Ínfimas victorias militar logró Bolivia durante la Guerra del
Pacífico. Una de ellas el 6 de diciembre de 1879, en el desfiladero
de Tambillo (Atacama). En un encuentro relámpago el Escuadrón de
Francotiradores -vanguardia de la Quinta División boliviana- derrotó a los
Cazadores del Desierto, expulsándolos de San Pedro de Atacama. Nunca lo
sabremos a ciencia cierta, pero quizás esta victoria pudo haber cambiado el
curso de la guerra. Comandados por el coronel Rufino Carrasco, la avanzada
boliviana entró triunfante hasta Atacama. Inmediatamente fue arriada la bandera
chilena y repuesto el blasón boliviano. Consciente sobre la
fragilidad de su hazaña, Carrasco solicitó refuerzos para mantener su avance e
intentar retomar Caracoles y Calama. Pero los refuerzos jamás llegaron.
“Me es sumamente extraño que el general (Narciso) Campero
y usted, después de haberme encomendado una expedición tan difícil, lanzándome
sólo con 70 hombres hasta ponerme a ocho leguas donde se encuentran fuerzas
enemigas considerables, no hayan remitido fuerzas para apoyarnos. Nosotros,
resueltos a sacrificarnos por la patria, no omitimos medio alguno de hacerlo,
pero de cualquier fracaso que hubiese en lo sucesivo ustedes y sólo ustedes
serán responsables ante el pueblo boliviano”, escribió el coronel, en una
misiva enviada a la Jefatura del Estado Mayor boliviano.
Esas palabras sellarían su destino. Rufino Carrasco
–que una semana después de su victoria y ante la ausencia de refuerzos decidió
retirarse de Atacama y desandar lo andado- fue apresado y llevado con grilletes
hasta Potosí, donde permaneció aislado, humillado y bajo la amenaza de una baja
deshonrosa. Luego de un juicio sumarial Carrasco fue liberado, pero su victoria
y su nombre fueron soterrados. Tuvo que pasar una década, en 1881, para que la
hazaña de Carrasco fuera desempolvada y éste ascendiera al grado de General de
Brigada. Sin embargo, el daño ya estaba hecho. El general Carrasco -que murió
en soledad y sin descendencia directa- terminó relegado por la historia. Sus
restos casi terminan extraviados para siempre. Y a pesar de su valía como
artífice de la victoria de Tambillo, no existe fecha cívica que conmemore su
gesta y su nombre no engalana las principales calles, avenidas o plazas de
ninguna ciudad capital del país. Sí lo hacen, en cambio, los nombres de
aquellos militares y políticos bolivianos que tuvieron responsabilidades
irrefutables en la pérdida de nuestra salida al océano Pacífico.
Esta es la historia de un héroe boliviano que fue
injustamente marginado de la historia. Pero también es la historia de la lucha
de su familia por salvar su nombre del olvido.
Horacio Torres Guzmán es un cinteño de cepa. Y como
tal, en su hogar no pueden faltar ni bebidas espirituosas, ni laguita de maíz,
ni cuequitas chuquisaqueñas de antaño. Y de todo ello sobró el día en que este
descendiente de Rufino Carrasco abrió sus puertas de su vivienda para narrar
los fastos del general chicheño.
“Mi padre, Simeón Torres Guzmán, fue el sobrino-nieto
del héroe de Tambillo y yo el heredero de los documentos que prueban su
existencia… ¿Un tecito?”.
En la mesa: una taza de té humeante y una botella
semivacía de whisky.
“Para el frío es lo mejor”.
Y lo es más a la hora de retroceder en el tiempo.
Porque si de historias y personajes chicheños se trata, nadie mejor que don
Horacio para narrarlas.
“Mi abuela, Ignacia Carrasco, era sobrina del general
Rufino. Toda la familia Carrasco tiene raíces en Talina, un vallecito que se
halla en la provincia Sud Chichas (Potosí) y que se alza a orillas del río San
Juan del Oro”.
“Talina tiene mucha historia. El cacique Espiloca, de
los Chichas, tenía su asiento en Talina. En la conquista de los españoles,
cuando Almagro decidió separarse de Pizarro para ir a la conquista del Sur,
pasó por los Chichas y se quedó en Talina. Allí estaban los ‘Orejones’ evitando
que del Sur vinieran otras tribus a invadir al imperio incaico. Pizarro, según
narran, hizo que el cacique se convirtiera a la religión católica y adoptara su
nombre: Diego de Espiloca. Almagro siguió su camino hacia Chile llevándose con
él centenares de hombres chicheños a intentar la conquista de lo que hoy es
Chile”.
