad para organizar actividades festivas o incluso
juntas y los complots contra el régimen. Por otro lado los criollos debieron
ser los que tuvieron acceso a armas de fuego y espadas.
En la villa de San Felipe los conjurados alcanzaban a diez,
entre los principales eran Juan Vélez de Córdova, Eugenio Pachacnina, Miguel de
Castro, Carlos Pérez, Nicolás Pérez de la Cruz Encinas, Bernardo Ojeda, Ramón
de Castro, Tomás Agudo, Ambrosio Arze y Lorenzo Terceros. (BELTRÁN, 1925), 200
(8), se reunían principalmente en la noche.
Es interesante notar que Córdova se alía a un cacique
indígena y a dos mestizos como parte de su plan, reconoce en este sentido la
importancia – y la jerarquía- de estos segmentos de la población que eran
necesarios para cumplir con sus planes. En este caso el cacique Pachacnina
debió ser un cacique – gobernador nombrado por la Corona.
El estatus y prestigio en esa época colonial se podía
identificar si uno tenía un esclavo africano. Este individuo se constituía en
sinónimo de distinción, por lo que incluso su compra fue normada por la Corona.
"…La importación de "negros" de cualquier edad o sexo a
excepción de los niños de pecho 16 pesos por pieza. Aguardiente cuatro piezas
el barril, el barril 2 pesos el barril, en los demás productos y frutos el 24
por ciento, incluido el almojarifazgo (9), alcabala (10), subvención, consulado
(11), almirantazgo (12), 22 de septiembre de 1808".
Por ejemplo Vélez de Córdova tenía un esclavo negro llamado
Alejandro, Las principales señoras (es el caso de Rosa Manrique de Lara) tenían
su propio servicio de inteligencia reflejado precisamente en su servidumbre (la
mulata Gregoria Micaela). Estos sujetos se constituían entonces en este
elemento de distinción, pero también de información en la villa para sus
amos.
La tarea más importante e ingrata en esos momentos
revolucionarios debió haber sido el de Corregidor. "…El Presidente Nieto
era el responsable de acumular pertrechos de guerra y gente contra el ejército
de Buenos Aires, recibió la lamentable noticia de la insurrección de Cochabamba
y la deserción de las tropas de la guarnición de Oruro". (BELTRÁN, 1925),
310.
El pueblo (los cholos o mestizos de acuerdo a la
terminología de la época) debieron ser los comerciantes (los mejor acomodados
viviendo cerca de los tambos y mercados) los empleados de los empresarios
mineros, los mineros (entre mestizos e indígenas, muchos de ellos viviendo del
pago de sus servicios, debieron contar con pequeñas pulperías que manejaba el
dueño de la mina) y otros (taberneros, chicheros, carniceros, y varios oficios
diferentes e incluso hasta vagos), así como varias viudas y huérfanos que
deambulaban por la villa, al haber sus esposos y padres muerto en el laboreo de
las minas.
El pueblo como tal o por lo menos los denominados cholos,
constituían el grueso de la milicia que organizaban las autoridades locales
para defender a la villa.
"Con los temores que causaban estas noticias empezaron
a darse providencias de alistar gentes, industriarlos en el exercicio militar y
prevenir toda especie de pertrechos de guerra para defender la villa y procurar
se mantuviese la subordinación y fidelidad a nuestro católico monarca. Todos
concurrían gustosos y con el sueldo que a muchos se les havia señalado estaban
mas empeñados en obedecer y executar, cuanto el Corregidor les mandaba"
(DIARIO FABULOSO DEL CURA DE ORURO DOCTOR DON PATRICIO GABRIEL MENÉNDEZ-
RELACIÓN TRÁGICA DE LOS FUNESTOS Y RUINOSOS ACONTECIMIENTOS DE ORURO, 1794),
331.
Para mantener una suerte de fidelidad además del prometido
pago el corregidor se las ingeniaba "…Seduciendo a la plebe con
aguardiente y cigarros" (CHAVES, 1896), 298. Sin embargo, el pueblo como
tal adoptaba esta actitud con el fin de obtener algo de los recursos que
impunemente los "dueños de la Villa" se apropiaban a nombre del Rey,
es este mismo pueblo que buscará la ocasión para levantarse en armas, para
eliminar la estructura jerárquica de la sociedad orureña, e incluso para tomar
decisiones fundamentales en la plaza de armas. De ahí precisamente nuestra fama
de orureños "levantiscos".
El caso de los indígenas –podemos hipotetizar- era
diferente, muchos de ellos realizaban servicio en las casas de criollos y
españoles, generalmente los de la zona de haciendas, otros podían traer y
llevar productos hacia la ciudad, otros como mencionamos antes volvían de la
mita de Potosí y trabajaban en las minas porque de esa manera podían contar con
recursos económicos para retornar a sus ayllus.
A diferencia del pueblo son los criollos y españoles los
primeros que tratan de huir de la villa ante los acontecimientos de octubre de
1810. "…Llegando las tropas auxiliares Nieto, ordenó al Ayuntamiento que
"evite la fuga de los vecinos y que estén a la defensa de la Villa,
publicándose un bando con penas gravísimas contra los que desamparasen sus
hogares" (BELTRÁN, 1925), 311.
