Profesionales y obreros, unieron su arte para crear la Estudiantina
Amarillentos recortes de periódicos y
fotografías de bordes envejecidos, fechadas con elegante letra de toques
góticos, son los testigos de una larga trayectoria musical y la historia que un
grupo de entusiastas jóvenes profesionales, estudiantes y obreros, comenzaron a
escribir en 1928, cuando se fundó la Estudiantina Típica "10 de
Febrero" que a la vez tenía el nombre de Conjunto Indianista "Uru
Uru".
Hablar
de esta agrupación musical de la época del encanto señorial y del auge minero
en Oruro, es hacer mención a los acordes musicales nacidos desde mandolinas,
guitarras, charangos, quenas, flautas y concertinas que acompañaban los más
selectos acontecimientos sociales de la tercera década del siglo pasado.
La historia de la Estudiantina Típica "10 de Febrero",
está marcada por el amor a la tierra de los Urus, imperio del metal, de la
riqueza cultural, tradiciones y leyendas que inspiraron a los más renombrados
artistas y compositores.
Fue
precisamente el amor a esta parte del territorio boliviano, que motivó a los
fundadores de la agrupación musical a bautizar su creación con la fecha de
homenaje a la revolución del 10 de Febrero de 1781, para perpetuar luego el
nombre de esta institución en el disco compacto "Un tesoro musical del
Siglo XX", grabado el pasado año, en "AyniStudios" como un
aporte de cultural al título que ostenta el Carnaval de Oruro como Obra Maestra
del Patrimonio Oral e Intangible de la Humanidad.
ALGO
DE HISTORIA
Con
la mirada perdida evocando en añoranzas de su juventud y recordando a familiares
y amigos que dejaron su nombre grabado en la historia musical de Oruro, los 14
componentes que aún se dedican a practicar esta música, afirman que desde
siempre las picardías, romances, pasajes bélicos de la guerra del Chaco y otros
acontecimientos históricos, inspiraron las composiciones de autores como Víctor
Flores Barrientos y otros artistas que fueron parte de la Estudiantina.
Los
acordes de sonoras cuecas, bailecitos, huayños, taquiraris, morenadas, boleros,
compuestos por autores propios de la Estudiantina, evocan vivencias del pasado,
como es el fox incaico "Yahuar Sonk´o", las cuecas
"Conchupata" y "10 de Febrero".
Una
revisión histórica recuperada de los propios archivos de la entidad musical,
muestra que a pocos años de creada la Estudiantina, los artistas se vieron
obligados a dejar guitarras, charangos, quenas y zampoñas, para reemplazarlos
por pesados fusiles que entre 1932 y 1935, los acompañaron en las candentes
arenas del Chaco, durante la contienda bélica con el Paraguay, periodo en el
cual los melodiosos ritmos fueron desplazados por el tronar de cañones y
silbidos de balas.
Pero
este hecho no fue barrera para seguir componiendo melodías que, nacidas entre
melancolía y añoranzas de volver a su terruño, dieron lugar a creaciones originales,
perdurando hasta hoy.
La
historia escrita por Víctor Aguilar y el profesor Roberto Molina, inquieto
educador que falleció recientemente, tras conseguir la grabación del disco
compacto "Un Tesoro Musical del Siglo XX" junto a sus compañeros,
narra que esta institución este año cumple sus "Bodas de Diamante",
luego de transcurrir 75 años de vida musical y transmitir el arte de generación
en generación.
Los
nombres de Alejandro Silva, Vicente Morales, Basilio Mújica, Ramón Chuquimia,
Faustino Rodríguez, Heriberto Portillo, Exequiel Arias, Florencio Troncoso y
Víctor Flores Barrientos, tienen un espacio especial reservado en la historia
de la Estudiantina, que producto de un trabajo cotidiano, día a día, luchando
por dedicar un tiempo al arte entre cumplir sus obligaciones con la familia y
el trabajo, fue condecorada por la Alcaldía Municipal con el Escudo de Armas en
el Grado de Servicios Especiales.
Por:
Mónica Aramayo Quinteros Es periodista de LA PATRIA
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