“Mi abuelo Hilario Torres también era de Talina y
estuvo junto a Eduardo Abaroa en el combate del Puente del Topater. Por la
proximidad de la costa, él había ido a trabajar a una guanera que dependía de
una firma inglesa. Y, naturalmente, cuando comenzó la invasión chilena, todos
los bolivianos fueron convocados a defender la patria, entre ellos unos seis
talineños”.
“Sabe, hace más de 20 años que no visito Talina.
Quisiera hacerlo, aunque ya no hay allí vestigios de los Carrasco. También
quisiera conocer Tambillo, donde el general Rufino Carrasco hizo historia”.
Parte Oficial del Coronel Rufino Carrasco sobre la
reconquista de Atacama.
Publicaciones militares vol. 19, del general Enrique
Vidaurre.
Escuadrón Francotiradores. Vanguardia de la Quinta
División.
Toconao, diciembre de 1879.
Al señor Jefe Superior de las fuerzas residentes en la
provincia de Lípez.
Eran las 5 am me encontraba en el punto de Tambillo, legua y media del pueblo.
Día antes (el 5 de diciembre) el enemigo había tomado posiciones muy ventajosas
y tan luego como descubrieron la vanguardia nuestra que iba adelante hicieron
una descarga sobre esta. Inmediatamente dispuse el plan de ataque y entramos en
combate con las fuerzas que comandaban los tenientes coroneles Moscoso y
Patiño. El primero tomó la izquierda y el segundo marchó de frente rompiendo
sus fuegos al paso de vencedores hasta desalojar de sus parapetos a los
Cazadores del Desierto, que es éste el nombre del cuerpo chileno al que
pertenecían. Un cuarto de hora fue suficiente para nuestros bizarros jefes y
rifleros que atacaron arrollándolos y poniéndolos en completa derrota, quedando
en nuestro poder 11 prisioneros y varios heridos.
Me es sumamente extraño que el general Campero y
usted, después de haberme encomendado una expedición tan difícil, lanzándome
sólo con 70 hombres hasta ponerme a ocho leguas donde se encuentran fuerzas enemigas
considerables no hayan remitido fuerzas para apoyarnos.
Nosotros resueltos a sacrificarnos por la patria no
omitimos medio alguno de hacerlo, pero de cualquier fracaso que hubiese en lo
sucesivo ustedes y sólo ustedes serán responsables ante el pueblo boliviano.
Con 300 hombres que usted me mande, pero que vengan a
marcha redoblada, puedo contestar a usted de la toma de Caracoles y últimamente
Calama y de este modo estar siempre en posición de la importante provincia de
Atacama y de haber hecho que respiren nuestros hermanos que están bajo la
presión de los invasores
Dios guarde a Usted.
No son del todo claros los hechos que se sucedieron
tras la Batalla de Tambillo. Lo cierto es que por alguna razón esta victoria
boliviana fue minimizada en ciertos círculos militares y políticos, tanto
chilenos como -peor aún- bolivianos. Así lo evidencia, por ejemplo, este diario
de campaña:
Diario de campaña de la V División, de Manuel D.
Valda
Memoria del auditor y comisario de guerra Manuel D.
Valda
Año 1879, mes de diciembre
20 Lunes, Santo Domingo de Silos
Llegó por extraordinario mandado de Huarichaca la
feliz nueva de que el coronel Carrasco había batido a los chilenos en Atacama y
tomado aquella plaza habiendo desalojado de aquel lugar a las fuerzas
invasoras. Nuestro contento fue grande, en especial para los amigos de aquel
bravo defensor de la patria. Fue general el sentimiento porque aquel, aunque
pequeño hecho de armas, no se hubiera celebrado como se debería. Era un pequeño
triunfo en que un puñado de valientes dela V División había hecho conocer lo
que importaba el valor y la constancia del boliviano.
Sobre las causas del inmediato menosprecio por
parte del Alto mando boliviano a la victoria de Carrasco, el abogado José Franz
Medrano Solares esboza una teoría que va en la línea de aquella esgrimida en la
película "Amargo mar", de Antonio Eguino, y que apunta a la
existencia de una confabulación entre empresarios y políticos bolivianos de
apoyar la victoria chilena. Es así que se frenaron y silenciaron determinadas
gestas que podían descubrir malos manejos del mando militar y de políticos de
ese entonces. Medrano Solares ha escrito el ensayo "A propósito del gral. Rufino Carrasco".