Estas penas por levantarse –y por no cumplir los preceptos
del corregidor- contra el régimen español eran como sigue a continuación:
"… que sea cortada o separada su cabeza, por mano del
verdugo; y que puesta en una jaula o crata de yerro sea conducida a la villa de
Oruro y colgada en el Rollo de la Plaza, o es la puerta mas principal y entrada
de Cerro de Conchupata o de Campo verde, arrastrada antes tio colgarse por las
calles públicas, anunciando la voz del Pregon el castigo (…) condeno asimismo a
su memoria a perpetua infamia, trascendental a sus hijos y nietos, y a que no
pueden obtener empleo honorifico de Republica, dignidad, beneficio eclesiástico
ni otro alguno. (…) a que sus propias casas sean derruidas, salados y arados
sus sueldos (…) (BELTRÁN, 1925), 322. Eso si deben restituir lo sacado a las
cajas reales.
Otro castigo de la época era:
"(…) le condeno a que puesto en un cuero o seron atado
a la cola de un rocin, fuese arrastrado por las calles públicas y acostumbradas
basta el lugar del suplicio y ahorcado basta que naturalmente muriese dividido
en cuartos sobre un tablado y colgados en los caminos públicos, fuera del
recinto de aquella muy leal e ilustre ciudad, cortada su cabeza y puesta en una
jaula o crata de yerro, conducida a Sora Sora colgada en la plaza mas pública o
en alguna de sus puertas mas principales", (sentencia contra Antonio
Flores).
Pero a pesar de todo ello, la gente de Oruro se levantó, se
revolucionó buscando mejores días para su destino, y nos legó esta fecha como
un elemento identitario poderoso de la formación de la identidad orureña y
boliviana.
NOTAS
(1) Carola Condarco ha realizado excavaciones arqueológicas
en la zona y ha llegado a la conclusión que era un gran centro incaico donde
existían colcas de almacenamiento, además de eje político de la zona.
(2) El trabajo de Carlos Condarco identifica la persistencia
de cultos antiguos a los cerros en la zona, más antiguas que de los incas o los
aymaras. De ahí a que existan antiguas viviendas, aun no ha podido ser
demostrada por la ciencia arqueológica, por lo que resulta una hipótesis sin
confirmar.
(3) La UTO a través del Rector David Ismael Rojas en función
a la Carrera de Antropología elaboró un proyecto de salvaguarda de la víbora,
pero que al parecer no logró sensibilizar a las autoridades
departamentales.
(4) El otorgamiento de indígenas para que laboren como
mineros por casi nada y como parte de su servicio, ello implicaba una
triplicación para los ingresos de los mineros orureños de ese entonces.
(5) Es la crítica actual de algunos medios de comunicación
que hacían al ex alcalde de Oruro Edgar Bazán.
(6) Aunque Demelas los caracteriza desde la organización de
los valles de Cochabamba (DEMELAS, 2007), 53
(7) Cfs. (MORENO, 1896), 341- 343
(8) Vélez de Córdoba se reunía en ocasiones para hablar de
que eran los legítimos señores del suelo, vivían oprimidos bajo la tiranía de
España y eran tratados como esclavos, coincidentemente en estas ocasiones no
estaban Pachacnina ni Arze y Terceros que eran mestizos. Cfs. (BELTRAN, 1925),
200.
(9) Derecho que se pagaba por los géneros o mercaderías que
salían del reino, por los que se introducían en él, o por aquellos con que se
comerciaba de un puerto a otro dentro de España. DRAE.
(10) Tributo del tanto por ciento del precio que pagaba al
fisco el vendedor en el contrato de compraventa y ambos contratantes en el de
permuta. DRAE.
(11) Tribunal de comercio que juzgaba y resolvía los pleitos
de los comerciantes de mar y tierra. DRAE.
(12) Derecho que para los gastos de la Marina Real pagaban
las embarcaciones mercantes que entraban en los puertos españoles, DRAE
Trabajos citados
BELTRÁN, A. M. (1925). CAPÍTULOS DE LA HISTORIA COLONIAL DE
ORURO. La Paz: Sierpe.
CHAVES, D. P. (1896). EXTRACTO DE LAS DECLARACIONES
PREVENTIVAS, SOBRE LA INSURRECCIÓN Y LEVANTAMIENTO, CAUSADOS POR PEDRO DOMINGO
MURILLO JUAN BAUTISTA SAGÁRNAGA Y DEMÁS CÓMPLICES. En G. R. MORENO, LOS ÚLTIMOS
DÍAS COLONIALES DEL PERÚ (pág. 500). Santiago de Chile: Cervantes.
DEMELAS, M. D. (2007). NACIMIENTO DE LA GUERRA DE GUERRILLA,
EL DIARIO DE JOSÉ SANTOS VARGAS (1814-1825). La Paz: PLURAL, IFEA.
DIARIO FABULOSO DEL CURA DE ORURO DOCTOR DON PATRICIO
GABRIEL MENÉNDEZ- RELACIÓN TRÁGICA DE LOS FUNESTOS Y RUINOSOS ACONTECIMIENTO DE
ORURO, 124-4-14 (Buenos Aires 15 de diciembre de 1794).
MORENO, G. R. (1896). ÚLTIMOS DÍAS COLONIALES EN EL ALTO
PERÚ. Santiago de Chile: Cervantes.
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