“Luego de esta inigualada victoria de nuestras armas
en la infausta Guerra del Pacífico de 1879, Rufino Carrasco, después de haber
sido abandonado a su suerte en el desierto por sus superiores junto a sus
soldados, execrablemente fue apresado y vejado en la ciudad de Potosí por
mandato del afrancesado Gral. Narciso Campero, que ambicionaba
inescrupulosamente la primera magistratura del país. Después, sobrevino la
conspiración del silencio impuesta por aquellos ruines que enajenaron el mar
boliviano, intentando suprimir su legendario nombre de la ilustre genealogía de
nuestros héroes”.
Medrano Solares realizó un trabajo de hormiga en pos
de hallar datos biográficos de Rufino Carrasco. Son pocos los hechos
documentados que puedan ayudar a reconstruir su vida. Entre ellos está una
biografía inédita e incompleta perteneciente al párroco de Talina, Simeón
Torres Carrasco (1898-1985). Gracias a este trabajo se sabe que Carrasco nació
en Talina el 10 de julio de 1817, siendo su padre Manuel Carrasco, sargento
mayor del Escuadrón Guías. “Extrañamente de su madre no existe ninguna
relación. De acuerdo a la biografía señalada, muy mozo se alistó en el Ejército
durante el gobierno del Mariscal Santa Cruz, viendo engendrarse y surgir la
Confederación Perú-Boliviana. Seguidamente, recibió su bautizo de fuego en (las
batallas de) Yanacocha y Socabaya, en 1836”.
“Igualmente estuvo en las inmemoriales contiendas de Humahuaca,
Iruya, Montenegro y en los gloriosos campos de Ingavi. A continuación,
conjuntamente a Mariano Melgarejo y sus coraceros, rebasando las sanguinolentas
barricadas de marzo de 1865, irrumpió en el Palacio de Gobierno y vio perecer
al tata Belzu en manos de sus correligionarios. Gracias a esta delirante e
intrépida acción fue ascendido de capitán a mayor. En febrero de 1875, Rufino
Carrasco, ya como coronel, fue nombrado Jefe del Estado Mayor de Cochabamba.
Poco tiempo después, sería protagonista de la proverbial Batalla de Tambillo”,
apunta el ensayista.
De su ascenso a general, el cura talineño Simeón
Torres Carrasco -del mismo que Rufino Carrasco era tío abuelo- no revela
absolutamente nada en el boceto biográfico indicado. Sin embargo, Medrano Solares
descubrió que el Senado Nacional, a proposición del Poder Ejecutivo, mediante
Resolución Legislativa de 1 de Noviembre de 1888 sustanciada en Sucre, ascendió
a Rufino Carrasco al grado de General de brigada del Ejército Nacional.
“A propósito de ascensos militares anecdóticos,
O´Connor D´arlach, en su libro que versa sobre el tarateño Mariano Melgarejo,
describió que en cierta ocasión Rufino Carrasco, junto a otro oficial de los
afamados Colorados de Bolivia, se plantó impávido frente al presidente
Melgarejo para que éste, con su arma de fuego, hiciera puntería sobre su kepí.
La admirable imperturbabilidad de Carrasco en este acto suicida fue gratificada
por el achispado e ignorante déspota con un ascenso militar”, escribe Medrano Solares.
Un par de fotografías y una tarjeta personal de Rufino
Carrasco son parte de los tesoros que son guardados por Horacio Torres Guzmán.
Él y su familia se han encargado de que la memoria del general Rufino
Carrasco no se desvanezca del todo. En diciembre de 2011, la familia Torres se
hizo presente en el Cementerio de Oruro, donde se hallan los restos del héroe
de Tambillo.
“Yo he querido que esta gesta de este soldado
boliviano permanezca en la memoria. Ante el nicho del héroe de Tambillo fuimos un
sencillo ejemplo para que cada familia boliviano rescate de entre sus
antepasados las gestas de sus sacrificios en la defensa de Bolivia durante las
injustas guerras del Pacífico, el Acre y el Chaco”, señala Torres Guzmán. Sin
embargo, y a pesar de haber publicado sendas solicitadas en La Patria
(Oruro-2011) y Correo del Sur (Sucre-2003) sobre la hazaña de Rufino Carrasco,
la gesta del héroe talineño y sus jinetes chicheños permanece ignorado por la
gran mayoría de los bolivianos. Ojalá que, en medio de la efervescencia
patriótica que ha resurgido por el mar, alguna autoridad nacional se digne en
recordar el 6 de diciembre como una fecha histórica para Bolivia.
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